Home

Blogs

Artículo

Putas ricas, putas pobres

Semana
22 de junio de 2012

El artículo “Putas ricas” de María Jimena Duzán esta semana no puede dejarse de lado sin opinar, en especial ahora que la violencia sobre las mujeres parece haberse puesto de moda; actualmente en Colombia no solo hay más artículos sino también hay más vulneraciones e incluso asesinatos. La explotación sexual es una de esas formas graves de violencia, pero ¿Realmente es el puteo un negocio rentable en Colombia?

 

Duzán ve un lado de la cuestión económica, el de algunas mujeres que ganan salarios por encima de los tres millones de pesos con unos pocos polvos, pero no se detiene a meditar sobre aquellas que por una mamada no llegan a los 5 mil pesos.

 

Durante un tiempo, de eso hace algo más de 15 años, me detuve a pensar si a estas mujeres se les debería llamar prostitutas, trabajadoras sexuales, mujeres de vida alegre o mujeres de la vida, aun cuando ponerles un rótulo sigue siendo una necesidad académica y social.

 

Este no es solo el trabajo de mujeres adultas, también las hay jóvenes, adolescentes e inclusive niñas de escasos ocho o diez años. En el mercado sexual igualmente hay hombres de todas las edades y personas trans, en especial travestis, quienes ofertan sus servicios genitales.

 

Como decía una amiga socióloga y miembro activo del gremio sexworker, “no puede ser vida alegre tener que mamárselo a un borracho insoportable y con mal olor”. Gabriela Silva Leyti a la vez me interrogaba: ¿si nosotras somos las mujeres de la vida, las que se quedan en sus casas, orando, son las mujeres de la muerte? Estas y otras contradicciones de la sociedad ante este tema fascinante y prohibido las abordaré a continuación.

 

¿Son todas putas y ganan tanto dinero?

Durante siglos se llamó "prostitución" a la práctica de las mujeres, de intercambiar relaciones sexuales por dinero como forma básica de sustento. Definición que hasta hace muy poco presentabala RAE. Es evidente que quien lo relaciona solo con mujeres asume una posición sexista y machista al olvidar que cada vez es mayor el número de hombres quienes la llevan a cabo; esto se incrementa con las crisis económicas, como se ha visto en Grecia, Italia y España.

 

La prostitución es tan solo una de las formas en las que hombres y mujeres, niños, niñas, adolescentes, adultos(s) son explotadas sexualmente, en tal sentido el término no abarca todas las modalidades y se hace necesario definir conceptos más incluyentes y menos peyorativos como representación particular y social.

 

El “trabajo sexual” es una actividad productiva, en condiciones equiparables a las de otras formas de producción. Sin embargo, en este caso, la persona es considerada como el objeto - mercancía. Lo que se vende no solamente es un contacto físico-genital, sino que también, en este intercambio, se compromete la identidad particular y psico-social de quienes hacen parte de la negociación y su integridad emocional y corporal.

 

En esta forma de intercambio económico, la oferta y la demanda giran en torno al cuerpo: sus posibilidades para el ejercicio genital, el cual puede estar o no, acompañado de intercambios eróticos y simulaciones afectivas; para ser exhibido como objeto sexual como por ejemplo en la pornografía; o la posibilidad de ser trasladado(a) consciente o inconscientemente a otro lugar para actividades sexuales comerciales (turismo sexual).

 

Un acto se refiere a un encuentro y según la negociación se pueden contratar uno o más actos y encada acto, una o más prácticas. Las prácticas tienen que ver con los gustos, pedidos y exigencias del cliente, como juegos eróticos, posiciones en las relaciones genitales, relaciones no genitales como masajes eróticos, exhibicionismo, practicas voyeristas, etc.

 

En cuanto al pago o estipendio, en el trabajo sexual, la contraprestación puede ser en dinero, en especie, e incluso de otro tipo, como droga o diferentes prebendas que en últimas son consideradas beneficiosas por quien presta el servicio.

 

Trabajador/a Sexual es un hombreo una mujer mayor de edad quien en el ejercicio de su actividad laboral, en forma más o menos permanente y de manera consciente oferta su genitalidad o sus habilidades eróticas a otras personas de igual o de diferente sexo, a cambio de una recompensa económica o en prebendas, buscando con ello satisfacer sus necesidades básicas y/o las de su familia, ante la imposibilidad de obtener un empleo o, en algunas ocasiones, como elección de vida productiva.

 

Estas personas no siempre tienen identidad de oficio (tienen una relación con su oficio no distinta de la de cualquier otro trabajador, es decir, no siempre les agrada lo que hacen, valoran como justo el pago que reciben a cambio o lo consideran como una alternativa aceptable o adecuada de subsistencia).

 

Esta definición de trabajador(a) sexual supone que quien recibe la propuesta y la acepta, tiene plena conciencia del tipo de negociación que está realizando. La persona se encuentra conforme con esta modalidad de producción y no está interesada en cambiarla, es decir, posee una identidad de oficio.

 

El/la trabajador(a) sexual tiene con su trabajo más o menos la misma relación que tiene con su oficio cualquier otro(a) trabajador(a). En términos generales les agrada su trabajo, valoran como justo el pago y lo consideran una buena alternativa económica de subsistencia. Al contrario de lo que piensan algunos miembros de programas de rehabilitación, el/la trabajador(a) sexual usualmente no considera que necesite ayuda, que deba cambiar su forma de producción o que esté haciendo algo malo, ya que el trabajo sexual entre adultos, ejercido en forma autónoma e independiente, no es ilegal en Colombia.

 

Lo que estas personas cobran por sus servicios varía de acuerdo a la ciudad, la hora en que laboran, la belleza física, el desempeño sexual, pasar por ser “virgen” o serlo, el lugar en que se ubican; se cobra más es un establecimiento, incluso de “mala muerte” que consiguiendo clientes parado/a en una esquina. Generalmente quienes están en espacios cerrados deben pagar un porcentaje sobre cada servicio al dueño o administrador del lugar, estipendio que puede llegar incluso a más del 50% de lo obtenido, a  ello se suma que se les obliga a consumir licor y en algunos casos también substancias psicoactivas. También deben pagar una “multa” si se retiran del lugar fuera de la hora convenida o si lo hacen con un cliente.

 

Para la gran mayoría de estas personas la vida no suele ser tan “maravillosa” como algunas personas suponen. De acuerdo con mi experiencia investigativa con trabajadores sexuales de todos los estratos, no es verdad como dice Duzán que por “la tarifa que cobraba la mujer que le fue a reclamar al gringo, que es de 800 dólares por noche, la prostitución es sin duda uno de los trabajos mejor remunerados en Colombia”.

 

Son muy, pero muy pocas las que cobran estas  cifras. La gente considera que “gringo” que es cualquier extranjero y pendejo es lo mismo y por tanto, para este tipo de “idiotas” la tarifa se incrementa exponencialmente con relación al país de origen y al valor de cambio de la moneda con al que se paga.

 

Por supuesto que los de los hoteles saben que en sus habitaciones hay trabajo y explotación sexual, pero no solo se hacen los de la vista gorda sino que además reciben un peaje en dinero o especie, bueno esto también sucede con algunos vigilantes y miembros de la policía, que igualmente ejercen de chulos e intermediarios.

 

Existen algunas diferencias sociológicas dentro del amplio grupo de personas a quienes se denomina “Trabajadores Sexuales”

Persona Prostituida es un individuo forzado por otra persona, mediante presión o engaño, a trabajar en el mercadeo sexual. Suelen laborar en espacios cerrados y ser explotadas por su patrón, con una imposibilidad de abandonar su oficio debido a confinamiento, chantajes, violencia física o psicológica y engaños a través de “contratos” en los que siempre están debiendo dinero a su patrón.

 

Estas mujeres y hombres, mayores y menores de edad, son las personas más vulneradas en sus derechos, lo que “ganan” no les alanza para pagar a sus secuestradores, quienes les cobran no solo los pasajes con que las trajeron a la ciudad sino que lo que les dan para que se vistan, coman o su cuidado les es vendido a precios muy superiores a los del mercado, razón por la que no importa el número de personas que atiendan no logran pagar sino una parte de lo que deben convirtiendo su vida en un círculo de explotación comercial.

 

En algunos casos se les chantajea con asesinar a miembros de su familia, en caso de que abandonen la residencia en que bien y desempeñan el oficio. Las mafias que hacen trata de personas llegan hasta el punto de tatuarles en su piel códigos de barras con las cuales identificarlas. En Colombia algunos paramilitares se han dedicado a la trata de personas, y estos llegan hasta el asesinato de quienes no cumplen sus “normas”.

 

Llamo Freelance Sexual a las personas que ingresan a este oficio por voluntad propia como una alternativa económica ocasional, asumiendo su trabajo como respuesta temporal a una necesidad básica. Su vinculación a esta actividad les genera violencia y se encuentran a la expectativa de cambio de oficio. Son frecuentes en este grupo estudiantes universitarios/as.

 

Las mujeres que algunos denominan prepago, damas de compañía o escort no siempre se consideran a sí mismas trabajadoras sexuales aun cuando estén en el mercado sexual, son más bien freelances, algunas veces complementan la compañía con el intercambio erótico y/o genital. He tenido oportunidad de dialogar con algunas de estas mujeres y algunas tienen formación universitaria terminada, son atractivas, hablan dos o tres lenguas, su vestimenta no informa sobre su oficio y sus “clientes” son de alto standing, ejecutivos, en su mayoría solteros.

 

Algunas solo aceptan clientes extranjeros, en general no hablan de dinero con ellos sino que “reciben regalitos” de sus “amigos” con quienes “hacen negocios”. Estos “amigos” no son frecuentes, los negocios no se hacen todos los días, sino unas muy pocas veces en el mes. Suelen tener un “mejor amigo”, mejor dicho un proxeneta que la cuida y algunas veces negocia por ellas.

 

No es lo mismo vender los genitales que el cerebro

Son algunas pocas las mujeres prepago y trabajadoras sexuales las que logran las mayores prebendas económicas y en especie. Duzán afirma que “Vistas así las cosas, la prostitución en Colombia se convierte en la profesión más rentable, no solo para una joven profesional, sino para cualquier mujer preparada y con experiencia, así tenga ella un Ph.D. en su currículum y haya trabajado toda su vida por un sueldo más bajo que el de sus colegas hombres”. Aunque puede leerse esta frase como una ironía, lo inquietante es que es una fantasía que ha venido calando en la mente de las personas de manera muy fuerte en los últimos tiempos, pero que está lejana de la realidad.

 

Centrar la calidad vida de una persona en la economía y no en la felicidad no solo es una estrechez de-mente sino además una falta grave de perspectiva porque ya sea siendo trabajadoras o freelances, la vida laboral se acaba pronto y no tienen seguridad social.

 

Get Out Bitch

Su autoimagen, autoestima y autovaloración se ven afectadas y además son sujetas del rechazo social. Incluso aquellas que llegan a ser portadas de revistas como Playboy o de Soho no son bien recibidas en sociedad y los hombres no solo no dejan de verlas como objetos sexuales sino que además las tratan como “putas”.

 

Incluso después de usar los servicios como le sucedió a Dania Londoño Suárez con su amigo del servicio secreto americano, las maltratan verbalmente. Recordemos que ella dice que le dijeron al día siguiente "let´s go bitch" (bueno, es más posible que le haya dicho Get Out Bitch –vete, p erra). Otros de esos que ellas llaman “amigos” incluso llegan al maltrato emocional y físico.

 

Los menores no son trabajadores sexuales

Existen diferencias en el uso que se le da a la categoría trabajadora sexual, ya que si la persona es menor de edad no se la considera Trabajadora Sexual sino “menor en explotación sexual comercial”.

 

Es preciso tener conciencia de que, sin importar las causas que motivaron u obligaron a un niño, niña o adolescente a ser partícipe en este vergonzoso negocio, que lesiona y degrada su cuerpo, capacidades y autoestima, éste, lejos de ser un cómplice, es víctima de personas inescrupulosas que se aprovechan de su circunstancia, vulnerabilidad y necesidades.

 

Hablar de Explotación Sexual Comercial de las Niñas, Niños y Adolescentes (ESCNNA, por su sigla), es referirse a una situación que se adueña de manera violenta de la vida de estas personas alterando su normal desarrollo a partir del uso de su cuerpo y del abuso de su situación de indefensión. Lejos de ser una opción de vida, es un callejón sin salida al que muchas niñas y niños son vinculados por proxenetas, clientes-explotadores, que se aprovechan de su vulnerabilidad, causada por una infancia traumática caracterizada por la violencia en sus familias, el abuso sexual y la insatisfacción de sus necesidades más básicas.

 

La ESCNNA constituye una violación de los Derechos Humanos fundamentales y de los derechos sexuales de niñas, niños y adolescentes.

 

Denuncio al DANE, entidad que investigó (2005-2006) sobre ESCNNA en tres ciudades colombianas y no sé por qué presión presidencial o de alto turmequé, presumiblemente de la extrema derecha, sepultó los graves resultados obtenidos. Sé bien que como investigador y consultor firmé un contrato de confidencialidad pero esto no me exime de decir sobre qué estaba investigando; es más, algunas veces he pensado que eso tiene que ver con el incremento de las amenazas de muerte que tuve en el mes anterior a refugiarme en España.


Si en algo estoy en pleno acuerdo con María Jimena Duzán es en que “El tráfico sexual es indigno para la mujer (y también para el hombre) y empequeñece a la sociedad que busca insertarla en su desarrollo, la misma que dice haberle reconocido finalmente sus derechos. Y no se puede convertir en una manera convencional para que las mujeres encuentren su libertad. Pero claro, si uno hace las cuentas y se pone a ver, el riesgo que se corre no es el de irse, sino el de quedarse desempeñando la profesión más antigua del mundo”.

 

Si a alguien le interesa profundizar sobre el tema puede leer un texto de mi autoría denominado “Comprensión de la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes y de por qué no se denomina trabajo sexual

 

Como pueden ver, el tema de la prostitución tiene tantas aristas y acotaciones, que merece una amplia profundización por parte de la sociedad para mitigar sus efectos y proteger a sus víctimas. Además, queda demostrado que en un país con 80% de población en estratos 1 2 y 3 (con ciudades costeras con hasta 45% de estrato 1) es mucho más posible ser una p u t a pobre y triste en Colombia, como las del libro de Gabo, que una p uta  rica que posa en revistas.