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Que asco de corrupción !!

Semana
4 de julio de 2010

Durante las administraciones Mockus y Peñalosa, la corrupción fue una palabra que no tuvo presencia en la administración de la ciudad. Desde 1995 hasta finales del 2004, el manejo correcto de los recursos públicos fue la regla y no la excepción. Durante casi una década, Bogota se transformó en referente internacional y se lucieron los recursos invertidos en la ciudad.

Hoy nos encontramos con una realidad distinta y que da asco, como bien lo describe Maria Elvira Samper en el Espectador este domingo. Por esta razón, me quiero sumar al coro de las voces indignadas que claman por un respuesta contundente, de los organismos de control del Estado. No podemos seguir volteando la espalda a esta triste realidad que compromete la dinámica de desarrollo y ejemplo que era Bogotá hasta hace seis años.

Lamentablemente, escándalos como el destapado la semana antepasada con las grabaciones publicadas por Caracol Radio, entre el Senador German Olano y el contratista Miguel Nule, donde se compromete al Contralor Moralesrussi, demuestran hasta donde se ha llegado en este campo en la administración de Samuel Moreno. El fenómeno de la corrupción  hoy campea en organismos tan críticos como es el IDU. Y lo peor: el continuo mutismo del Alcalde sobre este tema.

Si al Contralor lo están enredando, como afirma porque esta pisando muchos cayos y espero que sea así, debería ser el primero en salir a denunciar las múltiples irregularidades que implica su afirmación. Por el bien de la ciudad y de el mismo, lo que no puede suceder es que este escándalo sea similar al del Personero, cuya situación se quedo en la gaveta de los recuerdos, cortesía de los entes de control nacional.

Y mientras tanto, resultado de la tremenda corrupción que hoy afecta a la ciudad, los eximios y ejemplares señores Nule, se dan el lujo de no responder por los anticipos recibidos por cuenta de las obras de la Calle 26 y generar atrasos y sobre costos por mas de $ 350,000 millones para terminar. A punta de maromas de abogados, que caminan al filo de la ley, esperan sacarle el cuerpo a su responsabilidad.

Pero el problema no para en este caso. Obras de menor cuantía, como los andenes de la calle 116, han sido otro escándalo por la ineptitud de su construcción y probablemente de corrupción. No de otra forma se puede explicar que, semejante desastre de obra, no haya generado sanciones ejemplarizantes para los ineptos contratistas responsables de las obras.

Y si nos vamos un poco mas al norte, donde se viene adelantando la ampliación de la autopista desde la calle 183, es inaudito que una obra que no tiene mas de tres km, siga sin terminar. Un caso similar ocurrió con la repavimentación de la calle 170, hoy terminada, que se demoró mas de dos años con inmensos perjuicios para todos los vecinos. De nuevo en estos casos, brilla por su ausencia el IDU.

La corrupción se nutre de la ineptitud. Y esta afirmación se aplica a la Administración, que en el caso del IDU es evidente, pero también, en el caso de las firmas contratistas y de interventoría involucradas. Ídem, para los organismos de control que supuestamente deben de prender públicamente las alarmas sobre hechos como los que he mencionado. Pero la sensación desagradable que esta quedando es que parecería existir un pacto de silencio con la consigna de : "tapen, tapen". Y mientras tanto, como en la Mafia Italiana: la ley del silencio.

Me preocupa que gremios como la Cámara de Comercio, Camacol. la Sociedad de Arquitectos y la de Ingenieros, no hayan salido públicamente, a denunciar todas estas anomalías. Especialmente , las tres últimas, porque el desastre de las obras deja muy mal parados a los profesionales de la ingeniería y a las empresas constructoras. Por este solo hecho, sus voces deberían hacerse sentir mucho mas.

Pero la corrupción y la ineptitud se nutren de otro problema no menos grave que afecta a la sociedad colombiana: la indiferencia. Este comportamiento tiene múltiples manifestaciones y una de ellas esta en voltear la espalda a la realidad de los malos manejos públicos, cuando se siente, de manera irresponsable, que no es un tema propio.

Por la razón anterior,  mi critica va aun mas lejos. En la época de Peñalosa, cuando tomo la valiente decisión de poner los famosos bolardos, para evitar la toma de los andenes por los dueños de los vehículos que estacionábamos en cualquier lugar, hubo un movimiento para sacarlo de la Alcaldia . Primaba el valor de la comodidad al del espacio publico.   En este momento, cuando por cuenta de la corrupción y la incompetencia, Bogota retrocede a pasos agigantados, la comunidad permanece impávida en contravía de la campaña de Mockus: los recursos públicos son sagrados. ¿Será que esto explica el porque Mockus perdió Bogotá en las pasadas elecciones?

Todo lo anterior me recuerda el slogan de Garzón: Bogota sin indiferencia. En este caso, da asco la total aceptación a esta situación por parte de quienes viven en Bogota. Parece que volvimos a las épocas donde la ciudad se quedo sin doliente. Y lo mas grave: se repite la historia del hermano del Alcalde en Bucaramanga, donde sucedieron todo tipo de malos manejos, que culminaron con el incendio de los archivos de la Alcaldía y todo cubierto por un incalificable manto de silencio.  ¿Será que con estos antecedentes de impunidad tan rentables, se vino por el premio mayor: Bogotá?

Y una pregunta final: ¿Hasta cuando vamos a seguir tolerando esta situación?

A la luz de todo lo anterior, el debate sobre el Metro, merece otro análisis similar. Hay que felicitar al Director de Planeación Nacional, por el valor de pararle el macho a Uribe y Moreno. No puede ser que, un proyecto que compromete recursos muy importantes de la nación y de la ciudad, no despeje todas las dudas y evite un señor descalabro como el que nos metieron los paisas con el Metro de Medellin. Donde, de paso hay que refrescar la memoria, brilló la incompetencia y la corrupción, que terminamos pagando todos los colombianos.