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Reconstrucción de Gramalote y la incapacidad de hacer cosas grandes

Semana
20 de agosto de 2012

En diciembre de 2010, la tierra “se tragó” a este municipio de Norte de Santander por una falla geológica.

 

“20 meses después de la tragedia, sus 5.900 habitantes están viviendo en albergues y pagando arriendo, y el proceso de reconstrucción sigue empantanado”, informa eltiempo.com

 

No se trata de ineficiencia de este Gobierno solamente. Esto habla de Colombia, de nuestro Estado, de nuestra sociedad, de la cultura, de lo que somos, de usted y yo.

 

En China construyen ciudades en un año, y aquí no logramos en dos años levantar un pequeño pueblo.

 

Es la misma razón por la que no tenemos grandes obras de infraestructura física (autopistas, universidades, puertos) y poco emprendemos proyectos que duren más de cuatro años.

 

También, lo he dicho antes, es la razón por la que no hemos derrotado a las guerrillas. Un país con pretensiones no puede desangrarse por dentro medio siglo.

 

Hay que resolverlo, y si es de forma épica, mejor.

 

Aquí una parte importante de los recursos públicos se va en proyecticos y en corrupción, para tener contentos a un montón de líderes que prefieren ser “cabeza de ratón” a “cola de león” y no tienen idea de nada.

 

El liderazgo se volvió saber lidiar con los “cabeza de ratón” que van por lo suyo.

 

Por eso es que, para decirlo coloquialmente, me tiene “cabreado” el arreglo que hizo el Gobierno Santos para el reparto de las regalías. O inquieto, digamos.

 

Y por eso es que le creo a Enrique Peñalosa, que sabe imaginarse una reforma urbana en gran escala y un verdadero cambio en la vida de la gente.

 

Nos falta “monumentalismo”. No somos capaces de planear a diez, a 20 años, y pasan las décadas y seguimos casi en las mismas.

 

Ojalá una sociedad se pudiera parar un día y decir “hasta aquí llegamos con estos problemas y los vamos a resolver”.

 

Para algo parecido, señores, hay que comenzar por meterle la mano en serio al sistema político. La política no debe ser un negocio con ánimo de lucro y de enriquecimiento ilícito.

 

Pero en fin: no hay que desesperar porque nada se logra. Si no somos capaces con Gramalote, hay que estar atentos al cumplimiento de las obras grandes prometidas.