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Sobre el poder de la palabra

Semana
11 de julio de 2009


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Pura Vida cumplió su primer año el dos de julio del 2009. Por así decirlo, este blog es cáncer, con implicaciones que van mucho más allá de lo que alcanzo a vislumbrar. Y me refiero a él con signo zodiacal y en tercera persona, porque el prodigioso invento de esta clase de herramientas sociales en la Internet, tiene vida propia. Viaja por su cuenta y riesgo. Además recorre el mundo entero creando vínculos virtuales, lo cual no es desdeñable pues en muchas ocasiones son estrechos y estables, incluso románticos, y se dan de una manera que solo por este medio puede lograrse. También tiene voluntad propia. Como suele suceder con otras formas de la palabra escrita, los lectores utilizan los textos según sus gustos, apetencias, interpretaciones, dándoles autonomía, con destinos impredecibles que el autor es incapaz de imaginar.

Octavio Paz llamaba al hombre El Mono Gramático. Su tesis lúcida era que la humanidad, otra especie más dentro de la familia de los primates, se diferenciaba de otros animales por la sintaxis. Lo hacía único su asombrosa capacidad de emplear el lenguaje impreso y hablado, de utilizar con eficacia estas dos instancias del idioma, puesto que se relata desde el presente, mientras los escritos están en el pasado.

La palabra tiene poder porque abarca toda operación mental, surge al pensar, narrar, investigar. Así que está vinculada a la esencia humana.  Además con ella se crearon organizaciones sociales complejas aumentando las posibilidades de sobrevivir para reproducirse, adicionalmente incrementó la probabilidad de lograr el coito puesto que la habilidad verbal se volvió definitiva en la vida amorosa, y estas ventajas aseguraron que la elocuencia superara el duro tamiz de la selección natural y la evolución de la especie.

Algunos vocablos fundamentales, tales como mamá y papá, angustia y felicidad, enemigo y odio, hombre y mujer, día y noche, rojo y azul, sin olvidar sal, pimienta y albahaca, entre muchos más, tienen etimologías de más de seis mil años de historia. Sus orígenes pueden rastrearse hasta el indoeuropeo,  un idioma anterior al griego y el latín, de  donde surgieron las lenguas europeas y algunas asiáticas. Unos ciento cincuenta idiomas actuales pertenecen a esta familia lingüística, y los emplean en su vida cotidiana la mitad de la humanidad, con ellos narran alegrías y tristezas, aciertos y desilusiones, esperanzas y frustraciones. De todas maneras, los temas esenciales del ser humano no cambian, tampoco son muchos, permanecen estables aun cuando la ciencia y la tecnología progresen. La muerte y el amor casi siempre están presentes, por ejemplo.

La palabra transforma la perspectiva sobre la experiencia y la manera de relacionarse con el mundo al simbolizar, al representar la cosa en sí es posible meditar y transformarla. Se trata de representaciones cerebrales mediadas por la actividad metabólica de las neuronas estimuladas en el momento, ya sea al escuchar, leer, hablar o escribir. Esta misma  propiedad explica el efecto terapéutico del psicoanálisis, la cura mediante el habla, como la llamaba Sigmund Freud.

Incluso el aséptico lenguaje matemático está sujeto a la condición humana, y la paradoja de Zenón de Elea es una hermosa ilustración de ello. Aquiles retó a la tortuga a una carrera. Convencido de su gran velocidad, supuso que era justo darle una ventaja considerable al animal, que para simplificar el planteamiento, digamos que fue de diez metros. Entonces nuestro héroe recorrió esa distancia, y al llegar, ella ya no estaba, se había desplazado cinco metros más, cuando avanzó este nuevo trayecto, tampoco la alcanzó porque una vez más se había movido a la mitad del camino, y así sucesivamente hasta el infinito. En resumen, el hombre jamás la alcanzó. Contra todo pronóstico, Aquiles perdió la carrera frente a la tortuga, de donde puede concluirse, sin temor a equivocarse, que el movimiento es imposible. Sin embargo, todos sabemos, esta conclusión es errónea, el espacio no es infinitamente divisible. A mi manera de entender esta discrepancia, las matemáticas también son símbolos para describir fenómenos, mientras la naturaleza se reserva su independencia de ellos.

Por último, las palabras tienen significados según el contexto que las rodea. Así que las apropiamos, junto con sus combinaciones y usos novedosos, incluso hasta pueden extravasarse de otros idiomas, como en el caso de la terminología inglesa empleada en el universo de la Internet y los computadores, que en la actualidad forma parte del español más castizo que pueda concebirse. Entonces mientras alguien las hable y las escriba, no se gastan, por el contrario, se enriquecen, se embellecen, adquieren nuevos sentidos, crecen al vincularlas con más recuerdos, resplandecen.

Las palabras no son de las academias de la lengua, los diccionarios, ni los autores, solo pertenecen a quien las necesita. Mi consejo es: aprovéchelas para decir, expresar y compartir, no para ocultar, disimular y confundir. No es lo mismo un "te quiero" al amanecer, que al anochecer, tampoco lo es el domingo, el miércoles, o el viernes, ni mucho menos decírselo a la pareja, la familia, o a los amigos.

¡Feliz cumpleaños, Pura Vida!