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Sociedad, emociones y educación universitaria

Semana
20 de julio de 2010

Era una mañana lluviosa, con mucho viento, algo de frio y nada de sol que no presagiaba nada bueno, pero pensar en que una colombiana defendía su tesis de doctorado, que tenía la posibilidad de asistir a un acto académico poco frecuente y oír de primera voz a quien investigó sobre la educación, los educadores y los educandos universitarios en una universidad bogotana, fueron razones suficientes para saltar de la cama, ponerme el disfraz propio del acontecimiento y hacerme presente en la sede de San Sebastián de la Universidad del País Vasco.
La investigadora es Stella Betancourt Guevara, una mujer dinámica y plenamente comprometida con la docencia universitaria en Colombia, quien hace ya algo más de cuatro años llegó a esta ciudad conocida por el turismo y el festival de cine para formarse en el Doctorado de Psicopedagogía. Sus permanentes ires y venires entre Colombia y España no lograron aminorarla, como tampoco el frío invierno del norte.
Afirma que se debe diferenciar entre competencias técnicas y sociales; que las técnicas implican el dominio de los conocimientos y destrezas específicos de un determinado campo profesional y que las competencias sociales incluyen las motivaciones, los valores y la capacidad de relación en un contexto social determinado.
Ella en su tesis considera que formar desde las competencias es importante porque ellas revelan la capacidad del ser humano para adaptarse a las situaciones cambiantes que debe afrontar y que dicha adaptación se hace desde diferentes dimensiones diferentes a lo intelectual, como por ejemplo, lo social, filosófico, moral, emocional, entre otros. Propone que dichas competencias son fundamentales en la educación porque si educadores y alumnos las identifican, enriquecerán todos los procesos de relacionamiento y que esto es indispensable porque el ser humano es un ser relacional.
Betancourt investigó específicamente sobre las competencias socioemocionales en la formación universitaria. Asevera que lo hizo porque la educación de los sentimientos no ha sido tema preferente en la formación universitaria y además que los maestros nos hemos centrado en las competencias intelectuales y hemos dejado en un segundo plano la educación de las emociones, la afectividad y los sentimientos, dando lugar a una desproporcionalidad en los contenidos curriculares entre lo cognitivo y procedimental con lo emocional.
La doctora Betancourt considera que la educación de los sentimientos no sólo es función propia de la familia ni una tarea que se añade al quehacer docente, sino que por el contrario debe formar parte esencial e insustituible de la formación integral en la universidad.
Una pregunta que cualquier lector se haría es que significa entonces ser competente. Ella responde, significa actuar de manera resolutiva en ámbitos generales del aprender. Se aprenden diversas competencias, por ejemplo la de “El saber”, que se refiere a los conocimientos generales o específicos, teóricos, especulativos o científico-técnicos; las competencias del “Saber hacer” que se relaciona con el dominio de los métodos y procedimientos específicos enlazados con determinados campos sociales y profesionales; las competencias del “Saber aprender” que se refiere a la capacidad de reciclaje y formación permanente de las personas, colectivos y organizaciones; y, por último, las competencias del “Saber estar” que se encadena con las actitudes, comportamientos y formas de actuar e interactuar en la sociedad.
En resumen para ser competente es necesario poseer un saber, poder actuar en consecuencia con este, conocer cómo ampliar dicho saber y saber actuar en la sociedad desde dicho saber. Ello hace que muchos profesionales no sean competentes, porque salen de la universidad con una formación, es decir con un saber, pero no saben actuar a partir de dicho conocimiento y mucho menos aun logran establecer relaciones afectivas, emocionales y sociales, debido a que su saber es eminentemente teórico o practico y nada socioemocional.
A la doctora Betancourt le interesan las competencias socioemocionales de la persona adulta en la universidad porque son pertinentes al desarrollo del aprender del docente y el estudiante en su proceso de formación. La importancia de estas competencias el que al poseerlas las personas aprenden habilidades que los capacitan para entender a otros, comprender lo qué las motiva para relacionarse entre ellos y comprenderse a sí mismos, pero igualmente les permiten conocer como esas personas trabajan pero además aprenden a trabajar cooperativamente en los diferentes ámbitos de dominio en los que ellos se desenvuelven.
Para esta investigadora, el hecho de que un maestro o un estudiante posean estas competencias socioemocionales, les ayuda a aprender a ser, a vivir, a convivir y a progresar, como también a aprender a aprender. Según ella, un ser competente socioemocionalmente comprende la importancia de ser ciudadano, solidario y a convivir en el respeto activo; y en consecuencia, ese ser aprende, asume y vivencia la importancia del trabajo en equipo, de la conciencia social, de la empatía primordial, de la negociación y de la cognición social.
Ella afirma que esto se logra por medio de estrategias de enseñanza y aprendizaje entendidas estas como planes de acción que debe ser conscientes y optimizan los procesos que el ser llevan a cabo para la realización de actividades, no sólo formativas sino propias de la vida cotidiana. Un ejemplo importante de aprender las competencias socioemocionales está en el uso que puede dársele en la resolución de conflictos, la negociación, la mediación y la diplomacia, entre otros.
Quien aprende las competencias socioemocionales posee herramientas y estrategias que una vez formadas se ponen al servicio del ser humano como instrumentos que apoyan su rol de sujeto sociocultural y relacional propio de un tiempo, un espacio, una sociedad y una cultura específica.
La doctora Betancourt es clara en afirmar que la educación del ser humano debe ser continua, es decir debe ser durante toda la vida debido a que los seres humanos, la sociedad, la cultura y las relaciones que estos establecen son cambiantes dado que estas son dinámicas.
Sería importante, opino yo, que en Colombia lográramos darnos cuenta que las competencias socioemocionales en la formación universitaria son primordiales si queremos formar jóvenes que sin restar importancia a su formación teórica y a la experiencia, sean sensibles frente a las comunidades y los individuos que las conforman y a sus necesidades y posibilidades; sin embargo, también es importante recalcar que no es posible transformar la educación si no se logra que las directivas universitarias y los/as docentes asuman un rol mucho más activo en su formación socioemocional, porque esta es un elemento primordial para lograr la transformación sociocultural del país.