Tres deseos para 2010 y seis uvas: soberanía popular y dos más
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De las doce uvas del 31 de diciembre, reservé tres pensando en que la realidad nacional no se aparte demasiado de mis deseos.
Luego creí necesario comerme tres uvas por un deseo clave. Y una adicional para que los niños no terminen confundidos por el Bicentenario.
La uva de la soberanía popular. Que no haya motivo para renegar de las decisiones del pueblo, y si lo hay (reelección), que nadie “reniegue”, o sea, pretenda que es preferible una soberanía extraña al sufragio universal o que la soberanía popular tiene límites distintos a los formales.
La uva del Estado de Derecho (tres veces). Que la Corte Constitucional no tenga dudas: las leyes sí importan. Hacer trampa no está bien, y menos para convocar al constituyente primario.
Aquí declaro un conflicto de interés: aposté 100 dólares a que la Corte tumbará el referendo reeleccionista por vicios de forma.
Y una aparente contradicción: conmemorar los 20 años de la Séptima Papeleta, que fue un recurso “extra-constitucional” para acudir al pueblo, con un discurso que implica oponerse a un referendo del pueblo.
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La uva de los mitos de la independencia. Que no demasiados niños terminen confundidos por el Bicentenario: revisar y ampliar los “mitos fundacionales de la república” no busca acabarlos, sino, en cierto sentido, fortalecerlos.
Por ejemplo, es muy tentador decir “el 20 de julio de 1810 no se declaró la independencia” (comenzó, en realidad) o “los pobres sólo sirvieron de carne de cañón y siguieron tan fregados como antes” (no es cierto).
¡Qué nación es posible sin “mitos fundacionales”! Así que, dos uvas. Y manos a la obra.
Feliz año y que les rinda en el 2010.
