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Un hotel, una canción

Semana
23 de octubre de 2008

Iba a escribir sobre Sarah Palin, la candidata del partido republicano a la vicepresidencia de los Estados Unidos, pero me arrepentí. Les iba a contar, por ejemplo, que ayer siguió insistiendo en que Barack Obama quiere implantar un régimen socialista en la Casa Blanca. Qué jartera. Lo bueno del asunto, sin embargo, es que por estar pensando en la Palin me surgió el tema del blog de hoy: la historia fascinante del hotel Waldorf Astoria, que al ser inaugurado hace 115 años en Nueva York se convirtió en el más grande, en el más imponente del mundo.

¿Cómo pude asociar a la Palin con el Waldorf? ¿Cómo relacioné a la compañera de fórmula de John McCain, cuyo pasatiempo es cazar alces en Alaska, con uno de los símbolos del glamour? Fue al recordar que hace unas tres semanas, cuando los periodistas cubríamos la visita de Álvaro Uribe a Manhattan, el presidente se reunió con Sarah Palin en la Embajada de Colombia ante la ONU y veinticuatro después fue el invitado de honor a un almuerzo justamente en el Waldorf Astoria, donde decenas de empresarios y lagartos le ofrecieron su apoyo para que el Congreso norteamericano apruebe el TLC. Emocionante.
 
Esa noche, después de que Uribe pronunció el segundo discurso de la jornada ante el salón principal de las Naciones Unidas, donde el que ponía más atención era el canciller Jaime Bermúdez, decidí volver al hotel. Mi idea era conocer la historia de lo que fue la meca del lujo y distraerme viendo la gente que se hospeda donde hace años vivieron la atractivísima Marilyn Monroe, el general Douglas MacArthur y el temible ‘Lucky’ Luciano, gran jefe de la mafia neoyorkina que tuvo que huir a Cuba, murió de infarto en Nápoles y se las ingenió para ser enterrado de vuelta, con la bendición de Dios todopoderoso, en la catedral del cementerio de Queens.
 
El caso es que luego de echarle un vistazo a la entrada del Waldorf fui a sentarme a la barra del Peacock Alley, un bar situado junto al lobby. Cuando la pianista tocaba You’ve Got a Friend, esa canción deliciosa de Carole King (ojo: más adelante les tengo una sorpresa musical), pedí una cerveza fría. De pronto, una señora mayor se sentó a mi lado y empezó a hablarme. Me preguntó qué hacía en ese sitio y le conté de mi curiosidad por el Waldorf y por los Astor, la familia que lo había fundado y que con los Morgan, los Vanderbilt y los Rockefeller amasaron fortunas superiores al Tesoro nacional. “Pues mire: la historia de este hotel y de los Astor es sensacional”, me dijo muy enterada y comenzó a contármela no sin antes advertirme que el edificio en el que estábamos, en Park Avenue, había sido construido en los años 30 luego de la demolición del Waldorf Astoria original.
 
El cuento es increíble y tiene que ver con un inmigrante que se enriqueció en el Nuevo Mundo, inversiones millonarias y una pelea a muerte entre una tía de sangre azul y un sobrino arrogante. Se inició en la última década del siglo XVIII con John Jacob Astor, un tipo que había nacido en la población alemana de Waldorf, que con poco más de 20 años llegó a Norteamérica y fundó en Oregon una localidad con su nombre: Astoria. Fue allá donde echó a andar un negocio de pieles que, cuando John Jacob cumplió 50 años, lo había convertido en el dueño de todas las peleterías del país, en el propietario del corazón de Manhattan y en el hombre más rico de los Estados Unidos.
 
“Pero bueno, ¿y qué de la historia del hotel?”, me preguntarán ustedes. Hay empresas que nacen de la feliz sociedad de dos hermanos, como McDonald’s en 1940. Otras son producto del trabajo de un par de amigos, como Google en 1998. El Waldorf Astoria no. El Waldorf surgió de un monumental agarrón familiar. Los protagonistas fueron William Waldorf Astor, bisnieto de John Jacob, y Caroline ‘Lina’ Schermerhorn, esposa de un tío de William, considerada una de las mujeres más elegantes de Nueva York (tanto, que introdujo a los Vanderbilt en la alta sociedad de la Gran Manzana). El hecho es que el sobrino, que vivía en una casa donde hoy queda el Empire State, quería para su esposa el nombre de “Ms. Astor” que su tía ‘Lina’, que residía al lado, se empeñaba en utilizar.

 ¿Y saben qué hizo William Waldorf para sacarse el clavo? Se empeñó en echar del barrio a la tía, para lo cual tuvo la brillante idea de mudarse a otra zona e iniciar la larga y ruidosa construcción de un hotel de 13 pisos que acabó por llamarse Waldorf, a secas. La estrategia funcionó. ‘Lina’, que se refería despectivamente al nuevo edificio como “esa taberna contigua venida a más”, casi se enloquece con la obra y no tardó en empacar maletas para mudarse a otra mansión un poco más al norte, en una esquina del mismísimo Central Park. Pobre.
 
Satisfecho, William Waldorf Astor se fue a vivir en paz a Inglaterra, donde heredó de su padre el título nobiliario de vizconde y un escaño en la Cámara de los Lores, y el Waldorf abrió sus puertas en 1893. Lo paradójico, sin embargo, es que terminó unido por un pequeño y célebre callejón al Astoria, otro hotel que fundó John Jacob Astor IV, uno de los hijos de ‘Lina’, en el antiguo solar materno. El conjunto, que pasó a llamarse como hoy, Waldorf Astoria, fue demolido en 1928 y reemplazado tres años más tarde por el Empire State, que con sus 102 pisos de altura y su iluminación de colores es el símbolo de Nueva York.

El nombre de ese callejón fue Peacock Alley (Callejuela del Pavo Real), el mismo que lleva el bar del lobby del Waldorf actual donde esa señora mayor me contó el principio de esta historia mientras sonaba You’ve Got a Friend. A propósito, ¿quieren oír la canción? Les recomiendo una de las mejores versiones que más valen la pena. No es la de siempre, la de Carole King, ni la magistral de James Taylor. Ésta, perdónenme, no tiene comparación. Pertenece a Stacey Kent, una norteamericana que viajó a Europa para aprender francés, se casó con un saxofonista virtuoso y descubrió que uno de los mejores idiomas que existen es el jazz. La Kent tiene voz de mermelada y se hace acompañar por un grupo de músicos que no tocan una sola nota de más. Aquí está.
 
(jciragorri@yahoo.com)