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Colombia 2012: ¿Déjà vu?

Semana
10 de enero de 2012

“Año nuevo vida nueva” no parece ser el aforismo que se pueda aplicar al devenir social del país en este 2012. En los primeros días del año la banda de los “Urabeños” desafió al estado colombiano paralizando diez y seis  municipios de la región de Urabá y demostrando que tiene una presencia y capacidad de intimidación en regiones de los departamentos de Chocó, Magdalena, Sucre, Córdoba y Antioquia. Esto sucedió a raíz del operativo de la Policía Nacional, que realizó días atrás, en el que fue abatido alias “Giovanny”, su máximo líder. Esta es una manifestación de un engaño que el anterior gobierno le hizo al país y de la que vienen nuevos desarrollos.

 

La negociación que se realizó con los llamados jefes paramilitares buscaba habilitarlos en la vida pública, lavar grandes activos financieros, producto del narcotráfico - creando una nueva clase empresarial-  y legalizar la expoliación de grandes hectáreas de tierra de la que fueron víctimas miles de inocentes campesinos. Era la implementación parcial del plan de refundación de la Patria del que tanto se ha hablado en el aspecto político y judicial. Este grupo de jefes del narcotráfico, entendiendo el carácter dinámico de la política y de los políticos, no desarticularon sus bandas armadas para defender sus intereses, en espera del cumplimiento por parte del gobierno de sus compromisos para con ellos. Entonces de “frentes” paramilitares y de “oficinas de cobro” estos grupos pasaron a ser denominados “Bandas Criminales” (Bacrim). Las benignas condiciones de la negociación con estos personajes no aguantaron el examen de la comunidad nacional y mucho menos el de la internacional que presionaron al gobierno para que buscara judicialización, reparación y verdad para los victimarios de delitos atroces, en el primer caso, y para las víctimas en los dos últimos. El resultado final: ante la presión pública de aumentar el costo de la negociación hacia los paramilitares y la sensación de estos que eran traicionados por el gobierno, que los llevó a empezar a revelar verdades incómodas al sector político que los soportó, llevó al Ejecutivo a cancelar el proceso y  terminó en la extradición de los jefes paramilitares para acallarlos y el mantenimiento operativo de las “Bandas Criminales”.

 

Preguntas. ¿Qué ha pasado desde el año 2008, en el que extraditaron a Mancuso y compañía, a la fecha con las “Bacrim”? Simplemente se han fortalecido. Se ha llegado al punto que los colombianos ni siquiera podemos pasear desprevenidamente por sus zonas de influencia y disfrutar de la maravillas del paisaje porque podemos ser asesinados por sus integrantes; así como hace un año le ocurrió a una pareja de universitarios que se creyeron el cuento de la seguridad democrática y salió a recolectar información para su tesis de grado en las zonas de los “Urabeños” y fue ultimada a balazos por dicha osadía. Surgen otros interrogantes: ¿Si demostraron tal control territorial en esa zona estratégica, cuántas toneladas de cocaína salen a la semana al exterior por la ese territorio? ¿Cómo es su estructura política en las instancias locales y regionales del Estado? ¿Sí hay un poder de intimidación, cuál será el de soborno, y quiénes caen en él? ¿Qué ha hecho el Director General de la Policía, que viene del gobierno anterior, para impedir que los “Urabeños”, y en general las “Bacrim”, dominen enclaves estratégicos para la actividad del narcotráfico?

 

Sin duda a la última pregunta se puede responder que dieron de baja al cabecilla de los “Urabeños”, y eso bien está, pero en esta clase de golpes puntuales, si bien a muy corto plazo pueden debilitar a una organización criminal, su estructura se conserva y permite el relevo en su jefatura y el continuar de su acción delictiva.

 

La historia seguirá repitiéndose. A “Rey muerto, Rey puesto”. Con la muerte de Pablo Escobar, Rodríguez Gacha y muchos  otros; con la extradición de los Rodríguez Orejuela y no sé cuantos miles más hacia los Estados Unidos no se ha acabado con el narcotráfico, terminan solamente unos ciclos. Las viejas bandas ahora son estructuras políticas, con alcances regionales y nacionales, que se infiltran en el Estado, que tienen fichas en los órganos del poder público que infiltran altas esferas de la Fuerza Pública y gozan de maquinarias empresariales para lavar activos. Y, lo más importante, tienen una articulación política a nivel nacional.   

 

El estado colombiano se está quedando corto en la lucha contra esa nueva manifestación del viejo problema del narcotráfico y desafortunadamente la sociedad civil y la población en general no se solidarizan con los escasos esfuerzos que se realizan para contener esta ola criminal. La parapolítica sigue viva; la extrema derecha, que se ha negado a combatirla, sigue siendo su aliada y está dando una batalla en contra de las acciones que pretenden minar su base económica y política: la tierra robada y las mafias que desvían recursos públicos hacia la delincuencia. Si no se le pone freno a tiempo a este fenómeno de las “Bacrim” para que nos deseamos feliz año 2012 y venideros.