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COLOMBIA, EL REINO DE LOS GRANDES BANDIDOS, DE LOS INDESEABLES DE BIEN.

Semana
25 de junio de 2012

!POR SUS HECHOS LOS CONOCEREIS Y NO POR LO QUE DIGAN DE SI MISMOS!


En contra del principio basura del positivismo voluntarista del posmodernismo “las cosas son como se las piensa”, los procesos son lo que son, tienen existencia propia; y por eso conocerlos, comprenderlos y proyectarlos, son los fundamentos  de la "capacidad profética o adivinatoria" que llaman.


“Piensa mal y acertaras” parece ser el principio rector y la metodologia para el análisis de la actual situación que vive el país, y no es para menos; no se trata de un pesimismo a ultranza, sino al revés, de cómo recuperar la iniciativa, pero no a partir de decirnos mentiras, de autoengañarnos, sino de reconocer nuestra real situación y a partir de allí, como encontrar entre todos, una salida para todos.


Por eso ni siquiera la mayoría de los colombianos hemos  podido entender a Colombia, porque nos  la imaginamos con el deseo  y no la vemos a partir de su realidad; bastante trágica, bastante descompuesta, bastante enajenada.


Ya lo era, lo ha sido siempre; pero con el advenimiento de la cultura mafiosa y su incorporación a las políticas de estado, el poder publico en Colombia acabo con las pocas reservas de decencia que tenia; el “todo vale”  el “poder es para poder” y “el poder para los bandidos” se convirtieron en los lemas del accionar de una elite violenta, corrupta, insaciable y cínica.


Lo visto en la Reforma a la Justicia y que tanto indignación a causado, no es la primera vez que pasa, es el diario ejercicio del poder en Colombia y en sus diferentes niveles, pero que los colombianos no hemos querido ver para “poder ser felices” y cuando lo vemos lo olvidamos prontamente. Y si ahora nos indignamos puede ser: por ver tanto cinismo y desvergüenza juntos y en flagrancia o porque, ojala!, se lleno la taza, esto último falta por verse.


Porque el cuadro visto en la Reforma a la Justicia, es la eterna película del poder en Colombia, con sus actores actuales:


Un presidente santos que se burla de todo un país de ingenuos que quieren cambiar de gobierno y solo logran cambiar de personaje, para seguir viviendo la misma película; con otro estilo, con mayor refinamiento, pero con la misma corrupción y el mismo elitismo de siempre. Su gobierno fue el promotor de la Reforma, el sobornador de las cortes para acallar su oposición inicial.


Las leyes mañosas, que son el soporte del ejercicio de la justicia por parte de jueces mañosos, aprobadas en el congreso por congresistas mañosos, no es nada nuevo en Colombia; basta mirar los vericuetos legales en los que hay escondrijos para todos los grandes bandidos y los permanentes micos que se cuelgan a las leyes desde el congreso, y todos pasan!.


Todo el congreso, la mayor expresion historica de la corrupccion en el pais sus 268 miembros, con excepción de 16 parlamentarios, 252 en total, están involucrados y son responsables; unos porque la votaron positivamente, otros porque no asistieron a la votación para hacerle los locos.


Capitulo especial merecen las cortes, especialmente la Constitucional, la Suprema de justicia y aun el Consejo de Estado, que se habían ganado cierto nivel de reconocimiento y de respeto, pero que no fueron capaces de resistirse a ser sobornadas por el gobierno en la aprobación de una reforma constitucional a la justicia, cuyo principal propósito era reestablecer la inmunidad y la impunidad para los delitos de los congresistas y de toda la elite burocrática del país. Claro que de las cortes que iniciaron con el gobierno Uribe, que lo enfrentaron y fueron el primer baluarte contra sus desafueros, 17 de sus 60 miembros ya habían sido cambiados, en su mayoría por afectos y esbirros

del gobierno Uribe, para algo sirven 8 años en el poder, por lo menos para dejar empollando sus huevitos.


Nada hay pues de nuevo, como diría alguien, es la repetición de la repetidera. Colombia es el país de los simulacros para camuflar las realidades, solo que en este caso resulto imposible, claro que tampoco se considero necesario; los colombianos creemos que lo tenemos todo y vamos a ver y resulta que tenemos muy poco, casi nada: pero tenemos la fe que nos hace ver hasta lo que ni siquiera existe, con el agravante como en este caso, de que tampoco dios lo ha revelado.