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Cómo vivir con $190 mil al mes y no morir en el intento

Semana
28 de septiembre de 2011

 POR. ANUAR SAAD S.

 

No sé a qué viene tanta alharaca. Casi un mes después del anuncio de los funcionarios de Planeación Nacional encargados de la medición de pobreza en Colombia que reveló que el que gane 190 mil pesos al mes no puede ser considerado pobre, todavía los sindicatos, la organización de mujeres, las organizaciones no gubernamentales y representantes comunitarios, se rasgan las vestiduras.

Según pude enterarme gracias a mis “altos contactos” en Planeación Nacional, la intencionalidad verdadera de los funcionarios era que los colombianos se vuelvan más creativos. Más innovadores. Más recursivos y que en vez de estar quejándose que no hay plata que alcance, organicen su pequeña fortuna (los 190 mil, por supuesto) y vivan decentemente sin tanta pelotera.

Y es que el país necesita de ciudadanos que busquen soluciones efectivas. Ciudadanos que, como cual Houdini, puedan multiplicar su mercado mensual sin gastar más. Es decir, aunque no haya para el bus, hay que poner a cocinar unos espaguetis a la “solitarie”. Para los desconocedores de los secretos de la cocina, me refiero a unas pastas largas que se hierven con sal y media cucharita de aceite y que se sirven solas, sin más nada. Por eso son a la “solitarie” ¿Capisco? Y si hay que pagar los recibos de luz, gas y agua hágase el loco. Al fin y al cabo Simón Bolívar, Santander, Nariño y otros héroes, nos dieron la independencia a punta de vela y se bañaban en las aguas del río Bogotá –que antes no te mataba de un tétanos- y cocinaban todo lo que moviera por las montañas a punta de leña. Así que ¿para qué diablos usted va a gastar una parte de los 190 mil en esas trivialidades?

Sigamos. Si el niño debe ir a la escuela y tiene que tomar un bus que lo lleve y otro que lo traiga porque el colegio queda a 14 cuadras… ¡Tenga cuidado! Posiblemente usted está criando a un futuro flojazo bueno para nada. Mire que el ejercicio beneficia al desarrollo, así que, desde mañana… ¡Nada de buses! Que vaya a la escuela aprovechando los Megacolegios… pero caminando. Al fin y al cabo, nadie se muere por transitar a pie unos cuantos kilómetros. No le de todo masticado a su hijo: ese es el mensaje de Planeación Nacional.

¿Qué necesita cuarenta mil pesos para unos remedios que no cubre el POS? No importa. Si los médicos aseguran que con ibuprofeno, acetaminofén y omeprazol va a curar su hernia hiatal; o sus quistes en el ovario, o su cálculo renal, no se desespere: tómese la medicación del POS y espere el milagro. El asunto es no gastarse nada de los 190 mil pesos. ¿Ve cómo le va rindiendo el dinerito?

Ahora, si el problema son los zapatos escolares, la ropa de su esposa y unos yines para su hija, no tiene de qué preocuparse. Seguramente encontrará a un vecino o un amigo caritativo (que posiblemente gane más de 190 mil al mes) que le pueda regalar los zapatos que el hijo usó el año pasado. A su esposa, le da 10 mil pesos para la modista de a la vuelta y la convence que le recorte las mangas a la blusa y le ponga unos pliegues a las faldas… ¡y asunto resuelto!: ya no parecerán los mismos. Con lo de su hija, se desvara en La Juliao: un tinte azul oscuro que no vale más de tres mil, y como por arte de magia el viejo y desteñido pantalón lucirá como nuevo. ¿Ya vio? Si usa su creatividad, todavía no se ha gastado más de 20 mil pesos. Le sobran 170 mil… ¡Toda una fortuna!

Bueno, y el asunto del mercado es pan comido. Fíjese: en el mercado de Barranquilla hay unas frutas que los vendedores colocan en cajas separadas porque  están un poco “pasaditas”. No se preocupe, lo máximo que le pueden dar es una diarrea y eso lo quita un alka seltzer de mil pesos. Compre el arroz partido; los granos sucios y llenos de afrecho; el café a granel; la panela descuartizada; la papa sin lavar y las últimas verduras recalentadas por el sol de las 12 del día que ya nadie quiere comprar. Para rematar, lleve varias presentaciones de pastas (fideos, espaguetis, tornillitos y conchitas) y recuerde siempre hacerlos a la “solitarie”, o sea, solo con media cuchara de aceite y sin más nada. Preferiblemente compren una marca que no sea la que anuncia el Junior, porque esa puede traer mala suerte.

Y si sus hijos se ponen fastidiosos porque quieren diversión, llévelos, en el caso de Barranquilla, a pasear a los tres metros de cemento del “Parque Haití”, a la podredumbre del Muvdi; a la fumigación ecológica del Sagrado Corazón o al lenocinio del Suri Salcedo. Así de paso le enseña al niño el derecho a ser diferente.

Y para finalizar, tenga en cuenta que hay lujos innecesarios como el caso del papel higiénico. Hay un tipo de cáncer que producen los químicos del papel. Evítese el cáncer y mejor lávese con agua. Reemplace la pasta de dientes por sal o carbón y si quiere una colonia dominguera, un frasco pequeño de menticol lo ayuda a resolver. Recuerde que el jabón de bola es más económico, más rendidor y limpia a profundidad.

¿Ve cómo los de Planeación sí tenían razón?

Si siguió con juicio mis consejos no ha gastado al mes más de 80 mil pesos y todavía le quedan 110 mil para darse gusto, porque, hay que reconocer que por este esfuerzo creativo, merecemos así sea una botellita de cocochévere que vale 3 mil pesos.

Después de este descubrimiento --que seguramente revolucionará la economía familiar en el país-- enviaré un mail a Planeación Nacional para decirles que reconsideren. Que no sean sátrapas. Que no se puede llamar pobre no a ese que gana 190 mil, sino a los que ganen menos de 90 mil.

Lo que me preocupa en realidad, es que la barriga de Angelino Garzón, ese adalid que da la lucha a diario por reivindicar los derechos de los menos favorecidos, no parece una barriga que se construya con pastas, arroz de afrecho y frutas pasadas. Ahí debe haber algunos cuantos cortes de carne de res, de cerdo, de pavo importado, de chorizos españoles y de embutidos italianos. Porque como dice la canción de Diomedes Díaz: en el mejor de los casos, con los 190 mil, la carne la veremos en televisión.