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DOCTOR SANTOS: Por la consecución de la paz deponga la fogosidd

Semana
2 de diciembre de 2011

Señor doctor

JUAN MANUEL SANTOS

PRESIDENTE DE COLOMBIA

E.S.D

 

Apreciado Señor Presidente:

Desde el inicio de su mandato como Presidente Constitucional de Colombia he seguido sus pasos, más que todo en lo referente al conflicto armado que tanto pero tanto daño ha causado al pueblo de Colombia desde hace más de medio siglo.

No entro en detalles sobre las razones de éste porque se han escrito a través del tiempo centenares de informes  sobre el particular, todo está dicho.

Lo conocí a usted cuando era pequeño e iba de la mano de su papá, el inolvidable Don Enrique Santos, cuando en esa época  era Jefe de Redacción de EL TIEMPO  y yo redactor militar del periódico. Debo gratitud tanto a Don Enrique su amado padre como a don Hernando ya que por su generosidad y nobleza me ayudaron a vivir y  descollar en mi profesión.

Quiero dejarle muy claro, Señor Presidente, que no soy nadie para decirle qué hacer o qué no hacer para traerle la paz a Colombia con la cual como un volador emprenderemos una nueva vida y colocaremos a Colombia en el concierto internacional en donde merece estar.

Soy un hombre de 74 años y tengo más la muerte adelante que la vida.

Jamás me he tomado el atrevimiento de dirigirme a ningún presidente por escrito, aunque acompañé como periodista político de algunos medios a tres de ellos, Turbay, Carlos Lleras y Pastrana, a quien  cuando tenía 16 años  en Manizales le hice un reportaje  en LA PATRIA donde era redactor por aquel entonces, creo que en 1972, cuando visitó esa ciudad. Ese reportaje, histórico, aparece en el libro PERIODISTA GRADUADO de mi autoría.

La carta, Señor Presidente, es para decirle con todo el respeto que usted me merece, que deponga el lenguaje público que todos los presidentes del último medio siglo han tenido respecto a las FARC.

Cierto es que esos hombres en el fondo no tienen la culpa, especialmente los guerrilleros rasos, de estar inmersos en esa institución, las FARC, pues la desesperación económica quizá los han llevado a formar parte de sus filas o su falta de talento o juvenil emocionalidad, qué se yo qué más.

Cierto es también que los comandos de las FARC han cometido gravísimos delitos quitándole la vida a gente inocente, pero, al fin y al cabo ellos pensarán que en la guerra todo es válido, como también lo hacen los soldados cuando en combate dan de baja a colombianos o han cometido injusticias contra inocentes ciudadanos, injusticias contra centenares de indefensos hombres  dentro de los llamados falsos positivos y que usted conoció cuando era nuestro Ministro de Defensa.

No trato de ninguna manera de defender la presencia de los insurgentes en territorio colombiano pues soy un hombre público y demócrata, pero si me atrevo a decir aquí que en los dos bandos hay razones para combatir.  Y si no se hace nada equilibrado para detener esta matanza entre nosotros mismos en el futuro le esperará la muerte a miles de nacionales de un  lado y del otro  dejando tras de sí una huella fúnebre  de dolor en el país y en sus propios familiares.

Su juvenil fogosidad en las palabras o mensajes  estimo que ni quita ni pone en la conciliación. Amenazas van y amenazas vienen, creando así un clima de zozobra en los colombianos., y al final correo el riesgo de igualarse  poniendo en entredicho el equilibrio del Estado.

Quizá un poco más de prudencia en sus anuncios públicos puede coadyuvar a tranquilizar los ánimos de unos y otros y ella puede ser portal para comenzar a pensar en  la  paz, al fin y al cabo usted es portavoz  de  la legitimidad que consigo tiene el Estado y representa a 45 millones de colombianos que si se entrevistan quizá en su mayoría no están de acuerdo con su natural fogosidad pública en torno al conflicto armado. Alguien me decía jocosamente que usted se parece a un papá regañando y amenazando a los niños.

Sus frases publicadas en el sector mediático nacional e internacional  hay veces acaloradas  le dan la vuelta al mundo y en sí no solucionan nada y crean desconcierto a nivel mundial, desconcierto que quita la confianza que los colombianos deberían tener en el exterior.

Pienso que las FARCS tienen sus propios canales de comunicación y sirviéndose de ellos se les  puede decir lo mismo sin  involucrar a los colombianos que de por sí tenemos tantos problemas, entre ellos la lucha diaria para conseguir el pan que aquí es tan difícil lograr, Señor Presidente, pues  usted no ha vivido dentro de esa briega porque gracias a Dios todo lo ha tenido, pero no así los 35 millones de pobres-pobres que vivimos en su Patria.

Anunciar el gobierno que va a dar muerte a más colombianos dentro de la lucha  con la insurgencia crea un clima de zozobra entre los familiares de esos muchachos que a mala hora se metieron a la guerrilla y que usted como padre putativo de los colombianos debe comprender.

No tengo sé cuáles son los métodos para lograr la paz, pero en mi mente está la idea de que si se evita hablar de la guerra en público, el ambiente comienza a moderarse, como dice el refranero popular: “En casa del ahorcado no se nombra la soga”

Esta carta espero coadyuve un poco a mitigar la guerra mediática entre ustedes los  combatientes  que hay veces causa más daño que la bélica, doctor Santos, usted  es un hombre de talento, no lo ignora.

 

Respetuosamente,

LUIS HERNANDO SALGUERO FLOREZ

TARJETA PROFESIONAL DE PERIODISTA 0052

CEDULA DE CIUDADANIA 5383666

hernandosalguero@hotmail.com