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EL FINAL OPROBIOSO DE LA MAL LLAMADA REFORMA A LA JUSTICIA

Semana
24 de junio de 2012

Escuchando las intervenciones del congresista, doctor Alfonso Prada Gil, como ponente de la reforma en la camara de representantes, sentí que existían garantías serias para que ella no se saliera del marco constitucional propuesto inicialmente y que personas de su talante nos permitían estar tranquilos.  Conocemos de antemano los riesgos que corren estos actos legislativos en un congreso acostumbrado a cobrar por ventanillas sus alianzas. Al final, todo se fue a la basura, se legisló para favorecer los intereses de los propios congresistas y el proyecto resultó ser un penoso ejemplo de lo que no debe ser el congreso, para no hablar de las incoherencias jurídicas que se plasmaron en el texto final.

La reforma aprobada no ha podido ser peor. El congreso y el ejecutivo permitieron que las voces que alertaron sobre el engendró terminaran teniendo la razón y el esperpento tuvo que ser objetado por el presidente, en un malabarismo jurídico  que aun no está claro desde la perspectiva constitucional. Como suele ser costumbre frente a la reacción popular,  las redes y la prensa,  le salió al quite a la misma,  atendiendo a su pragmatismo con tan buenos resultados políticos en su trayectoria pública. Recordemos que el presidente dijo alguna vez: quien no cambia de opinión es un imbécil. Por ello  expresó en la alocución televisada las razones que tuvo para no sancionar el acto legislativo  y  reconoció con gallardía que el texto resultó ser un alfombra que permitiría la impunidad en los procesos en curso más importantes para la nación, además, que la misma no es coherente y  lo que es peor está llena de micos que camuflan una entramada de intereses, cargados de favorecimientos muy puntuales.

Está semana tuvimos pena ajena, como suelen decir las señoras. Las responsabilidades comprometen seriamente al ejecutivo, al ministro y a los congresistas por supuesto. La aplanadora legislativa liderada por el gobierno ha quedado muy mal y se perdió la oportunidad de hacer una reforma a la justicia que eliminará tanta impunidad, evitará el choque de trenes, aplicará la tutela a las sentencias, propugnará por la descongestion de los despachos judiciales, eliminará la comisión de acusaciones y reformará el consejo nacional de la judicatura.

Señores, el congreso es una institución demasiado importante para dejarla en manos de los parlamentarios. Es necesario para el funcionamiento del estado. En materia de reformas a la justicia el congreso ha cumplido la tarea, revisen seriamente y comprobarán que tengo la razon. Que lo sucedido sirva de escarmiento a los señores congresistas y estaremos expectantes cómo se resolverá este galimatías. Amanecerá y veremos.