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EL REGRESO DE LA CRISIS ECONOMICA

Semana
24 de agosto de 2011

Hace algunos días un columnista dominical de un diario bogotano decía que Keynes había vuelto a morir, porque cuando se presentó la crisis en el sector financiero de hace tres años, los gobiernos habían incrementado el gasto público para evitar la recesión y reactivar la economía y ahora nuevamente, comenzando por Estado Unidos, varios de los países del llamado “primer mundo” como Italia, Portugal, España y otros de la antigua “cortina de hierro”, están haciendo cola detrás de Grecia para caer en la grave situación de estrangulamiento fiscal por la imposibilidad de pagar la deuda.

 

En esta columna lo dijimos en el 2008: las medidas de intervención para salvar el sector financiero y especialmente a los especuladores internacionales del dinero, que los gobiernos adoptaron para aliviar el impacto,  lo único que lograrían era posponer el anunciado y fijo fracaso del modelo de globalización financiera que ha impuesto en el mundo el Capitalismo Rentista, bajo el amparo de la Reserva Federal de Estados Unidos. No es tanto por Keynes, sino porque no se debe desconocer el papel y la importancia del Estado como ente rector de los procesos económicos y sociales.

 

El gasto público no se debe mirar simplemente así, a rajatabla; una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, como decía el filósofo del cuento. Depende del destino y del objetivo del gasto para evaluar el efecto deseado en la economía. Era de esperar que el incremento del gasto fiscal para salvar al sector parásito de la economía y a los especuladores del dinero, no traería beneficio en materia de reactivación y sostenibilidad de los procesos en el largo plazo. Esto sólo se logra, si dicho aumento se destina para recuperar y fortalecer el aparato productivo.

 

Los neoliberales, como el columnista de marras, se obstinan en defender un modelo económico que tarde o temprano caerá, arrasando todos esos capitales especulativos que tanto daño le han hecho a la especie humana. La caída de las bolsas no perjudica a los pobres; estos ya están perjudicados desde hace un cuarto de siglo, precisamente, porque los grandes capitales han logrado ganancias y la acumulación excesiva concentrando la riqueza sólo en algunos pocos individuos de la especie, mientras la gran mayoría de la población mundial se ahogan en el desempleo y la consecuencial pobreza. No es que el daño a los ricos produzca alegría; pero, si bien es cierto que para que los Estados endeudados puedan cumplirles a los especuladores con los pagos, ellos acuden al sacrificio de los pobres, sí se siente un fresquito por el acercamiento del derrumbe del modelo que trae el regreso de la crisis económica.