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EN COLOMBIA SE BAILA EL FUTBOL.

Semana
31 de julio de 2011

Cuando comenzó la Copa América en Argentina, una prestigiosa marca cervecera colombiana sacó una propaganda con el siguiente texto: bienvenidos al país en el que se baila el fútbol. La escuché y pensé que podría ser un presagio de un resultado no deseado en el logro de nuestra selección, como evidentemente lo fue. Cuando los jugadores en lugar de desempeñar sus funciones en la cancha – si los goleadores no hacen goles, y si los porteros no tapan, por ejemplo-  y se dedican a “bailar” lo que resulta es una coreografía bonita pero de efectividad deportiva poco, así lo pudimos ver. Esta particular actitud la podemos observar en algunos otros colombianos, quienes no hacen lo que se debe, especialmente en el orden de lo público.

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En la administración pública encontramos a un ministro de salud que por andar “danzando” para la reelección de su jefe descuidó el sector a su cargo, para al final de los ocho años improvisar, aun más, una emergencia social desatinada para tratar de no entregar un sistema de salud en coma, como efectivamente lo entregó. Podemos ver a unos directores de impuestos que, ante el cobro seguro de impuestos de los ciudadanos comunes vía retenciones por salarios e IVA, por las compras de los bienes de la canasta familiar, no les exigieron el pago de impuestos a conglomerados empresariales llenos de contratos con el Estado como los Nule,  a pesar de las tempranas advertencias; además, permitieron sin control el reintegro de beneficios tributarios a empresas inexistentes en cantidades astronómicas; otros que no atajaron goles. Encontramos a un ministro de transporte que, por andar en los caminos de los beatos, no construyó la infraestructura vial que el País necesita con miras a desarrollar con éxito los tratados de libre comercio que se han suscrito.  Tuvimos la oportunidad de observar a un “Zar anticorrupción” que, en el pasado gobierno, se encontraba en el baile equivocado, la corrupción campeaba en el  salón de al lado pero que la música en el propio le impidió saber que en ese había un gran festín.

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El País de la bullanga también inspira a otros danzarines,  aquellos que buscan excusas cuando se ven pillados por posibles irregularidades en sus gestiones. Arguyen que la música de su zapateo era otra. Por esta vía personajes como el alcalde Moreno y el ex ministro Arias han jugado su defensa. Los dos han dicho que los problemas de la contratación en sus entes no son sus responsabilidades ya que ellos no firmaron los contratos. Otros que bailaron en lugar de administrar. Fueron, uno elegido y el otro designado, para ser directores técnicos de sus equipos y no lo hicieron,  ahora manifiestan que eran los “aguateros”.

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Algunos medios de comunicación que, en el pasado reciente, no informaron con objetividad, armaron tramoyas para un ballet del gobierno, que al parecer lucía espectacular y cuyas figuras, en el fondo, no correspondían a muy armónicos compases sino a pasos de un animal grande, uno que devoraba a la decencia. Así, algún sector de la prensa bailoteó y no informó con responsabilidad.    

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Existe otro “toque-toque” en la clase política, aquellos que conforman equipos propios que se adueñan de los campeonatos, en lugar de jugar un partido común para bien de la comunidad en general. Son los alcaldes municipales que eligen a su sucesor y, superado ese periodo intermedio, regresan a sus cargos, utilizando la contratación oficial como instrumento de poder electoral. No juegan a utilizar con beneficio social los recursos públicos, se sumen, y con los dineros de las regalías con mayor ahínco, en la “danza de los millones”.  Construyen elefantes blancos, que son más rentables en materia de comisiones, en lugar de atender las necesidades básicas de sus pobladores, sumiéndolos aún más en la pobreza. Ya el presidente Santos lo advirtió, en las próximas elecciones hay que buscar buenos jugadores no coreógrafos de la corrupción.

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En algún momento debemos hacer lo que tenemos que hacer. Los ciudadanos sabiendo votar, los funcionarios públicos administrando con eficacia y la Sociedad Civil, junto con los órganos de control y  la prensa, ejerciendo vigilancia sobre lo público. Sí nos dedicamos al folclore, en un término peyorativo, y no a actuar con responsabilidad, nuestra pérdida podría ser como las de algunas estatuas de figuras femeninas de la antigüedad que han perdido más que la copa.

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