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¿FISCALES CÓMPLICES O COBARDES?

Semana
11 de mayo de 2012

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Los fiscales que conocieron el caso de la banda de atracadores de la Av. 68 están en mora de explicarle al país las razones por las que se abstuvieron de judicializar delincuentes tan peligrosos; es absurdo que tres de ellos hayan faltado a su deber de castigar a quienes han demostrado ser capaces de asesinar por robarse cualquier objeto, dejando familias enteras desprotegidas y sumidas en la tristeza y la miseria.  No se puede enviar el mensaje de que el crimen si paga.

 

Aquí no son aceptables las excusas ni los pésames, ni se puede seguir permitiendo la impunidad y con ella, más temprano que tarde, el surgimiento de grupos criminales que en otras ocasiones y con la excusa de salvarnos y protegernos han tomado la justicia en sus manos, grupos que son la respuesta de una sociedad a merced de la delincuencia de todas las pelambres, que no encuentra respuesta en quienes deberían protegerla. Los ejemplos abundan y las consecuencias de sus actos nos seguirán doliendo muchos años más.  No podemos permitirlo.

 

Es comprensible el desánimo de la policía al ver que arriesgan la vida capturando criminales solo para enterarse algunas horas más tarde de que los cómplices de toga que tienen, delincuentes aún mas peligrosos que los capturados por estar investidos de autoridad y confianza, protegen a los **bleep** en perjuicio de quienes honestamente y pese a todos ellos, pretenden hacer patria con su esfuerzo y su trabajo.  

 

El verdadero problema de Colombia es la falta de justicia, caldo de cultivo en el que florece lo peor que esta sociedad puede producir. La verdadera revolución consiste en hacer que la justicia pronta y eficaz exista más allá del papel y los discursos, mientras tanto seguiremos estando condenados a los carruseles, las coimas, los atracos, los secuestros y asesinatos, los ataques con ácido, las bombas y las balas perdidas.  Que se pronuncien las autoridades competentes. Que se nos demuestre que existen algunos capaces de hacer caer todo el peso de la ley sobre quienes la infringen.

 

C. Fernando Márquez M.