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Implantes Sociales: La historia detrás de los implantes mamarios

Semana
5 de abril de 2012

Y a usted como le gustan las tetas de la mujer? pequeñas o grandes? y si grandes una talla 36 o 38 estaría bien? No piense tanto al responder, no necesita mucha información para saber que a tod@s le gustan grandes.

 

En medio de la crisis médica desplegada sobre los implantes mamarios  manufacturados y distribuidos por la empresa francesa Poly Implant Prótesis y la empresa en Holanda ROFIL Medical, y posterior a la muy tardía Resolución 258 de Febrero 16 de 2012 del Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, mi madre (una de las 14.000 mujeres en Colombia con PIP) se retiró los implantes mamarios, que llevaba desde hace 7 años, por presentar rupturas e infiltración de silicona en uno de sus ganglios axilares.

 

Y aunque este debe ser el caso de muchas de las 300.000 mujeres que en el mundo tienen esta clase de prótesis, lo difícil de la situación para mi madre, fue tomar la decisión de no reemplazar las prótesis. La gran mayoría de médicos, familiares, amigos, conocidos, desconocidos y todo aquel que quiso opinar, le aconsejaban implantarse nuevas prótesis.  Mi hijita, piense en su esposo, le decía mi abuela!

 

Con el propósito de apoyar a mi madre a tomar una decisión fundada, encontré un artículo de revisión avanzada, escrito por Judith E. Puskas y Matthew T. Luebbers, llamado “Implantes de Senos: lo bueno, lo malo y lo feo. ¿Puede la nanotecnología mejorar los implantes?”. Esta revisión avanzada es el trabajo de un equipo de investigadores cuyo trabajo ha sido apoyado por la Fundación Nacional de Ciencia, el Instituto Nacional de Cáncer de los Institutos Nacionales de Salud y el Instituto Austen de Bio-innovación en Akron, AIBIA.

 

El interés de los autores en el aumento y reconstrucción de senos empezó una década atrás cuando escucharon un programa de radio Canadiense en donde casi todas las mujeres que habían tenido aumento de senos citaban la influencia de presiones sociales como los que expresan los medios de comunicación sobre la imagen del cuerpo, y a su vez, la presión de sus parejas y colegas. En cuanto a las mujeres que recibieron los implantes con propósitos reconstructivos, mayormente sobrevivientes de cáncer después de la mastectomía, presentaban cargas emocionales por su enfermedad.

 

Puskas y Luebbers, señalan que la vulnerabilidad de las muchas mujeres recibiendo implantes mamarios, junto con el desconocimiento frecuente de las complicaciones asociadas y de las tasas de posteriores intervenciones, es particularmente determinante al momento de tomar la decisión de aumentarse el tamaño del busto.

 

¿Pero qué es eso que no se le dijo a mi madre y que no se le dice a ninguna mujer que decide someterse a una mamoplastia de aumento?

 

Para empezar, nadie nos dice de dónde provino la idea de aumentarnos el tamaño de los senos, ni cómo fue el desarrollo de los implantes.

 

Buscando respuestas encontré en Puskas y Luebbers, un recorrido de la historia de los implantes mamarios, en donde se pueden deducir varias respuestas. “Excluyendo cortos periodos de tiempo en los siglos 15 y 20, cuando la mujer mostró poco énfasis en el tamaño de los senos, los senos de tamaño grande han sido asociados con la percepción de la belleza femenina, prevalente en muchas culturas desde el comienzo de la historia registrada. En un intento por conformar estos estándares, la ropa ha sido tradicionalmente usada por muchas mujeres acentuando y exagerando el tamaño de los senos. Debido al cubrimiento de los medios y las presiones sociales de hoy, el rol del tamaño de los senos en el ideal de la belleza y la práctica de la mejora a través de la ropa, han alcanzado nuevos estándares.

 

Desde el final del siglo 19, la cirugía de aumento de senos ha sido investigada para proveer una permanente alteración. En 1895, Vincenz Czerny realizó la primera mamoplastia de aumento reportada, usando un linfoma benigno tomado de la cadera de la paciente y en 1889 Robert Gersuny empezó experimentando con inyecciones de parafina.  A través de la mitad del siglo 20, una colección de materiales fueron implantados (por ejemplo: marfil, lana, caucho molido, el cartílago de buey y bolas de vidrio) o inyectados (por ejemplo: cera de abejas, jalea de petróleo y aceites de silicona) por los cirujanos en los senos de las pacientes. Estas pruebas preliminares de aumento de senos casi siempre resultaron en desastre, produciendo senos distorsionados, duros e innaturales y a menudo sometiendo a la paciente a la desfiguración o complicaciones fatales.

 

Entre los años 50`s y 60`s se desarrollaron y clínicamente se probaron los más exitosos polímeros de implantes de senos. Un ejemplo de este tipo de prótesis es la esponja Ivalon, que fue construida a base de alcohol polivinílico reticulado con formaldehido. Pero pronto se descubrió que la estructura porosa de la esponja Ivalon permitía el crecimiento del tejido que eventualmente causaría distorsión del seno, reducción del volumen, y endurecimiento del implante cuando la cicatriz del tejido contractara el implante. Por esta razón, el modelo posterior de los implantes Ivalon fueron encapsulados con polietileno, pero estas bolsas se asociaron con acumulación de fluidos, infecciones y fistulas.”

 

Capsulas de silicona recubiertas con espuma de poliuretano fueron desarrolladas en los 70`s y usadas extensivamente hasta principios de los 90`s cuando preocupaciones sobre la degradación de los bio-productos llevó a la remoción del mercado de los Estados Unidos.

 

A principios de los 90`s, el cubrimiento inflamatorio de los medios estadounidenses, principalmente a través de un programa de televisión, en el que se detallaron historias personales insinuando conexiones entre los implantes de silicona y enfermedades autoinmunes, estalló en una crisis denominada “crisis de silicona”. La crisis puso en la mirada nacional la práctica aceptada de cirujanos plásticos implantando dispositivos con una vida limitada en un extenso número de pacientes sin información científica adecuada o el conocimiento de cómo esos materiales implantados podrían interactuar con el cuerpo.

 

La crisis generó la necesidad de reunir más información científica y entender las interacciones entre la silicona y los tejidos. Llevando a que las regulaciones sean más estrictas, haciendo mucho más exigente el trabajo de los científicos, en pro de la seguridad de los pacientes. Pero lo más sorprendente de toda la crisis, o como los autores lo indican, lo más aterrador, fue que después de que la FDA Administración de Drogas y Alimentos sacará una moratoria sobre los implantes de silicona, y de que se diera toda la crisis mediatica, la demanda del público por implantes de senos ha continuado incrementando.

 

Después de la crisis, y llevados por el miedo e incertidumbre de los cambios metabólicos que se podrían dar por la interacción entre la silicona y el cuerpo, se empezaron a investigar materiales alternativos para el relleno de los implantes, principalmente aceite de soya y varios hidrogeles. Estos implantes, denominados trilucent sufrían de adsorción y migración de lípidos a través del material de la corteza, afectando la resistencia mecánica del implante, elevando la incidencia de contractura capsular. Lo que llevo, a que después de varios reportes desfavorables, la manufacturera de estos dispositivos los sacara del mercado en 1999. En el 2000, la MDA Agencia Medica de Dispositivos sacó un comunicado estipulando que todas las mujeres con implantes Trilucent debían removerlos como una medida de precaución.

 

Fue en este mismo tiempo, que tres implantes de senos rellenados con hidrogel fueron investigados, incluyendo PIP. En Junio 22 de 2000 el Departamento de Salud y Servicios Humanos, a través de FDA de los Estados Unidos remitió una carta de advertencia a la manufacturera PIP, en la cual se estipulan 11 fallas encontradas en una inspección a la fábrica, revelado que los implantes se encontraban adulterados.  Los implantes PIP fueron prohibidos en los Estados Unidos en el 2000, y en Europa en el 2010 por el “alto riesgo de ruptura y subsecuente liberación y distribución del gel de la silicona”.

 

No es desconocido hoy, gracias al enunciado de la Sociedad internacional de Cirujanos Plásticos ISAPS, que la silicona usada en los implantes PIP era silicona industrial y que además las tasas de ruptura de los implantes PIP es 5 veces más alta comparada con otros implantes. Lo frustrante de todo este asunto es que en Colombia, así como en otros países de Latinoamérica y en Francia, se adoptó la decisión de remover los implantes solo hasta Febrero de 2012, peor aún, no se tomaron en cuenta las 11 fallas que encontró la FDA en el 2000, las cuales llevaron a la decisión de prohibir la entrada de los implantes a los Estados Unidos, y no se actuó inmediatamente conforme a la alerta emitida por el INVIMA cuando sacó del mercado las prótesis y canceló el registro sanitario en Abril de 2010.

 

El estudio realizado por Puskas and Luebbers, resalta que desde la “crisis de los implantes de senos” de los 90´s muchos puntos positivos han surgido. “Los implantes de senos son uno de los dispositivos biomédicos más estudiados y la educación al paciente es más completa y sofisticada.” Sobre la educación al paciente, me gustaría pensar que así es, pero los hechos actuales de la “nueva crisis de implantes de senos PIP” me hace pensar lo contrario.

Cientos de mujeres se encuentran ingenuas ante la idea de tener que reemplazar las prótesis en un periodo de 6 a 7 años, algunas creen que tienen prótesis que duran 20 años o para toda la vida. Otras desconocen las complicaciones asociadas con los implantes de silicona tales como la contractura capsular, la difusión de gel, rotura de la cápsula, arrugas, flacidez, y asimetría.

 

Con este recorrido, a mí me queda claro, que apoyar a mi mamá en la decisión de no implantarse, es una decisión segura e informada. Aunque para amigos/as, colegas, familiares, vecinos, los medios, y hasta el cirujano, sus senos pequeños no sean representación del estereotipo de la belleza femenina y sea mejor pasar por el quirofano, cuantas veces sea necesario y cada vez que se mejoran los dispositivos, o que se dan cuenta de que no son seguros para la salud.  ¿Será que todos andan desinformados?

 

Nathalie Rengifo, es estudiante del programa Mujeres en Políticas y Política Pública de la Universidad de Massachusetts Boston.