Home

Expertos

Artículo

LA ECONOMÍA DE LA BUENA, BUENÍSIMA, VOLUNTAD

Semana
24 de marzo de 2012

LA ECONOMIA DE LA BUENA, BUENÍSIMA, VOLUNTAD

                                                                                                                                “Siendo honesto, de los honestos es de 

                                                                                                                                  quienes debes cuidarte, porque

                                                                                                                                  nunca sabes cuándo van a hacer

                                                                                                                                  algo verdaderamente estúpido”

                                                                                                                                                                       Jack Sparrow    

 

Que tire el primer rechazo el que no quiera abolir la pobreza, lograr la paz para todos, la cura del cáncer, derrotar la injusticia, cuidar  a los huérfanos y que el amor triunfe sobre el odio. Todos opinamos que así debería ser.

 El “Deber Ser” de la vida generalmente se aparta del “Ser” real de la misma, porque en el mundo de los seres humanos los ideales son el soporte de las constituciones y los discursos pero las acciones son el soporte del bolsillo y los placeres.

Cuando se habla de dinero y placer obtenido con discurso moralista, de inmediato,  a la cabeza de cualquiera se viene la figura del político bonachón y sonriente en elecciones que posteriormente sufre de amnesia sobre sus promesas y cuyos abrazos a las ancianas y huérfanos de antaño desbordantes, ahorra luego solamente para momentos de crisis. Sí, el político es por contraposición, el ejemplo que eleva nuestros espíritus por encima de esa indigna y manoseadora forma de ser. Es esa contraposición moral la que impulsa a las críticas y a los reproches, a las marchas, a las consignas, a las columnas de opinión como esta, a los artículos de denuncia y descubrimiento -que dicho sea de paso, se han convertido en mejor justicia que la estatal- y por supuesto a organizaciones pro defensa de cualquier cosa. Pasillos, calles, conversaciones telefónicas, tertulias pero sobre todo los debates radiales viven de esa contraposición moral, de esa digna posición de crítica ante la corrupción.

Vuelvo a decir: que tire el primer rechazo quien no odie la corrupción. Todos, sobre todo públicamente, somos dignos representantes de la moral y la honestidad, pero… ¿Quién cada elección vuelve y elige a los mismos con las mismas y en las mismas o a sus familiares? ¿Quién se lee realmente los programas de propuestas y no se deja llevar por la propaganda? ¿Alguno no da su voto a cambio de un puestico o una beca o alguna que otra arandela? ¿No se siente bien estar en el equipo ganador? ¿No fue emocionante darle la mano al candidato o candidata y aceptar su sándwich y gaseosa y la camiseta para el oficio el domingo? Mmm, dignidad desde y hasta, pero profundamente el análisis no resiste mucho el distanciamiento moral de lo que elegimos de lo que somos. Merecemos los huecos, herencia de tres socialistas gobiernos bogotanos; merecemos los nulerobos; merecemos los nombramientos a dedo con sus correspondientes y carísimas consultas meritocráticas en las que nunca ganan los más aptos sino los más palanqueados; merecemos el tsunami de subsidios que terminarán por colapsar al país pero bajo otro mandato, de tal modo que este quede como un adalid social, porque eso de la discriminación positiva suena bien en los medios así a la larga no sirva sino para hacer de nuestro país un conglomerado de espíritus mendigos y que los grupos minoritarios no se ganen su lugar por merecimiento sino por lástima legalizada; merecemos que a Colombia lo gobiernen los titulares de las noticias y no un verdadero y sólido programa de gobierno; merecemos que las ayudas a damnificados por lo que sea, se pudran en nuestra conciencia como se pudren encerrados por políticos que no saben ni hablar pero gobiernan tan mal como los que se preparan en las universidades para robar con altura; porque lectores, la buena voluntad, lo mejor que se pueda, las buenas intenciones, son el condimento de los discursos de los mediocres que no tienen la intención de pasar de ahí, de la buena voluntad y que dictan políticamente el movimiento de la economía de su remendado bolsillo.

Pero volvamos a las preguntas de las elecciones  que hacemos ¿No le gusta su salario, la subida de la gasolina, los trancones, los billorobos de cuello blanco, los atracos, la creciente inseguridad, los impuestos por todo, subsidiar de todo y no recibir nada porque usted no es rico empresario, que los dueños de los servicios no le respondan y si le cobren lo que no usó o que no termine de recibir su sueldo cuando ya debe la mitad del venidero? Qué pena, pero usted eligió ya sea por depositar su voto o por dejar de hacerlo, la vida que tiene, así como elige su shampoo no por bueno sino porque la marca o la promoción lo dictan. Pero si usted de casualidad era del partido perdedor, no se lave las manos, que en esa lista había de lo mismo pero con otros nombres. Pero si aún así apela a su buena intención y al argumento de escoger de lo malo lo menos malo, cierto. Se de muchos que hicieron lo mismo y están igual de molestos, porque pertenecen a la mitad del sándwich que le toca subsidiar pero no recibe, paga impuestos y no son ricos para que el asunto no los toque. Les gusta que ya se sepa la verdad de los ministros pasados pero detestan tanta inseguridad actual, se sienten engañados por tanta mentira en cifras del pasado, pero detestan las actuales frases que suenan bien y no dicen nada, descansaron de tanto personaje tenebroso en el pasado pero les incomoda tanta improvisadera del presente. Buenas personas que eligieron entre lo malo lo menos malo y reciben o recibimos lo que merecemos. Usted, ustedes, yo, nosotros, vivimos en la comodidad de la gente buena que se queja, pero aparte de eso no hacemos nada. No tenemos la capacidad de elegir lo técnico, lo gerencial, lo sistemático, de siquiera proponerlo, porque esperamos que nos lo propongan. Estamos condicionados a vivir con la esclavitud del espíritu tercermundista, rico en críticas, desbordado en improvisar, amoldado a pensar que la libertad significa no trabajar o llegar a un puesto alto para no trabajar, pensando que el dinero de fácil venida es la salida, que si eres pobre debes odiar a los ricos y si eres rico debes despreciar a los pobres, que si surges debes humillar a los que antes eran de tu estrato y que si por fortuna eres una buen persona te tilden de inocente que realmente quiere decir que eres un idiota.  Sí, viva la economía de la buena, buenísima voluntad, donde lo que se pudo, depende de lo que no se planeó.

                                                                                                                                             

Natalia Laverde (Greenink7657)