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LA POLÍTICA EN COLOMBIA: DEL ESCEPTICISMO A LA INCREDULIDAD

Semana
9 de julio de 2011

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LA POLÍTICA EN COLOMBIA: DE LA FRUSTRACIÓN A LA INCREDULIDAD


Popayán, julio 8 de 2011


El ambiente político en Colombia está marcado por el escepticismo. Se respira frustración e incredulidad entre la juventud. Los adultos más conscientes rechazan la actividad política al identificarla con corrupción y clientelismo. El grueso de la población que vive en condiciones de pobreza y miseria vende su voto – sin recato alguno – al mejor postor.

 

Todo está preparado para que las maquinarias políticas tradicionales y el dinero de las mafias narco-corruptas, obtengan triunfos frágiles y precarios en las elecciones regionales de octubre de 2011. El botín de las regalías y las transferencias está en su mira.

 

Ha surgido entre la mayoría de actores políticos – incluidos sectores democráticos y de izquierda – una actitud que acepta la existencia de ese difícil contexto pero se amolda y transige con las prácticas politiqueras en boga. Parecieran decir: “Si no puedes, alíate con tu enemigo. Después veremos”. 

 

Está a la baja la política basada en ideas. Los únicos ejercicios electorales que sobreviven de las recientes olas democráticas frustradas, la “amarilla” y “verde”, son los de Petro en Bogotá y Fajardo en Antioquia. Son excepciones. Posiblemente naufraguen frente a la fuerza de los aparatos políticos y del dinero que corrompe la voluntad del elector.

 

La incapacidad del Polo para enfrentar la corrupción infiltrada sumada a la imposibilidad de Mockus para ir más allá de sus métodos no tradicionales, nos han conducido hacia una especie de “túnel sin salida”. De otro lado, la evidente “caída” de Uribe ha frustrado a amplios sectores de la población menos informada y más ingenua. “Ni por la derecha ni por la izquierda”, me decía un amigo. Ello ha llevado a un “estado de estupor paralizante”, casi inamovible. Ni el voto en blanco se ve como salida.

 

El arte en las próximas elecciones regionales y locales consiste en llegarle a los amplios sectores abstencionistas para que castiguen a los políticos corruptos. La consigna es impedir que quienes han robado los dineros públicos se mantengan al frente de las administraciones departamentales y municipales.

 

El político que se posicione como “el más decente”, “confiable”, “menos corrupto” o “creíble”, y que consiga mover un sentimiento anti-corrupción, podrá salir elegido. No es fácil, tampoco imposible.

 

Si en ese contexto se logran posicionar temas importantes para cada departamento o municipio como los relacionados con la entrega de recursos naturales a las empresas mineras transnacionales (caso de Santurbán en Santander o la Colosa en Tolima), u otros temas específicos de gran impacto, ello sería un gran avance. “Del ahogado el sombrero”. ?