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"EL DOCTORCITO DE LOS DESCALZOS": ASÍ LLAMAN AL MEDICO-CARDIOLOGO JUAN CARLOS MESA EN PEREIRA

Semana
15 de julio de 2011

 

(CRONICA DE HERNANDO SALGUERO FLOREZ, PEREIRA)

Es imposible de creerlo, pero todavía hay médicos a imagen y semejanza del médico venezolano doctor José Gregorio Hernández en este mundo del desalmado y frio Siglo XXI.

Nadie lo ha dicho en Pereira, pocas personas lo saben.

Conozco desde hace unos quince años al doctor Juan Carlos Mesa, brillante médico Risaraldense quien ejerce como internista y cardiólogo en Pereira.

Muchas pobres de solemnidad, entre ellos yo, lo llamamos “el doctorcito de los descalzos”.

Es más alto de estatura, que bajo; ni robusto ni muy flaco. Quien lo ve en la calle lo confunde con cualquier parroquiano por su apariencia sencilla y su porte bonachón.

El doctor Juan Carlos recibe centenares de llamadas telefónicas de pacientes en estado de absoluta pobreza a quien con desprendimiento, con amor, con entrega y con profesionalismo no solamente les oye sus quejas sino que los receta sin exigir nada a cambio, pero si él se da cuenta que el problema es grave los atiende en su consultorio sin cobrarles un solo centavo, y además, para completar la obra de caridad, les regala la medicina, unas veces con muestras medicas que recibe a diario y otras con dinero de su propio bolsillo.

Los que me han contado, se abisman de la ilimitable generosidad de este risaraldense sacerdote de la medicina.

“Puede uno llamarlo las veces que quiera, y siempre tiene la palabra y el nombre del medicamento a flor de labio para ayudar a quien lo necesita sin pedir nada a cambio, ese doctorcito se parece al beato venezolano José Gregorio Hernández, y es justa la comparación”, me dijo en la Plaza de Bolívar de Pereira una anciana vendedora callejera de confites que se gana entre cuatro y cinco mil pesos diarios, nada más.  

“Vea”, agrega agradecida, “si no fuera por el doctorcito de los delcazos, el doctor Mesa, lo más seguro es que me hubiera muerto hace mucho tiempo, Usted sabe lo desalmados que son en el hospital los médicos y enfermeras”.  Me contó la anciana cuando, de paso, le compre un dulce.

Pero esta humanitaria acción, la desarrolla el el brillante internista y cardiologo en perfecto silencio.

Inclusive, un pobre lustrabotas me contó que “el doctorcito cuando mi hijo estaba enfermo fue a la casa, me lo recetó, me le regaló la droga, Dios lo ha de bendecir”, me dijo en tono agradecido.

Un  vendedor de frutas me relató que “el doctorcito, en más de 20 años que hace que lo conozco, jamás se ha negado a hablar conmigo cuando lo llamo, siempre está pendiente de uno, nunca me ha dicho la consulta vale tanto. Ese doctorcito es un santo, pero no hace escándalo con eso, no le cuenta a nadie de su capacidad de ayudar”

Es necesario destacar aquí que el médico Mesa buena parte del mes permanece en el exterior, ya que es escogido dentro del sector médico internacional como representante de Colombia en los más prestigiosos congresos que éstos adelantan en el mundo entero.

Como bien lo pregonan los pobres de Pereira, el doctor Juan Carlos Mesa a la par que recibe sus pacientes normales en su consultorio del Centro de Especialistas del Risaralda, atiende pobres de solemnidad, y los consiente y los quiere, y los cura.

Supe que se estaba gestando un movimiento del cual forman parte muchos beneficiados del generoso médico, para solicitarle al Concejo de Pereira sea condecorado el doctor Juan Carlos Mesa por consagrar su vida como  benefactor de los pobres, no solamente en justo cumplimiento de los principios consagrados en el Juramento Hipocrático sino en la propia Constitución Colombiana.

Para rematar este necesario y justo merecimiento, debo confesar que entre esos pobres de solemnidad que destacan el sentido altamente filantrópico de “el doctorcito de los descalzos”, como bien llama al doctor Juan Carlos Mesa, este  periodista,  como los elefantes viejos escogió el sitio donde será enterrado, Pereira..., sabido es que ellos (los elefantes) cuando presienten que va a morir escogen su cementerio.