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RAICES Y PROCESO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA

Semana
5 de noviembre de 2011

PORQUE NOS MATAMOS ENTRE LOS COLOMBIANOS

 

"La guerra es una tragedia donde no hay ganadores, todos perdemos, excepto los traficantes del poder y la dominación que hacen de la muerte una industria de la cual viven, por ello andan con diferentes pretextos en todo el mundo promoviendo la violencia  y la guerra para que otros se maten a su servicio o en su beneficio”

 

A la llegada de los españoles nuestros pueblos indígenas se encontraban en un periodo de transición entre la sociedad igualitaria tribal  y la sociedad jerarquizada señorial, con  escasos niveles de diferenciación social y formas incipientes de estado.

 

 No se daba entonces un proceso sistemático de dominación de unos pueblos indígenas sobre otros, aunque ya los enfrentamientos territoriales eran frecuentes, pero la esclavitud y la explotación no eran aún conocidas. Los españoles en cambio  habían pasado por todo el proceso de la sociedad de clases, la esclavitud y el feudalismo, pero además apenas habían concluido una guerra con los árabes que duró mas de 8 siglos: eran portadores entonces de toda la descomposición humana que produce la  explotación, la dominación y la guerra, como la máxima expresión de la violencia.

 

Muchos de estos conquistadores que hoy veneramos con pleitesía, que recordamos nombrando pueblos y territorios, encarnaban lo peor que puede dar la condición humana: genocidios, asesinos con crueldad, torturadores y ladrones. El genocidio cometido por los españoles  con los pueblos indígenas de América es  inenarrable: millones de muertos, pueblos enteros exterminados solo comparable a lo que harían posteriormente los norteamericanos " Biblia en mano" en lo que hoy son los Estados Unidos.

 

Nuestra historia apenas alcanza a recordar  la religión y el idioma, las técnicas, los animales y los productos que  trajeron los españoles. Del enorme saqueo que enriqueció a Europa, del régimen de genocidio terror que impusieron los españoles por casi 4 siglos contra indígenas y esclavos, nadie da cuenta y toda mención es considerada inconveniente: El ahorcamiento, el empalamiento, la amputación, la castración,  los azotes eran castigos frecuentes pero esta violencia se ejercía desde el poder y estos siempre han tenido licencia para matar y robar, especialmente si lo hacen en el exterior, por una sociedad cómplice y hecha a su medida.

 

Los españoles constituyeron un sistema de dominación elitista, altamente jerarquizado y discriminatorio, siendo la violencia desde el poder estatal  y desde las clases dominantes el principal instrumento para mantener a sangre y fuego el control sobre indígenas, negros y mestizos. A esta violencia: indígenas, esclavos y mestizos respondieron con levantamientos permanentes: mas de 45 palenques de negros cimarrones, los indígenas paeces y pijaos en una guerra  por mas de 70 años contra los españoles, los continuos levantamientos indígenas y el levantamiento comunero  son evidencias que los españoles no pudieron pasar mas allá  de imponer una Pax Romana, esto es la paz de los vencidos, la paz de la guerra.

Con la independencia  el sistema de dominación no cambio, solamente fueron sacados los españoles de la pirámide económica, social y política y reemplazados por los criollos con un agravante, la pax romana que habían logrado imponer los españoles en la cual sí bien su dominación era resistida no era cuestionada, se rompió.

 

La lucha entre las  clases dominantes por el control del poder y del estado fue nuevamente motivo de disputa durante todo el siglo XIX, que después de mas de 45 guerras civiles entre las clases dominantes, los latifundistas y la naciente burguesía  con el colonialismo ingles y el norteamericano de trasfondo, por el control hegemónico de la sociedad y del estado, no pudo ser resuelta. Así  desde entonces Colombia ha sido un país fragmentado, sin unidad de poder ni de propósito, sin proyectos propios mucho menos de conjunto que unifique al país o siquiera a sus clases dominantes.

 

Unas clases dominantes que sólo han podido compartir casi como único  propósito común, la necesidad de mantener la dominación y en consecuencia sus intereses generales y  a partir de allí, se han conformado en sectores o grupos con intereses distintos  y muchas veces encontrados, que a través de las mas disímiles y cambiante alianzas y ligados a intereses extranjeros como socios estables y permanentes se han enfrentado entre si, disputándose sus intereses particulares internos logrando solo predominios transitorios  e inestables que se derrumban frente a nuevas alianzas, a veces inconcebibles, para constituir un nuevo bloque de dominación en el poder. Esto nos da una característica del país que ha sido difícil de entender por parte de los analistas, sobre todo extranjeros: el ser un país coyunturalista, el de la coexistencia de bloques que se suceden poder y los periódicos cambios de rumbo.

Las únicas propuestas que manejamos de conjunto y a largo plazo son las que responden a los intereses extranjeros y a la dominación interna. Las coyunturas entonces no son tales en nuestro caso, es nuestra forma regular de ser y de existir.

 

La mayoría de nuestros enfrentamientos históricos han concluido en treguas precarias y conciliaciones transitorias que han terminado por convertir a Colombia en un país de confrontaciones inconclusas y en consecuencia de soluciones a medias, que en la practica nos lleva a acumular conflicto tras conflicto, los cuales  de manera recurrente cada vez que se presentan las condiciones propicias, vuelven a resurgir cada vez con mayor virulencia.  No resolvemos nuestros conflictos, los postergamos. En nuestras guerras fratricidas del siglo XIX para la conformación del estado nacional ningún sector de las clases dominantes pudo dominar definitivamente al otro y poder así imponerle sus condiciones, que es una forma de paz y que fue la forma clásica de imposición de los estados nacionales por el sistema capitalista en el mundo Europeo.

 

Este modelo de sociedad y de estado fue solo posible a los países independientes, que interna y autónomamente enfrentaron y resolvieron este conflicto por el poder. En los países dependientes, donde los intereses extranjeros si no eran los intereses predominantes si eran los que inclinaban el fiel de la balanza, apenas se dio una caricatura de este proceso y por eso solo se pudo resolver a medias. En nuestro caso el modelo de estado y de sociedad se definió a favor de la  alianza oligárquica  que se conoció con el nombre del movimiento de la Regeneración que a partir de su victoria militar en la penúltima guerra civil del siglo XIX impuso la constitución de 1886 conformaron un estado centralizado, elitista  y autoritario que reemplazo el proyecto nacional con la violencia de estado como forma de gobernabilidad.

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Por eso es que la violencia es permanente en nuestro país  como forma de ejercicio del poder, como forma de gobernar, pero también como una forma de enfrentarse a él, e incluso de subsistir. Hasta mediados del siglo XX  las guerras civiles y la violencia cotidiana fueron enfrentamientos entre sectores dominantes y de estos contra la población. Con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, empezó esta nueva etapa que en una fase agudizada vivimos hoy y que tiene como característica especial que ya no es solo la violencia de arriba para abajo sino también de abajo para arriba  con el surguimiento del movimiento guerrillero como expresión del movimiento campesino y popular, primero y hacia todos los lados después con el surgimiento de la violencia del narcotráfico y de la extrema derecha que hoy confluyen en el paramilitarismo y  que unidas a la de la  delincuencia común, constituyen el cuadro de violencia actual, como expresión de la situación de descomposición, de desgobierno  y de polarización que hoy impera.

 

En Colombia no existe entonces un poder dominante, existe es una constelación de poderes que se disputan a través de alianzas el poder o lo ejercen al margen de los poderes oficiales con su complicidad o  su neutralidad terminándose así de configurar nuestra idiosincrasia nacional como una sociedad con simultaneidad de poderes dominantes y de procesos inconclusos y en consecuencia de conflictos  que no acaban de resolverse  y que son motivos permanentes de perturbación y de violencia.

 

Cuando se habla de que los colombianos comportamos una cultura de la violencia, todos queremos como los avestruces meter la cabeza bajo  el ala. Como  más de 500 años de violencia permanente no va impactar nuestras formas de pensar, de sentir y de hacer?.La cultura tenemos que entenderla como el paradigma de una población determinada, son sus códigos, sus formas de representación, sus discursos, sus conductas y practicas sociales, forjadas a partir de un proceso de interacción humana y con su entorno ; y las nuestras así no los queramos reconocer, están signadas por la violencia así sea de manera expresa unas veces o como trasfondo subliminal otros: la intolerancia, la exclusión, la concentración de los recursos y del ingreso no solo son formas de violencia sino que también son generadores de ella, en resumen la violencia es la forma privilegiada de resolución de los conflictos, así es concebido y aceptado en nuestra sociedad, así muchas veces queramos ignorarlo.

 

Una población que se le quita   las mínimas condiciones para poder  vivir y que ha vivido en medio de la violencia no tiene nada de raro que acuda a ella como forma de supervivencia y como una reacción social frente a la opulencia insultante. Nuestras clases dominantes no han podido entender que la paz y la seguridad solo pueden ser construidas sobre la base de garantizar un mínimo básico de condiciones de vida a la población, que mas que la filosofía del hambre es el de la rebeldía la que la caracteriza a la población Colombiana.

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