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Razones del triunfo de Ollanta en el Perú.

Semana
6 de junio de 2011

El desenlace electoral en el Perú  dejó dos sorpresas: en la primera vuelta la derrota del candidato oficialista Pedro Kuczynski y, en la segunda, el triunfo de Ollanta Humala.


El Perú bajo el último gobierno de Alan García ha mostrado en el campo macroeconómico avances importantes, reflejados estos en un crecimiento del PIB para el año 2010 del 5%, rompiendo la inercia de una tasa del 2% aproximadamente, y proyectando tasas de crecimiento para los próximos tres años cercanas al 6% anual, y en un control de la tasa de inflación que en el 2008 estaba alrededor del 6% y hoy muestra un dato de 2,3%, con una proyección para los próximos dos años del 2% en cada periodo. Lo anterior contrasta con el frente del empleo, en donde la situación realmente no es que haya mejorado mucho, que muestra que durante los dos últimos años no se ha reducido del 8,10% y, en lo que va corrido de este año, el desempleo en Lima se situaba alrededor del 9% y en el país llegaba al 7,7%.


Entonces, en la primera vuelta la derrota de Kuczynski, quien fue ministro de economía del presidente García, puede verse como un divorcio entre las cifras económicas y las expectativas de la población. En otras palabras, los buenos indicadores macroeconómicos no se han traducido en beneficios reales para la población en general. Si la situación del empleo no mejora  sectores importantes de la población siguen marginados de las bondades del crecimiento económico, haciendo evidente una distribución inequitativa del progreso en la sociedad. Estos sectores sociales perdieron la fe en el modelo y buscaron un cambio.


La sorpresa de la segunda vuelta: la elección de Humala como Presidente. Durante la segunda vuelta rondaron dos fantasmas: el  de Hugo Chávez y su modelo de gobierno, asociado a Humala, y el de Alberto Fujimori, y su gobierno, naturalmente detrás de su hija la candidata Keiko Fujimori. Las estrategias de cada uno de los candidatos jugaron a asustar a los electores con el fantasma de su oponente, de tal suerte que perdería el candidato con el fantasma que más asustase al pueblo. Pensé que, ante la incertidumbre, la gente se iba a refugiar en el proverbio que reza: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, y, por lo tanto, asustaría más el fantasma de Chávez otorgándole la victoria  a la Fujimori. No fue así. Una explicación puede darse en el sentido que políticamente la sociedad peruana se está “desderechizando” y, la otra, que los episodios de corrupción, de violación de derechos humanos, y, en general, la ilegalidad que rondó en los gobiernos de Alberto Fujimori llevó a los peruanos a no desear que esta se pudiere repetir.


Las lecciones, que se pueden extrapolar en Colombia: los éxitos económicos deben buscar sociedades más igualitarias. Los buenos indicadores económicos no son en sí mismo fines, deben proporcionar fe en el futuro en las familias y en las nuevas generaciones. Nada se saca con tener grados de inversión, con desarrollos mineros importantes, y un largo etc. de éxitos económicos si grandes sectores de la sociedad quedan marginados del progreso. Y, finalmente, la política del “todo vale” encuentra su límite en la tolerancia de los ciudadanos, ya que finalmente aprobar la ilegalidad de los actos de los gobernantes termina perjudicando al ciudadano común, ya sea en pagos de mayores tributos o en la violación de sus derechos en todo nivel.


Bogotá, Colombia. Junio de 2011.