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SIGIFREDO, GALÁN Y GARZÓN: CARAS DE LA FISCALÍA.

Semana
21 de agosto de 2012

En la semana que pasó la Fiscalía General de la Nación no tuvo sus mejores días frente a la opinión pública. El desenlace del caso Sigifredo López y las conmemoraciones de los magnicidios de Jaime Garzón, trece años, y de Luis Carlos Galán, veinte y tres años, sin que se haya avanzado mucho en las investigaciones para establecer los responsables materiales e intelectuales de estos crímenes, marcan un contraste inquietante que muestra una señal  negativa ante la sociedad acerca del funcionamiento de esta institución.

 

El Fiscal General, semanas atrás, refiriendo al tema de la Farc-política en una entrevista periodística, soltó la noticia sobre  un suceso que causaría un estremecimiento en la sociedad. Semanas después, por arte de magia, un medio de comunicación de corte uribista presentaba un video, que analizaba la Fiscalía, en el que presuntamente aparecía el Sr. Sigifredo López describiendo con lujos de detalles el edificio donde funciona la Asamblea Departamental del Valle y la ruta de escape que el grupo guerrillero, que secuestraría a los diputados de ese departamento, utilizaría para consumar su acción terrorista. Desde ese momento, para la sociedad, la voz, nariz y la barriga, que únicamente se podían apreciar en las imágenes, corresponderían a las de Sigifredo. Luego vino la captura del ex diputado. Cuando las pruebas técnicas realizadas por el FBI al video no aportaban la certeza que el fiscal del caso demandaba y el testimonio del jefe de la columna guerrillera que perpetró el secuestro, que se encuentra preso, negaba que Sigifedo hubiere participado en el ilícito, entonces el fiscal, ante el inminente derrumbe de la tramoya que había armado, presuntamente se dedica a visitar cárceles para recibir testimonios de quienes quisieran enlodar al ex diputado, hasta el punto de incorporar al proceso los más descabellados testimonios; mientras tanto el Fiscal General apoyaba al diligente fiscal del caso. Entonces llegó lo inevitable: la argumentación de la investigación no aguantó la prueba de la lógica y Sigifredo salió libre de los cargos que se le pretendían imputar. Ha quedado la duda sobre quienes estuvieron detrás de esta falsa imputación y sus objetivos finales, duda que no se resolverá ya que posiblemente esté relacionada con lo que adelante mencionaré. El Fiscal General ha tenido que salir a poner la cara ante la opinión pública, tratando de minimizar el daño en la credibilidad que ha sufrido  la institución. 

 

La diligencia mostrada para faltar a una verdad investigativa, en el caso antes mencionado, contrasta con la poca desplegada para encontrar a los responsables de las muertes de Garzón y Galán – claro está que no podemos en estos casos achacarle la culpa a Montealegre -. Cada año se recuerdan los magnicidios y se suma uno más a los años de impunidad que llevan. ¿Qué poderosos intereses han impedido que realmente se materialicen las investigaciones? Las pruebas se diluyen con el tiempo y por lo tanto la celeridad en una investigación es la clave para que esta pueda ser efectiva, caso que en estos años no se ha visto y, perdón por el pesimismo, creo que no se verá. Dentro del establecimiento político tradicional se encuentran los determinadores de ambos asesinatos, en sectores poderosos que buscan ser intocables por mucho tiempo. En el caso de Galán ha sido condenado el ex senador Alberto Santofimio Botero como instigador del crimen ante Pablo Escobar y el General (R) Maza Márquez vinculado como presunto partícipe del mismo, pero el asesinato de una figura como Galán lleva connotaciones mayores a las de un acto de terror proveniente de un cartel de drogas; solo se puede imaginar lo distinto que podría haber sido el mapa político colombiano sí Galán hubiese llegado a ser presidente, muchos de los que si alcanzaron esa dignidad, en fechas posteriores a su asesinato, quizás nunca hubiesen sido elegidos y la “doctrina” de los “huevitos” para bien del país no la hubiese pronunciado un ex presidente por que ni a la condición de “pre” hubiese llegado. En cuanto a Garzón la situación es similar, detrás de su asesinato poderosos intereses se han movido; no es muy atrevido afirmar que los mismos que buscaron enlodar a Sigifredo. La Fiscalía debería mostrar mayor eficiencia en estos casos.

 

Pero este comportamiento de la Fiscalía desafortunadamente parecería estar replicándose en otros procesos de trascendencia nacional. En el caso del desfalco a la salud, con Saludcoop incluido– aquí sí a Montealegre no se le puede substraer de una responsabilidad- las investigaciones aparentemente no tienen la diligencia necesaria; la Contralora ha demostrado como buena parte de los dineros de las capitaciones que el Estado giró en los últimos años para la salud de los colombianos fue apropiado en el patrimonio de las EPS mediante inversiones que los accionistas han debido hacer con recursos propios, lo que, en otras palabras, significa que se enriquecieron con dineros públicos en detrimento de la atención en la salud de los colombianos; adicionalmente incurrieron  en otras formas de delitos como los recobros fraudulentos al Fosyga. Lo que la Contraloría ya ha evidenciado como un posible enriquecimiento ilícito y peculado la Fiscalía no lo ha podido ver, a pesar de los reclamos públicos de la Contralora. Caso como el de los concejales de Bogotá presuntamente involucrados en el llamado “Carrusel de la Contratación” siguen sin avances y algunos tan campantes manifiestan que “hacen” control político en el cabildo. Los cambios de los fiscales en los casos de Andrés Felipe Arias y Bernardo Moreno, ocurridos también en estos días, han preocupado ya que irían en el camino de dilatar los desarrollos judiciales de los mismos. Quedan por mencionar muchos casos sensibles y los de la ciudadanía del común que aguardan diligentes acciones de la Fiscalía.

 

Cuando se muestra demasiada diligencia en tratar de condenar a un inocente y una displicencia por resolver los casos sobre los que una sociedad  exige verdad y justicia la confianza se pierde; la credibilidad se socava y se lleva una pérdida del sentido de la eficacia de la justicia.

 

Sr. Fiscal en sus manos está que se vuelva a creer en la Fiscalía General de la Nación.