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Sin agenda y con enfrentamientos, Barranquilla sólo tendrá tiendas más modernas y pobreza extrema

Semana
7 de mayo de 2012

¡Qué bueno que a Barranquilla lleguen grandes conferencistas y que en la ciudad se escuchen las más acertadas tendencias de la economía mundial, así como lo conceptos que deben introducirse en la administración y planificación modernas!

 

La organización y realización de Expogestión durante dos años consecutivos es un acierto liderado por la Cámara de Comercio de Barranquilla y el Centro de Liderazgo y Gestión. Es positivo que además de una Plataforma K para exhibir modas y diseños, tengamos ahora otra pasarela para mostrar lo último en ideas y teorías para el progreso. Pero no podemos convertir esa oportunidad en un espejismo más.

 

Lo que hoy estamos vislumbrando para Barranquilla, no puede ser otro puente hacia nuevas desilusiones de la ciudadanía y la concentración de la riqueza en unas pocas familias, sobre la base de explotar y frustrar las esperanzas colectivas.

 

Aquí les cabe una inmensa responsabilidad a los medios de comunicación social: grandes, medianos y pequeños, especialmente a El Heraldo, La Libertad, Atlántico en Noticias, Actualidad Noticiosa, Zona Cero, La Gran Noticia y otros tantos que registran el acontecer cotidiano de la urbe.

 

El esplendor de frases de moda no puede opacar la grandeza de la reflexión y el estudio a profundidad. Es decir, importa lo que se diga en Expogestión pero no es lo último en guaracha. Todo hay que ubicarlo en el contexto en el que estamos. Alrededor de lo que oímos, vemos y procesamos a diario, se formulan interrogantes:

 

-      ¿La Alcaldía Distrital está realmente preparada para mostrar la dimensión institucional que requiere un desarrollo económico como el que se prevé a partir del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y de la estampida de capitales hacia América Latina por la crisis y recesión europeas?

 

-      ¿Las universidades públicas y privadas si han venido preparando a millares de jóvenes de acuerdo con esas probabilidades?

 

-      ¿Los gremios privados de la producción si están contribuyendo a generar conciencia social en relación con los beneficios de esa nueva etapa de progreso que se vislumbra o solo practican el lenguaje de defensa de sus afiliados al amparo de un supuesto ejercicio de responsabilidad comunitaria?

 

-      ¿Los estamentos de la sociedad civil están sintonizados con un proyecto de desarrollo colectivo o se miran simplemente como parte de unas localidades en las que se sitúan?

 

-      ¿La clase política está en disposición de consensuar y aportar a la preparación que hoy requiere la ciudad para enfrentar los desafíos del mañana?

 

-      ¿La academia, los intelectuales, el sector cultural, los tanques de pensamiento, serán capaces de trabajar por una más constructiva edificación del nuevo pensamiento barranquillero para despojarnos de ese heredado sentimiento andaluz que nos somete a la cheveridad, al dejar hacer y dejar pasar, y al exceso de la bacanería?

 

-      ¿Será posible renunciar a esa legendaria figura del barranquillero “buenavida” para concentrarnos en eso que Álvaro Gómez Hurtado denominaba “Acuerdo sobre lo Fundamental” y derivar de la teoría del desarrollo los aspectos concretos que urge un progreso bien pensado y concertado?

 

-      ¿Cómo despegarnos de ese espectro de economía informal que nos hace ver como una ciudad de alto empleo, cuando en verdad vivimos del arte del rebusque para reafirmarnos no como emprendedores sino como seres humanos que hacen lo que sea para sobrevivir?

 

-      ¿Qué necesitamos hacer y llegar a ser para que Barranquilla cuente con líderes que no practiquen el canibalismo ciudadano, dejen atrás sus odios y rencores y comprendan que sólo su minusvalía mental y laboral los relegó al bajo protagonismo en la historia reciente del Distrito?

 

-      ¿De qué manera podremos llegar a entender que hoy por hoy los grandes desarrollos no se darán sobre la base de una Visión Compartida sino soportados en el Valor Compartido, es decir lo que se puede irrigar al vecino con lo que yo gano y no lo que se puede hacer en contra del vecino por lo que yo hago?

 

-      ¿Será posible estructurar un sistema de veedurías ciudadanas que no se venda a la corrupción en Barranquilla?

 

-      ¿Podremos contar con autoridades que sean capaces de promover y lograr los consensos que se necesitan en este cuarto de hora barranquillero?

 

-      ¿Seremos capaces de entender que Barranquilla ya no es una ciudad de unas cuantas familias acostumbradas a manejar los destinos desde los clubes sociales y la Vía 40?

 

-      ¿Estamos listos para pensar en una ciudad que ya no llega hasta la calle 72 y tiene unos cordones de pobreza, incluso los disfrazados de estrato 6, que nos pueden hacer colapsar en cualquier momento?

 

Ojalá pudiéramos conversar más ampliamente sobre estos y muchos otros temas que competen a lo que hemos venido analizando.

 

Barranquilla es una ciudad que tiene una inobjetable posición geográfica y una extremada generosidad con todo el que llega. Pero puede ser una mejor ciudad, mejor organizada, sin enfrentamientos estériles y sin pobreza.

 

Los grandes, medianos y pequeños empresarios seguirán llegando. Las tecnologías actuales ya no demandan los puestos de trabajo de antes. Los inversionistas pagarán unos cómodos impuestos y enviarán sus mercancías al exterior y el interior del país. Ese es su negocio. La ciudad es un punto de embarque y distribución muy importante, no más. Y eso lo seguirá siendo, con o sin las generaciones presentes y futuras que tienen su pasado y sangre ligados a la historia territorial.

 

Las ciudades al pie de rio y mares tienen la fortuna del desarrollo inercial, pero se olvidan de marcar hitos, de generar grandeza humana, de construir felicidad con esfuerzo propio.

 

Barranquilla podría ser una ciudad que secula seculorum hable de sus potencialidades si no acordamos la agenda para la madurez política, la habilitación de los corredores productivos más indicados a nuestra geografía y el desarrollo social que nos da la tranquilidad y la convivencia pacífica. Como vamos, estamos condenados al desarrollo disperso e inercial y a seguir siendo campo de grandes tiendas modernas rodeadas de pobreza extrema, en donde no funciona el valor compartido como tal.

 

Sin agenda común y con planes de desarrollo que se hacen en secreto entre la Alcaldía y Concejo distritales, no hay posibilidad alguna de que Barranquilla sea una región de Clase Mundial ni que ayude a incrementar la competitividad del país desde su territorio ni a gestionar la transformación de las empresas y aumentar su competitividad ni a aumentar las oportunidades para la prosperidad colectiva, como lo pretende Expogestión.