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Sudán, el país que nos gana en desplazamiento

Semana
6 de enero de 2012

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Si usted no sabe nada sobre el conflicto en Sudán, el libro “El traductor” de Daoud Hari es sin duda una buena fuente para introducirse en el tema.


Lo mejor que tienen las fiestas de fin de año es que vienen acompañadas de regalos y de tiempo libre. Sobre todo esto último, ¡tiempo libre!, el producto más escaso en el mundo urbano de hoy día. Es verdad que las vacaciones se pasan rápido y están más llenas de compromisos de lo que uno quisiera, pero algo de tiempo queda. Tiempo para ponerse a leer ojalá un buen libro recién recibido como regalo en las navidades.


Fue así como llegó a mis manos “El traductor”, una obra breve (algo que también se agradece ahora que a todo el mundo se le ha dado por escribir libros de 900 páginas), testimonio del miembro de una tribu de Darfur sobre las masacres de que fue víctima su propia familia, su pueblo, toda la región. Aunque Darfur, Sudán y la nueva República de Sudán del Sur son nombres que aparecen con frecuencia en las secciones internacionales de los periódicos, se necesitaría leer más que las meras noticias de la prensa para entender verdaderamente la naturaleza, orígenes y desarrollos del conflicto que tiene lugar en ese país africano.


Mientras es cierto que al lado del de Sudán, el conflicto colombiano de las últimas décadas podría parecer  –parecer- un juego de niños, si algo se sabe bien de Sudán en Colombia es que según las estadísticas internacionales de la ACNUR y del Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno sobre población desplazada debido a situaciones de conflicto, Sudán es el único país que le gana a Colombia en este problema. De acuerdo a las últimas estadísticas conocidas por Naciones Unidas, en enero de 2011 habría alrededor del cinco millones de refugiados internos en ese país africano. En Colombia, como muchos saben, hay un disputa sobre la cifra de real de personas desplazadas internamente, pero aún usando las cifras más bajas, el número de desplazados del país es lo suficientemente alto como para asignarle todavía a Colombia el segundo puesto en la lista. En mayo de 2011 el Gobierno hablaba de 3,7 millones de desplazados. En países como El Congo, Somalia y Uganda, entre otros, en los que se vive también tremendas situaciones de crisis humanitaria acompañada con frecuencia de pobreza extrema, el desplazamiento de población no arroja sin embargo cifras tan dramáticas como en Colombia.


No bien terminaba de leer El Traductor que las noticias internacionales del día daban cuenta de una masacre de tres mil aldeanos en Sudán del Sur. La historia de Daoud Hari contada por él mismo en primera persona, la vida de una comunidad en el desierto, las relaciones familiares y tribales -en el pueblo todos se consideran primos- la importancia de animales como el camello no sólo en la economía doméstica sino en la vida diaria de adultos y niños, a pesar de la brevedad de las páginas en que todo esto es narrado le dejan al lector una idea sólida de lo que debió ser la vida en Darfur en los años de la infancia del autor. Los años en los que se vivía en paz porque las diferentes etnias que cohabitaban la región arreglaban sus conflictos cotidianos de acuerdo a leyes ancestrales que funcionaban bien desde hace siglos.


Daoud es un joven inteligente y estudioso, hábil en el uso de las lenguas, además de su lengua materna zaghawa, conoce el árabe y el inglés. Esto le permitió la ganarse la vida como traductor, lo que también le trajo no pocos problemas al tener que relacionarse con gente de grupos enemigos y periodistas extranjeros. Sus experiencias como traductor free lance en el marco de uno de los conflictos más sangrientos de las décadas recientes, del cual el narrador es parte pues se trata de su propio país, y sus constantes reflexiones sobre una guerra absurda, se leen de un tirón dejándote una impresión vívida de sucesos horrorosos. Como las descripciones de los dantescos escenarios con los que muchas veces se encontró andando por las zonas más contaminadas por la guerra en el país.


El testimonio como género literario tiene auge hoy día. Al público le gusta leer textos sobre hechos reales contados de manera más o menos novelada. A diferencia de una simple obra de ficción, cuando el testimonio es bueno, es muy probable que al lector le queden ganas de saber más. ¿Qué ha seguido pasando en Darfur y en todo Sudán desde entonces?


Hari dedicó su libro a todas las mujeres de Darfur. En las guerras de estas épocas en las que la población civil suele ser la primera víctima, son quizás las mujeres las que soportan la peor parte de la violencia. En Sudán como en Colombia.

 

Amira Armenta