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Tecnología para elecciones más verdes

Semana
15 de junio de 2011

Los procesos democráticos son uno de los asuntos más importantes cuando se trata de mantener la institucionalidad de los países. Las elecciones son un tema que las autoridades electorales consideran con gran seriedad, pero esto no significa que en los procesos mismos no tengan lugar situaciones inverosímiles y, a veces, hasta  ridículas. La situación no es aislada y pueden citarse muchos hechos absurdos alrededor de los procesos de votación manual.

 

Uno de estos casos, es el que se deriva del enorme costo de imprimir millones de tarjetones o boletas de votación. En las elecciones presidenciales de 2007 en Argentina, por ejemplo, se produjeron cerca de 27 millones de boletas, que tuvieron un valor de 0,09 pesos argentinos cada una, y que en total representaron un costo cercano a los 600 mil dólares; costo que habría podido reducirse sustancialmente con un sistema de votación electrónico. Ni qué decir del impacto ambiental, los costos de transporte y hasta la incomodidad que genera el tener que trastear 270 toneladas de papel en boletas por cada candidato presidencial.


También podemos citar el referendo de la Unión Europea, que requirió la producción e impresión de 1.400 de millones de boletas, cuyo peso era de 2.800 toneladas, con un costo de seis millones de euros y un impacto ambiental incalculable, pues es necesario talar 35.975 árboles de 180 kilogramos aproximadamente para obtener estas increíbles cantidades de papel.  

 

Un mayor impacto ambiental


Más allá de las grandes cantidades de papel que requieren los sistemas de votación manual, pueden también considerarse sus condiciones de reparto y almacenamiento, el daño ambiental causado por el proceso de producción e impresión, y los tamaños desmesurados de algunas clases de tarjetones. Por ejemplo, en España, durante las elecciones de 2008, cada una de las boletas para la elección al Senado medía 61 x 30 cm., es decir, el tamaño aproximado de tres hojas de papel carta.

 

En las elecciones de 2006 en India se usaron cerca de 8.000 toneladas de papel para imprimir las boletas electorales. Si estas elecciones se hubieran hecho a través de sistemas electrónicos más avanzados, habrían podido ahorrarse al menos 10.000 toneladas de papel, cantidad nada despreciable, si consideramos que un árbol promedio tarda de tres a cinco años para alcanzar la altura suficiente para ser talado y procesado en la industria del papel.  

 

Todo esto sin contar las enormes cantidades de tinta usadas para el proceso de impresión. Por ejemplo, en el año 2005, durante las elecciones en Afganistán, se usaron 7 mil litros de tinta, contenidas en 140 mil botellas. Las boletas fueron impresas en el Reino Unido, Austria y Alemania, y debieron ser transportadas dentro de las más remotas áreas de Afganistán en burros, caballos y helicópteros.

 

 

Finalmente, hay que decir que el voto manual puede requerir el consumo de enormes cantidades de papel y tiene un impacto negativo enorme sobre el ambiente, además de que requiere grandes esfuerzos humanos. Estos datos describen apenas una pequeña parte de la naturaleza ilógica del voto manual y la necesidad de migrar a tecnologías que no solamente aumenten la eficacia de los procesos sino que además sean amigables con el medio ambiente.