Home

Expertos

Artículo

Tragedia invernal y conciencia social.

Semana
30 de abril de 2011

El hombre no puede luchar contra las fuerzas de la naturaleza; lo que ha hecho es aprovecharse de algunas de ellas en la medida en que estas no se desbordan y, cuando las fuerzas se desatan en su contra, minimizar los daños que le pueden causar. Las civilizaciones antiguas aprendieron a leer el comportamiento natural de su entorno y adaptaron diversos sistemas y mecanismos que les permitieron actuar en la dirección de las líneas arriba expuestas.

Los colombianos, a pesar de habitar en uno de los países con mayor biodiversidad del planeta, contando con una de las mayores fuentes de agua dulce del mundo, entre otras maravillas, no hemos sabido aprender a vivir con tamaña riqueza natural y con sus correspondientes potenciales peligros. Esto lo apreciamos tanto en nuestro comportamiento individual como en el social. Es como si en nuestro inconsciente residiera el pensamiento: como abunda,  hagamos fiesta.

Nuestro accionar cotidiano merece ser cuestionado. Botamos basura a la calle sin consideración, así sea un simple papel el que se vaya por el sistema de alcantarillado en últimas estamos contaminando y contribuyendo a la sedimentación de algún río. En nuestras casas no clasificamos la basura para optimizar su procesamiento, que en definitiva afecta al medio ambiente en general. Estos son algunos ejemplos de nuestra inconsciencia individual que, multiplicados por miles de ciudadanos que comparten la misma práctica, nos llevan a deteriorar en forma grave y dramática al ecosistema.

A nivel colectivo.  Hemos alterado el curso de los ríos; hemos construido asentamientos humanos en zonas geológicamente inestables, en algunos casos, y, en otros, sin atención a la cercanía de ríos que pueden desbordarse con una crecida; hemos construido trazados de vías que tampoco han atendido convenientemente a las características de estabilidad (o inestabilidad) de los terrenos; hemos explotado recursos minerales sin los suficientes controles medio ambientales; en fin, hemos tenido un comportamiento comunitario irresponsable frente al ecosistema.

Cuando las tragedias aparecen permiten hacer un ejercicio de reflexión sobre lo que se pudo haber hecho y no se hizo. Es el caso de la catástrofe invernal que nos ha afectado en los últimos meses. Desastre que ha afectado a una gran parte de nuestro territorio y a todas las capas socio económicas. Se han inundado tanto casas de gente humilde como de gente muy pudiente. La magnitud de este cataclismo, por lo tanto, nos debería sensibilizar a todos los colombianos en general.

El primer aspecto de esa reflexión debe tocar nuestra actitud individual. Nos debería llevar a pensar en ser ciudadanos más responsables en nuestro comportamiento cotidiano; hacernos conscientes de que somos más que individuos y que tenemos una responsabilidad para con nuestra sociedad y nuestro entorno, y hacernos ver que ese comportamiento garantiza, en buena medida, el bienestar de la sociedad en general.

Desde el punto de vista de lo colectivo, y en especial en el orden político, esta tragedia ha puesto en evidencia la incompetencia de algunos "clanes" o mafias electorales que se han tomado a las regiones y los municipios del país. La falta de previsión; la expedición de licencias de construcción de urbanizaciones en zonas en las que no se debía otorgar - quizás ligadas esas decisiones a intereses económicos, directos o indirectos, de los mandatarios; el manejo politiquero y ladrón que han hecho algunos de eso burgomaestres de los auxilios otorgados por el gobierno nacional en la ola invernal de diciembre, entre otras perlas, han desnudado, en forma aberrante, la corrupción y la incapacidad de esos grupos electorales que, a nivel regional, imponen sucesores, es decir, manejan reelecciones con interpuestas personas para continuar con el desfalco y la corrupción del erario público. Esperemos que, como los afectados no tiene distingo de clase, la indiferencia política de sectores que no se manifiestan en las elecciones esta vez lo hagan en octubre y apoyen a listas de partido políticos o de movimientos sociales que enarbolen banderas de renovación, no solo de caras en los puesto públicos sino de valores y acciones políticas en favor del bien común, y no de intereses particulares.

Las instituciones a nivel nacional y regional se deben rediseñar de tal manera que atienda a los efectos del cambio climático y de la conservación de nuestro ecosistema. Debemos aprender a ser ecológicamente responsables, tanto en nuestro accionar individual como en lo colectivo. En este último aspecto debemos presionar para que el Estado, a través de los sistemas económicos, de planeación y políticos, se encuentre sensibilizado para la conservación de la naturaleza, en beneficio de nuestra sociedad y de la humanidad en general, asumiendo nuestra responsabilidad de habitar uno de los países con la mayor riqueza natural del planeta. 

Bogotá D.C., Colombia. Abril 2011.