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UN NUEVO DIÁLOGO VIRTUAL CON LA GUERRILLA

Semana
1 de junio de 2012

                                                                            “ACTA”

                                                                        “Enésima ava”

 

Siendo las ------- del mes de ----- del año  2.013, bajo las carpas adecuadas para un nuevo diálogo en las montañas de Colombia, con la asistencia del comisionado de paz del gobierno acompañado de varios políticos como representantes de la institucionalidad de un lado, y del otro, uno de los nietos del Sr Marulanda como nuevo portavoz de los alzados en armas, fuertemente custodiado por la enegésima columna de la guardia pretoriana de su abuelo que ejercía como anillo de seguridad en el área de distensión, se da por instalada la mesa de diálogos.

 

Se nombra secretario de la reunión al suscrito aquí firmante, quien será el encargado de dar a conocer a la opinión pública el desarrollo de las conversaciones mediante el acta correspondiente.

 

Aceptado mi nombramiento procedí a la lectura el acta anterior.

 

Una vez leída y aprobada se procedió a verificar el quórum, del cual se deja constancia de dos ausencias importantes. No estaba presente el abuelo comandante de las fuerzas revolucionarias, como tampoco estaba allí de nuevo la sociedad civil.

 

Certificadas las excusas pertinentes se constató que la ausencia del primero ya había sido anticipada mediante carta a la mesa directiva desde años atrás, informando que para ese día estaría preparando las clases de guerra sobre el pueblo inerme que debía dictar a todos los hijos de los hijos de su cúpula en alguna población del Cauca no precisada. Y la segunda ausencia tambien podía obviarse, por cuanto en los estatutos de cada cual constaba que ambos negociadores venían en representación de esa sociedad; razón más que suficiente como carta blanca para permitirles a ambos tomar cualquier tipo de determinación que en contra de ella hoy, o en cualquier momento se pudiera tomar.

 

Con la finalidad de no entrar en contradicciones se decidió por mayoría absoluta no establecer orden del día, permitiendo así que la fluidez del diálogo fuera dando la pauta sin previos condicionamientos limitantes.

 

Iniciada la sesión con las notas marciales de nuestro himno nacional como abrebocas conciliatorio, uno de los asistentes solicitó como primer punto a negociar la posibilidad de someter a votación la presencia de las cámaras televisivas para que estas dieran fe del desarrollo de las conversaciones; propuesta que fue aprobada por unanimidad bajo el sistema del pupitrazo a mano limpia de los unos y el escopetazo sobre la mesa de los otros, lo cual se consideró como un gran avance democrático premonitorio de lo que se vendría. Así la publicidad y la vitrina de tan conmemorable evento, daría fuerza a los argumentos y mostraría al mundo el interés de todos los presentes en la paz.

 

Dispuestas como siempre, en un extremo de la mesa la institucionalidad envanecida por el triunfo reclamando la aceptación de su victoria y el reconocimiento de la derrota de su contrincante como razones de suficiente peso para no permitir ventajas por fuera de las presupuestadas, y en el otro extremo una guerrilla ensoberbecida de la cual se espera esté lo suficientemente frustrada y vencida, se da comienzo a las discusiones.

 

Toma la palabra el vocero oficial del gobierno informando que por mandato del pueblo en su voluntad generosa y en procura de esa paz, está dispuesto en su magnanimidad  a facilitar la desmovilización de los irregulares, a cambio del reconocimiento de la legitimidad del gobierno, ofreciendo las siguientes gabelas no dignas de despreciar:

 

En primer lugar, un pacto burocrático representativo de su ideología en algunas posiciones del gobierno, acuerdo que favorecería sólo a aquellos jefes que no tuviesen cargos de narcotráfico, dados los controles y limitaciones de las autoridades americanas. En segunda instancia, se estudiaría la posibilidad de una rebaja de penas a través de legislaciones especiales para  aquellos mandos superiores no acusados de crímenes atroces, si se tiene en cuenta que el orden judicial internacional no puede permitir la impunidad. Como tercera concesión, el gobierno facilitaría el que otros países dispuestos a ayudar a la reconciliación dieran asilo a quienes no encajaran en estas soluciones. En cuarto lugar, los 3.000 niños menores de 12 años serían acogidos por el ICBF para ser desintoxicados del virus de la violencia y luego se podrían integrar a la sociedad completamente rehabilitados y por último, una ley de perdón y olvido para los guerrilleros rasos que se desmovilicen, incluyendo hasta un préstamo financiero con intereses blandos para que monten una microempresa.

 

 

Al saber que una gran parte de la organización que aún queda, tiene que ver con alguno de los eslabones de la cadena de la droga, siendo consciente que no sólo los jefes, sino además también los mandos medios también tienen que ver con los denominados crímenes atroces, y teniendo por sobreentendido que sus integrantes rasos sólo saben combatir; el vocero subversivo solicita suspender parcialmente la reunión para consultas supuestamente telefónicas con su comandante en jefe.

 

Luego de una expectante pausa ocasionada por el sospechoso cuchicheo que se alcanzaba a percibir tras los matorrales de la misma casa de distensión, y las venias militares de la guardia en el entreacto reservadas solamente para el abuelo milenario, dicho portavoz regresó de allí con una carta al parecer escrita, guardada y usada desde años atrás por lo ajado y raído de su aspecto para ser tenida en cuenta por los presentes en todos los diálogos que se desarrollasen en el pasado, hoy, o cualquier día futuro, que rezaba así:

 

Primero, que a quien debía llamarse irregulares era a los gobernantes del país por haber sido elegidos por tan sólo el 25% de la población, y que ese 75% manifestado en la abstención, legitimaba su lucha, aunque lo hacía silenciosamente por el temor a las represalias del Estado.  

Segundo, que tras los cabecillas muertos en combate, existen otros 30.000 hombres dispuestos a reemplazarlos, entre ellos un alto porcentaje de niños trasteados con sus chupos y muñecas como garantía de éxito en el inmediato futuro.

Tercero, que si tanto les dolían esos niños, no entendía el por qué los soldados tenían orden de disparar desde el aire sin discriminación alguna, por lo cual ya habían muerto muchos en su cuna. Que agradecieran, que en el monte al menos recibían su tetero, mientras el gobierno ni eso había sido capaz de ofrecerles mientras estuvieron en la civilidad.

Cuarto, que los suministros balísticos se pueden obtener mediante algunas ayudas de ONGS internacionales que les colaboran con lo necesario sin necesidad de someter a sus hombres a las tretas capitalistas explotadoras del trabajo. Sus hombres estaban acostumbrados a trabajar gratis en nombre de la revolución y no iba a permitir que fueran corrompidos por el dinero.

Sexto, que los americanos no tienen por qué inmiscuirse en nuestros asuntos internos arropando los sucesivos gobiernos lacayos, mientras su gran amigo Cubano, tremendamente respetuoso de las relaciones internacionales, sólo les suministra armas a través de los países vecinos sin intervenir directamente.

Séptimo, que el único que puede otorgar hechos, éstos sí de verdad magnánimos es el jefe máximo de las fuerzas revolucionarias, y así lo ha demostrado cuando decide perdonar la vida a sus retenidos, mal llamados secuestrados, pues ellos siguen disponibles para cuando el gobierno acepte negociarlos.

Octavo, que por consideración eminentemente humanitaria, y eso porque el stock actual está excedido; éstos también podrán ser devueltos sin que medien las fuerzas oficiales, cuando sus familias nos hagan llegar sus aportaciones económicas igualmente mal denominadas vacunas, por cuanto éstas son apenas la contraprestación que los terratenientes y los grandes comerciantes restituyen a su pueblo por ellos mismos explotado.

Noveno, que quien debe desmovilizarse es el gobierno actual permitiendo el ascenso al poder del pueblo hambriento y de la clase campesina movilizada hacia las capitales del país entretanto nosotros protegemos sus propiedades, tan sólo para que las coparan y estuvieran listas en ellas para la celebración del histórico momento en que la oligarquía dé su brazo a torcer.

Décimo. Que ante la insistente reiteración oficial para que nos predispusiéramos a dialogar, el comandante en jefe supuso que en esta ocasión le ofrecerían al menos la vice presidencia, pero en vista de que esta vez tampoco traían nada nuevo, era preferible suspenderlas. 

 

Por tal suma de razones, pide hacer constar en el acta, lo mismo que en las anteriores y que constará en las próximas; que se obligan a rechazar enfáticamente sus tibias propuestas y como consecuencia; luego de las consultas, deciden retirarse de la mesa.

 

En vista de lo tan desagradecida, inoportuna, e inesperadamente respuesta, el jefe de comisión de paz deplora la intransigencia de los rebeldes y manifiesta que no entiende cómo después de tantos esfuerzos, de tantas inversiones, entre ellas el costo de la logística de las reuniones, el montaje de la carpa, la disposición de las cámaras televisivas cuyo minuto de edición cuesta una millonada al erario público, el valor del tiempo de los políticos presentes y el de sus desplazamientos, la entrega de un inmenso territorio para su control provisional y la cantidad de sacrificios realizados por la institucionalidad en aras de la paz; la respuesta sea tan descortés y no acepten que cualquier cosa que se les ofrezca, ya de por sí debieran considerarlo como una gran ganancia.

 

Ante tal encrucijada sin salida, las partes deciden mostrarse sus colmillos asegurando tenerlos más afilados hacia el futuro, prometiéndose mutuamente demostrar sobre el terreno de la sociedad, cuál de los dos sería más convincente en adelante, ya que los esgrimidos hoy sobre la mesa no lograron de nuevo los resultados esperados.

 

Sin poderse conocer tanto hoy como en las reuniones anteriores en qué consistiría el tercer punto a discutir, se acuerda celebrar otro enésimo avo gran diálogo que bien podría ser citado cuando uno de los dos se sintiese más debilitado y con intenciones de rendirse.

 

Logrado ese único convenio se levanta la sesión, se recoge la carpa y se retiran los actores a la espera de una nueva función en cualquier otra montaña del país.

 

                                    Confesión pos data del secretario de la reunión:

Debo admitir públicamente que en el agite del levantamiento apresurado de la mesa, se me quedaron allí mis anotaciones y ante la imposibilidad de regresar en su búsqueda opté por servirme del acta anterior que después de leerla en la sesión del día de hoy, había tenido la precaución de guardar en mi bolsillo. Así que, todo el desarrollo de la reunión aquí contenido es una fotocopia de esa acta. Por fortuna para mí hasta el momento, ninguno de esos asistentes ha denunciado el que ésta no haya sido fiel a lo allí acontecido.