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Venezuela Más allá del 7 de octubre...

Semana
14 de noviembre de 2012

Transcurrido más de un mes de las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre, en las cuales fue reelecto  el Presidente por 6 años más adicionales a los catorce que tiene en ejercicio, con una diferencia a su favor de 11%, lo cual representa alrededor de un millón quinientos mil votos. Los resultados siguen dando que hablar a pesar de que ya el país se subió al carrusel de las elecciones de gobernadores y diputados a los Consejos Legislativos de los estados que tendrán lugar el próximo 16 de diciembre.

En lo que respecta a la oposición, es difícil aceptar la derrota, sin duda porque ésta no era una elección cualquiera. Para muchos era una elección de vida. La campaña desarrollada por Henrique Capriles, estuvo orientada a viajar a lo largo y ancho del país en la operación “casa por casa” inicialmente y posteriormente en la de “pueblo por pueblo” por un período de 7 meses, en la que logró emocionar a gran cantidad de personas que se movilizaban espontáneamente a los actos de campaña del referido candidato. Al margen de los mensajes específicos que trató de posicionar en la campaña lo que quedó grabado en los venezolanos fue el extraordinario trabajo realizado por Henrique Capriles contactando directamente al ciudadano, buscando voto por voto.

 

En paralelo al gran trabajo y energía desplegada por Capriles, incluido su triunfo en las primarias opositoras y la valoración que generó en la opinión pública dicha contienda, hay que reconocer públicamente que durante la campaña en ningún momento el candidato opositor logró estar por arriba del presidente-candidato, en las encuestas como tampoco lo estuvo en los exitpolls o encuestas de boca de urna el día de la elección. Evidentemente la campaña de Capriles, como cualquier campaña en el mundo, debía generar la expectativa de triunfo en los votantes y en ese sentido las movilizaciones en todo el país retroalimentaron esa visión promovida igualmente con la publicación de las encuestas que muchísimas personas, incluyendo analistas políticos nacionales e internacionales asumieron casi como una realidad. Muchos se preguntarán: ¿de dónde salieron los resultados de las encuestas o de los exitpolls que decían que Henrique Capriles ganaba? Simplemente eran producto del análisis y generación de escenarios en función de cómo se asignaban un poco más del 25% de los votantes indecisos, que no manifestaban públicamente su adhesión o preferencia hacia una opción electoral. En ese sentido el análisis hecho con base a múltiples variables le hacía pensar a los analistas de las encuestas que al menos dos terceras partes o quizás más de esos votantes en el fondo eran opositores y votarían por Capriles.

 

Los resultados demostraron que no fue así, al igual que existen factores como la movilización que no puede leerse con las encuestas

 

En lo que respecta a los votos obtenidos por el presidente-candidato hay que resaltar que la mayoría de los mismos fueron votos espontáneos y genuinos. Son la expresión de las preferencias electorales de innumerables personas que prefieren al Presidente frente a otras opciones, lo cual no quiere decir que acepten y están de acuerdo con todo lo que propone, pero sin duda lo prefieren a él. Las razones por lo que lo hacen son múltiples y variadas. Sumado a esos votos genuinos, también hay que resaltar que existe un amplio sector de votantes que se expresó a favor del gobierno probablemente inducidos por otras razones como: miedo, presión directa y chantaje, por nombrar sólo algunas. Lo cierto es que el sistema de dependencia y reparto que ha creado el gobierno, sumado al sistema para inyectarle terror a la población, es algo que se ha hecho con la intención clara de utilizarlo para generar adhesión y, por ende legitimidad, al mismo tiempo que sirve para inmovilizar o apaciguar los instintos opositores o de disenso frente a las propuestas del régimen y su desempeño. Dentro de este sistema de contención social el control de los poderes y organismos del Estado, incluido el CNE y la inteligencia de información o datos sobre los venezolanos son sin duda la piedra angular de esta estrategia.

 

La expectativa de cambio presente en el bando opositor generó, como consecuencia lógica, la convicción de que Henrique Capriles es el líder opositor y, por tanto, es o debe ser quien dirigirá la lucha por venir para confrontar la imposición del Socialismo del siglo XXI, que con toda seguridad tratarán de profundizar desde el gobierno. El reto por venir de Capriles es tratar de llenar esas expectativas, lo cual no es fácil si su línea de acción seguirá centrada en el  “liderazgo tranquilo”, en no oponerse y no contrastar contundentemente con el régimen.  Con toda certeza él es el principal referente opositor y lo seguirá siendo por un buen rato, para la base de electores opositores igual que para los seguidores del oficialismo quienes lo consideran el líder opositor, pero en lo que respecta a su capacidad para conducir las estructuras o cuadros de la dirigencia opositora es más que limitada, su liderazgo está en la base y tiene que buscar como transformarlo en un liderazgo sobre la estructura, lo cual puede implicar generar cambios en la organización misma.

El gobierno por su parte, haciendo uso de sus fichas definió un cronograma electoral escalonado o con una secuencia que le permitiría avanzar en la conquista de las distintas instancias de poder político, violando la Constitución en lo que respecta a la duración de los mandatos de gobernadores, diputados a los consejos legislativos, alcaldes y concejales, además de no tomar en cuenta el principio de eficiencia administrativa lo que le  permitiría al país ahorros importantes al tener menos procesos electorales. Esta violación constitucional no consiguió mayor resistencia del lado opositor que apostó todo al 7 de octubre, creyendo además que el triunfo de candidato opositor “voltearía la tortilla” concediéndole esa oportunidad de arrasar aguas abajo a la oposición en su conjunto, como también a algunos partidos. 

En ese sentido el Comando Venezuela apostó  a que sin 7 no habría 16, refiriéndose al 7 – O y el 16 de diciembre evidentemente. Lo cual de cara a la derrota del 7 de octubre, que era un escenario más que previsible, demuestra  una gran irresponsabilidad de parte de la alta dirigencia de la Mesa de la Unidad y del Comando Venezuela. Hoy, después que apostaron el todo o nada al 7 de octubre esos mismos dirigentes y formadores de opinión señalan y acusan a quienes creyeron y apostaron a esa jugada que ellos mismos le vendieron sin explicarle claramente qué pasó, dónde estamos parados y el porqué del relanzamiento de Henrique Capriles como candidato opositor a la reelección en Miranda y las implicaciones que tendrá esto en su rol de líder nacional.

En lo que respecta a la Mesa de la Unidad, fue un error para el bando opositor el que Ramón Guillermo Aveledo dejara de lado su rol de secretario ejecutivo y mediador entre los factores políticos opositores, el Comando Venezuela, las organizaciones políticas, su dirigencia y los liderazgos regionales y locales, el cual ha realizado con gran habilidad y destreza, para enfocarse en tareas específicas del Comando Venezuela. Frente al escenario probable que se enfrenta se debió hacer un esfuerzo en fortalecer la Mesa de la Unidad, en paralelo a colaborar con la campaña en lo estructural, los conocimientos y lo económico. Crear la plataforma para el post 7-O era un mandato para la Unidad, tarea que al día de hoy pareciera se dejó de lado y a poco más de un mes del 16-D andamos a la carrera.

Los análisis cuantitativos no son suficientes. Algunos se retrotraen a las presidenciales de 2006. Otros prefieren hacerlo en relación con 2010 que fue el mejor resultado electoral opositor en los últimos años, no por votos absolutos sino por la diferencia que obtuvo frente al oficialismo. Lo cierto es que hoy se puede asegurar que el sentimiento opositor sigue en crecimiento, la fuerza relativa del gobierno en términos de votos ya no es la que era antes, pero la dirigencia opositora debe reflexionar profundamente sobre los resultados y las formas de enfrentar al gobierno.

La UNIDAD sigue siendo un imperativo de la sociedad, que con su sabiduría e intuición supera abiertamente a su dirigencia, pero la organización y los mecanismos de lucha tienen que repensarse.

El presidente deberá lidiar con su salud, la ineficacia de su gobierno, la incoherencia del proyecto y las restricciones de la chequera y, por lo tanto, en su legado.

Capriles deberá reflexionar sobre su rol y el liderazgo sobre la oposición. Hoy lo tiene en las manos y si no lo ejerce se le irá escurriendo poco a poco como la arena de playa en el puño de la mano. Si no lo hace hay varios que aspiran a hacerlo y ya se mueven con ese fin. Simplemente esa es  la política.

De los resultados del 16 de diciembre dependerán los próximos movimientos. Hoy vivimos un proceso en cámara lenta y una especie de cuarentena política opositora. De nuevo la emoción opositora enfrentará a la maquinaria del gobierno. La oposición, buscando unos resultados en el orden de lo cualitativo, las gobernaciones de mayor relevancia nacional, y el oficialismo trabajando en el orden cuantitativo para controlar la mayoría del territorio nacional o comunal, como les gusta identificarlo. El 16 de  diciembre se espera una nueva batalla y las consecuencias reales están por verse.

 

EL EFECTO METRÓPOLI: MITO O REALIDAD

Análisis con los resultados del 7 de octubre apuntando hacia el 16D

Por años se ha mencionado que la oposición por lo general concentra la mayor cantidad de votos en los centros urbanos y en las capitales de los estados. Incluso en algunos casos, especialmente en los estados del Corredor Electoral (Zulia - Miranda - Dtto. Capital - Carabobo - Lara - Aragua - Anzoátegui - Bolívar y Táchira), los candidatos opositores al actual régimen o al partido de gobierno pueden ganar en esos lugares aunque (para algunos de manera inexplicable) pierdan en el resto del Estado.

¿Una eventual victoria en las capitales o metrópolis pudiera ser suficiente para resistir una andanada de votos de efecto adverso en el resto del Estado y asegurar una victoria en unidades más pequeñas que la circunscripción nacional?

¿Es necesario hacer un trabajo importante en las zonas alejadas de las ciudades para reducir la brecha adversa a niveles lo suficientemente manejables como para no poner en riesgo una posible victoria, especialmente en lugares donde la oposición es un habitual ganador?

A continuación se presentan los resultados de las pasadas elecciones del 7/10/2012 y discriminándolos por municipios (excepto en el Estado Vargas que se discrimina por parroquias) con una comparación empírica que confronta el municipio con mayor población electoral con el resto del Estado para así ver cuánto es su peso específico en los resultados electorales. Entonces:

1. Se tomará como metrópoli al municipio con la mayor población electoral, independientemente de su condición de capital de estado o no.

2. En cuanto a su población electoral se toma la representatividad a la proporción existente entre el electorado del municipio y los electores totales de cada estado.

3. Una vez identificado el municipio se trabaja con los resultados electorales tanto del municipio como del resto del Estado.

Los Estados:

Distrito Capital, un sólo Municipio,

Vargas un sólo Municipio con 11 parroquias,

Trujillo, Vargas, Guárico, Miranda, Bolívar, Falcón y Nueva Esparta: no concentran la mayor población electoral en sus respectivas capitales. Se trata de ciudades importantes o de gran actividad comercial o industrial que justifica la concentración poblacional mencionada.

Miranda se unifican cuatro municipios pertenecientes al Distrito Metropolitano (Sucre - Hatillo - Baruta - Chacao).

 

En relación con los Municipios capitales en los Estados:

?Amazonas, Barinas, Bolívar, Delta Amacuro, Miranda y Monagas: 8  Municipios representa 40% o más del electorado.

?Anzoátegui, Apure, Aragua, Carabobo, Cojedes, Falcón, Mérida, Sucre, Táchira y Zulia: 9 Municipios representan entre el 25 y el 40% de los electores.

? Guárico, Portuguesa, Trujillo, Vargas, Yaracuy y Nueva Esparta: sus 7 Municipios capitales están por debajo de la representatividad de los Estados.

Un ejemplo: el Municipio Iribarren del Estado Lara (Barquisimeto) concentra el 56% de los electores de todo el estado. 9 Municipios representan entre el 25 y el 40% de los electores de su estado y otros siete restantes están por debajo de 25% de representatividad, lo que demuestra que hay atomización del electorado en esos casos.

Caso Capriles el 7 octubre 2012

El candidato de la Unidad Nacional Henrique Capriles gana en 8 de los municipios considerados Metrópolis: Girardot, Edo Aragua (49,3%); Valencia, Edo. Carabobo (50,93%); Iribarren, Edo. Lara (51,14%); Mérida, Edo. Mérida (63,01); Área Metropolitana, Edo. Miranda (65,85%); San Cristóbal, Edo. Táchira (67,01%); Maracaibo, Edo. Zulia (53,07%) y Mariño, Edo. Nueva Esparta (50,28%). Nótese que con excepción de Girardot, Edo. Aragua y Mérida, Edo. Mérida, Capriles gana en metrópolis de los estados dominados por la oposición, donde actualmente el gobernador es opositor, perdiendo en el resto de las metrópolis con rangos entre 49,28% y 66,83%

La ventaja obtenida por Capriles en cada una de esas metrópolis con la excepción de Táchira y Mérida son muy frágiles. Esa ventaja fue claramente absorbida por las periferias donde la victoria oficialista fue abrumadora, lo que permitió revertir ese primer resultado ganador a favor del candidato de gobierno. En 4 de esas periferias la abstención fue menor (en porcentaje) que en la metrópoli y eso contribuyó a su vez a potenciar la ventaja del candidato oficialista y en 3 de las demás periferias donde la abstención fue superior a la de la metrópoli encontramos que ésta última es de baja representatividad.

 

La excepción se encuentra en el Estado Táchira donde Henrique Capriles ganó tanto en la metrópoli como en la periferia. Eso explica la alta votación que obtiene en el estado.

La oposición debe buscar algún mecanismo que le permita recortar la brecha en las periferias. Eso supone crecer fuera de las capitales de los Estados. No es una tarea fácil en una contienda en donde el oponente es el Estado y su presencia con la inversión en materia social es un escollo a vencer. Pero se hace imperativo ganar terreno fuera de las ciudades, no sólo con la aspiración de ganar más gobernaciones sino detener a su vez la desmoralización colectiva que sufre una fuerte porción de la oposición.

 

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