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'A capella'

Cumple 50 años de vida artística el médico Alberto Correa, director de la Filarmónica de Medellín e importante gestor cultural.

11 de marzo de 2002

Alberto Correa, director de la Orquesta Filarmónica de Medellín, tropezó con la música una noche hace 50 años. Salía cabizbajo después de pagar un castigo en el Gimnasio Medellín. Tenía 9 años y unos sonidos armoniosos que salían de la Universidad de Antioquia le fascinaron. Provenían de la coral masculina Tomás Luis de Victoria, creada hacía cuatro meses. A la tercera vez el maestro lo invitó a ingresar al coro. Así, Correa se convirtió en la primera voz infantil de esta coral que más adelante creció, se volvió mixta y cobró el gran prestigio que mantiene hasta ahora.

Viendo al maestro Rodolfo Pérez, a Alberto le cautivó la dirección. “Me paraba ante la radiola de mi casa y empezaba a dirigir el oratorio de Handel, hasta que me lo aprendí de memoria”, cuenta hoy. Esto lo llevó, con el tiempo, a dirigir incontables obras e incluso por varios años a ser director asistente de la Orquesta Sinfónica de Colombia.

Alberto ya tenía bases musicales pues su padre lo había estimulado con clases de piano. Deseaba aprovechar un hermoso Pleyel que había traído el abuelo en el ferrocarril donde era superintendente. Su búsqueda espiritual y su amor por la música coral lo llevaron a matricularse en el seminario donde permaneció por cinco años, tiempo en el que tuvo la oportunidad de conocer a los hermanos Gustavo y Mario Yepes, grandes artistas, con quienes derrochó ejercicios de música y teatro. “Hice toda la música que quise, fue una época de mucho crecimiento y muy importante de mi vida”.

Pero “hacer música en los 50 era difícil, era sinónimo de bohemia y bebida. Pensar en música clásica era pensar en Europa y por el momento eso estaba fuera de mi alcance”, confiesa. Salió del seminario a los 18 años cuando decidió estudiar medicina y se graduó en 1968. Cuatro años antes había comenzado a mezclar sus dos pasiones en la musicoterapia y ya en 1966 había presentado en un Congreso Interamericano de Medicina sus estudios de Música y Suicidas, y Música y Neurosis. “Yo senté bases en música y retardo mental. Trabajo con la doctora María Isabel Reyes desde hace más de 20 años en el campo de la música para sordos, lo mismo que con Marta Agudelo. Tratamos que el sordo oiga con elementos secundarios como la piel, los huesos del cráneo y que las vibraciones lleguen al cerebro a través de sonidos con piano, tambores, platillos. Les damos la diferenciación entre los tonos altos y bajos lo que les ayuda en su terapia del lenguaje”, afirma.

Si bien su trayectoria músico médica ha sido muy importante también lo ha sido su tarea de gestor de grupos musicales con la creación del Grupo de Música Antigua, la Orquesta de Cámara de Medellín, la Orquesta Filarmónica de Medellín y del Coro Polifónico, entre otros.

Los 50 años de labor artística que cumple por estos días le han servido para dirigir más de 3.250 conciertos entre corales, sinfonías, óperas y cantatas de música religiosa y profana, y recibir 22 distinciones a las que este año se sumará el doctorado honoris causa que le concederá la Universidad de Antioquia por su gestión cultural.