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Arbitro de primera

Edilma García es la única mujer colombiana avalada por la Fifa para pitar partidos de fútbol en cualquier lugar del mundo., 49515

26 de febrero de 2002

Maria Edilma García tenía 17 años cuando comenzó a acompañar a su novio, tan antioqueño como ella, a los partidos de fútbol en los cuales pitaba como árbitro aficionado. De esas tardes bajo un sol ardiente, compartiendo el entusiasmo de los espectadores, fue surgiendo su amor por un deporte del que nada sabía. Se sintió tan atraída por esa pasión que resolvió inscribirse en la escuela de árbitros de Medellín. Quería profundizar sobre el intríngulis del balompié, las faltas en el área de juego, el fuera de lugar. Sin darse cuenta terminó metiéndose en un mundo de hombres.

Desde entonces ha pitado innumerables partidos. Sólo en el año de su debut fue juez en 100 encuentros de las categorías B y C . Sonriendo, recuerda su primer juego, un encuentro de cuarta categoría entre los colegios San Ignacio y Calazans. “El partido se jugó en medio de un aguacero terrible y el Calazans ganó el encuentro 16-0. Yo estaba muy nerviosa al principio pero los compañeros que fueron a animarme me dijeron que la lluvia era el mejor bautizo para un árbitro”.

Debió, en efecto, ser un buen augurio porque García subió en esa carrera hasta el tope. Llegó a ser árbitro avalada por la Federación Internacional de Fútbol (Fifa). La única mujer colombiana que puede arbitrar en cualquier país del mundo y en la categoría A. “Ahora mi trabajo va a ser más exigente, dice García. Hay muchas cosas más en juego pues es un negocio en el que los jugadores reciben sueldo y el público exige un espectáculo bonito. Impartir justicia sin ser protagonista va a ser mi propósito”.

Sus logros no han sido gratuitos. Entrena varias horas cada día y está alerta a las reformas que se hacen al reglamento. Además ha aguzado el carácter progresivamente para poder dirimir cualquier falta en el campo de juego y hacer valer sus decisiones con mucha determinación. Esto, sin importar las complicaciones que se presenten. Por eso ella sostiene que una de las virtudes de un árbitro es poder desconectarse de lo que pasa fuera del partido, en las tribunas. “No podemos estar atentos a si las barras gritan groserías o si insultan al árbitro o a los jugadores. Nuestra misión es hacer bien nuestro trabajo en favor del buen juego”, dice con firmeza.

Lo más sorprendente es que, además de atender puntual a sus citas en la cancha, Edilma trabaja desde hace 10 años en la sección de compras de Almacenes Exito. Allí aprecian su don de gentes y diligencia.

En medio de esta vida intensa García saca tiempo para su familia. Su esposo, Rubén Darío Sánchez, instructor de árbitros en el Colegio de Arbitros de Antioquia, ha sido su entusiasta colaborador y crítico. Al ser un profesor dedicado le ha dado las bases para que ella vuele en el terreno que él ya experimentó y tuvo éxito. La pareja tiene dos hijos: Julián, de 8 años, y Daniel, de 3. Ya se perfilan al futuro sin poder escapar a su ‘gen’ futbolístico. “En familia el plan más codiciado es ver juntos un partido”, afirma Rubén.

Edilma García, la mamá, la árbitro, la empleada, la esposa, se siente realizada y está segura de que el próximo bien puede ser el partido de su vida.