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Con luz propia

En su reciente libro el escritor y periodista Eligio García recorre la senda que hizo posible a ‘Cien años de soledad’.

16 de abril de 2001

A Claudia, que llega a la Tierra cuando los hombres llegan a la Luna”. Esa fue la dedicatoria que le puso Eligio García Márquez a un artículo que publicó en El Espectador en julio de 1969 después de la hazaña de los astronautas y luego del nacimiento de su sobrina. Entonces, con 21 años, inició una apasionada carrera periodística y literaria y también sembró un amor verdadero. Myriam Garzón, una llanera recia y dulce, lo había conocido casualmente cuando él era vendedor de la librería Buchholz y ella

buscaba allí material para un trabajo universitario. Casi había olvidado el episodio cuando se volvió a encontrar a Eligio en la original dedicatoria y regresó a la Buchholz. Conversaron mucho sobre Cortázar, bailaron bugaloo, Richie Ray y Cortijo y su Combo, se casaron, tuvieron a Nicolás y a Esteban (“son una suerte”, dice hoy su padre, emocionado) y tejieron una familia de lazos fuertes y corazones tiernos.

Eligio viene de otra gran familia amorosa y bulliciosa, los García Márquez. Es el menor, nació en el pueblo de Sucre —hoy en Sucre, antes en Bolívar—, y a los 3 años se lo llevaron a Cartagena, un lugar tan entrañable que años después, en 1978, en su primera novela (Para matar el tiempo) reflejó su adolescencia en esa ciudad.

En Bogotá estudió física y, como dice su mujer, “la dejó porque si no la física acaba con él” pues le dio una úlcera. Ensayó con publicidad pero lo absorbió el periodismo, primero en El Espectador y luego en Flash, revista en la que escribió de ciencia y de literatura.

Cuenta su hermano Jaime que un día lo enviaron a hacerle una entrevista a Gabo. En su infinita timidez Eligio —a quien primero le dijeron ‘Illo’, apodo que se convirtió en ‘Yiyo’— no lo pudo entrevistar, así que compuso una entrevista que nunca sucedió pero que “resultó un perfil preciso de Gabito”, sostiene Jaime.

Con entrevistas armadas, como la que le hizo a Borges y al legendario futbolista holandés Johan Cruyff, y con otros reportajes reales sacó su libro Son así. Más adelante publicó una crónica de la filmación de la película Crónica de una muerte anunciada, titulada La tercera muerte de Santiago Nassar.

El periodismo y la literatura, “dos ríos separados por una isla que cada vez se hace más angosta”, como cuenta Eligio que dijo Truman Capote, lo acompañaron cuando se fue a vivir a París y a Londres donde fue corresponsal de El Sol, de México, Cromos, El Tiempo... En 1981 la familia lo hizo volver a Colombia. Después de un trabajo pesado en un noticiero de televisión volvió a lo suyo, su fiebre: las revistas. Trabajó en Cromos y luego en la recién creada Cambio16 Colombia, fundada por su gran amiga Patricia Lara. No se pierde New Yorker, ni Rolling Stone, ni deja de saborear cada publicación que lo sorprende.

Ahora Eligio decidió enfrentar un problema de salud con una afirmación vital: lanzando un libro que mira detrás de Cien años de soledad: Tras las claves de Melquíades. “Un gran trabajo, de mucho rigor”, cuentan en su familia que dijo Gabriel después de leerlo. Con esta obra Eligio García Márquez cristaliza una pasión de la vida entera, le sonríe a las contrariedades y una vez más brilla con luz propia.