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EL B.B. DE BARCO

El alcalde de Bogotá habla con los vendedores ambulantes, se pone botas pantaneras y maneja a godos, liberales y galanistas en el Concejo Distrital

12 de enero de 1987

Si hay algún funcionario del presidente Barco que dé la impresión de haber heredado el estilo del gobierno anterior, es el actual alcalde de Bogotá, Julio César Sánchez. Se pone botas pantaneras, camina por la séptima y habla con cualquier vendedor ambulante en una esquina, levanta aplausos y vivas, hace visitas intempestivas de madrugada y saluda de "compadre" a todo el mundo.
Aunque quienes lo rodean coinciden en este tipo de observaciones, inmediatamente se toman el trabajo de aclarar: "Es un Belisario, pero a la colombiana", o "es exacto a Belisario en lo de populista, pero la diferencia es que éste sí es efectivo". La mayoría de los comentarios va dirigida en el sentido de que se trata de un alcalde con mucha capacidad de trabajo y poca "carreta", como dice él mismo cuando se está dirigiendo a la comunidad.
Este abogado de 52 años, que no tiene que hacer muchos esfuerzos para entenderse con el pueblo, ya que no oculta su extracción de clase, le ha imprimido un carácter muy particular a la Alcaldía de Bogotá. Su principal idea es la de no embarcarse en "proyectos faraónicos", pues "lo que hay que hacer es buscar soluciones para las cosas elementales y dejarle la tarea de pasar a la historia a otros". No han sido pocas las reuniones de gabinete distrital que ha realizado públicamente en las alcaldías menores con el propósito de que sea ante la comunidad donde se ventilen las soluciones a los problemas. En más de una ocasión ha impulsado una especie de careo entre los miembros de una junta de acción comunal y un gerente de empresa distrital de servicio público.
El alcalde Sánchez se caracteriza por ser un gerente ejecutivo que, aunque sabe delegar, también sabe que las cosas a veces hay que hacerlas por sí mismo, de acuerdo con el refrán que dice "el ojo del amo engorda al caballo". En varias oportunidades ha tenido que ir personalmente a solucionar problemas de carácter urbano y ha salido victorioso. Cuando se presentaron las grandes inundaciones en los barrios del suroriente de Bogotá, dirigió en persona las actividades de ayuda a los damnificados y se valió de su vieja amistad con el padre García Herreros para que en cuarenta días se entregaran 45 soluciones de vivienda en ese sector.
Sus soluciones de vivienda en compañía del padre García Herreros no son nuevas. En Anapoima, donde Julio César Sánchez es cacique indiscutido y que ha logrado convertir en el veraneadero in de Bogotá, convenciendo que hagan casa allá a sus amigos influyentes, regaló la tierra para el colegio departamental y para que se construyera una solución de vivienda para los pobres de esa zona.
En otras ocasiones se comporta como la máxima autoridad policíaca de la capital. En el barrio Meissen se venía presentando desde hacía más de 5 años una serie de inundaciones por culpa del dueño de un parqueadero que no dejaba que por su terreno se hiciera un desague y permanentemente evadía las citaciones que le hacían a la inspección de Policía. El alcalde fue personalmente a buscarlo y le dijo: "Voy a meter los tubos por aquí"; y cuando el dueño del terreno trató de buscar una nueva evasiva, lo tomó por el brazo y se lo entregó a un policía advirtiéndole: "Si pone problema, lo meto a la cárcel". Los aplausos de la gente afectada no se hicieron esperar y los cien metros de desague se hicieron realidad.
Los aplausos parecen gustarle mucho y no ahorra esfuerzos para conseguirlos. Escucha todos los sábados desde su carro el programa que Caracol realiza con la comunidad dirigido al alcalde y en varias ocasiones se ha presentado en el sitio desde donde se originan las quejas y ha terminado dirigiendo la operación con los carros del Acueducto o de la Energía.
Su actividad en el terreno de los problemas elementales no es lo único que lo caracteriza. Se ha propuesto salvar algunas de las empresas del Distrito y ya ha conseguido una financiación de 12 mil millones para algunas de ellas, aunque no fueron pocos los que se opusieron. Sin embargo, en cuanto a salvar institutos como el IDU, o como la Secretaría de Obras Públicas --la cual recibio con 34 destartaladas volquetas--, casi nadie pone en duda que podrá hacerlo. Cuando fue gobernador de Cundinamarca recibió la licorera en quiebra y contra la voluntad de los diputados nombró a un paisa, Ricardo Rodríguez Adreve, que en un año logró sacar del mercado cundinamarqués al Aguardiente Cristal de la Licorera de Caldas y colocar a la empresa en condiciones de superávit en mil quinientos millones de pesos. Cuando le hicieron las críticas por importar un paisa, respondió: "Cuando a uno se le está muriendo la mamá, lo único que no hace es preguntar por la nacionalidad del médico". La imagen de buen administrador y de ejecutivo populista que se ha granjeado en los circulos del Concejo, va acompañada de la de buen político. "Manipulador" y "hábil negociador". Son la constante de las impresiones que de él tienen los concejales. Logró que el esquema de oposición reflexiva de los conservadores se convirtiera en un dolor de cabeza a nivel distrital, en donde ha puesto a los miembros de ese partido en todas sus vertientes a colaborar con su gobierno. Hasta el punto de que el pasado viernes los conservadores, una vez creado el hecho, han propuesto cambiar la "oposición reflexiva" por la "posición constructiva".
A los comunistas los propone como ponentes de proyectos y los compromete con la administración.
Aunque prácticamente no hay nadie que no reconozca sus capacidades, no deja de haber uno que otra que se atreve a afirmar que lo que está haciendo Julio César Sánchez es trabajar por la próxima candidatura del Partido Liberal. Y aunque no hay nadie que no lo considere un "tipo muy correcto", hay algunos que sostienen que sus cargos en las administraciones han sido supremamente bien aprovechados en beneficio propio. "Esas tierras de Anapoima se han valorizado mucho porque gracias a los cargos que desempeña, sus tierras tienen de todo".
Los rumores sobre su poderosa capacidad económica después de haber sido un "pobre mesero", son diversos. No faltan quienes insinúan que desde las épocas en que se desempeñaba como secretario de Hacienda del Distrito bajo la administración Barco, "sus chequeras comenzaron a engordar". Otros dicen que su gran negocio fue comprar las tierras de Anapoima muy baratas y venderlas a precio in. Sin embargo, él no niega el hecho de que ante la costumbre cada vez más enraizada de que para ejercer la política en Colombia se necesita tener chequera gorda se vio obligado a hacer "sus pesitos" para poder ser un político independiente. Y esos pesitos, según el propio alcalde, los consiguió inicialmente en buena proporción gracias a que logró unas asesorías tributarias y de seguros relativamente considerables.
Sánchez, como político independiente, fue el primero en proclamar la candidatura de Barco "cuando el barquismo apenas cabía en un Volkswagen", como él mismo afirma; y al parecer el afecto es recíproco. Se afirma que Sánchez es el consentido de Barco y que ese hecho le ha costado el ser mal visto por parte del "Sanedrín".
Con su aspecto provinciano, su tono dicharachero y su capacidad de manejo de la situación política, el alcalde de Bogotá se perfila como un político de primera plana. De él se afirma que es el único "de mostrar" que tiene la administración Barco.--