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El científico melómano

La Universidad Nacional y la Academia de Ciencias homenajearon a Jorge Arias de Greiff en sus 80 años.

30 de septiembre de 2002

La vida del científico y profesor Jorge Arias de Greiff, cuyo cumpleaños 80 ha sido celebrado por la comunidad académica, ha sido de descubrimientos constantes. Hizo el primero a los 10 años cuando, para satisfacción de los genes melómanos de su familia materna, descubrió la colección de discos de su mamá. Comenzó a oír unas composiciones y a memorizar unos apellidos que se convertirían en sus compañeros por el resto de su vida: Beethoven, Wagner, Schubert y Bach. La lista se ampliaría después con otros apellidos ilustres: Haydn, Mozart, Brahms, Mahler, Schoenberg y Chostakovich.

Esta temprana afición por la música clásica podría haberlo convertido en intérprete o compositor. Y lo intentó. Tocó la trompa pero Euterpe, la musa de la música, no le concedió la habilidad para continuar por este camino. Pero su pasión por este arte nunca desapareció. Eso explica los más de 4.000 discos que tiene en su casa, la invasión progresiva en su biblioteca de biografías de sus autores favoritos o de libros sobre temas musicales, las reuniones periódicas que organiza con amigos para escuchar obras selectas y el aprendizaje del alemán a partir de la lectura repetida de las óperas de Wagner.

La música pudo haber sido todo en la vida de Jorge Arias de Greiff, pero terminó en segundo plano ante sus pasiones definitivas: la academia y la ciencia. Adquirió su gusto por esta última en el Gimnasio Moderno, de la mano de los profesores catalanes que organizaron el programa de estudios de esta institución. Más tarde quienes lo encarrilaron en forma definitiva por ese mundo fueron dos maestros, a los que califica de excepcionales, que tuvo al finalizar el bachillerato: Henri Yerli y Julio Carrizosa Valenzuela. Cuando volvió a encontrarse con éste en la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional, comprendió que su "destino estaba echado".

Durante una época ejerció en forma simultánea su profesión y la cátedra universitaria, "hasta que quedé anclado en la universidad, que representa la máxima posibilidad para un desarrollo personal", dice. En la Universidad Nacional, a la que ha estado vinculado desde 1945, ha sido catedrático, decano de la facultad de ciencias, rector y director del Observatorio Astronómico.

La observación científica de la bóveda celeste, una habilidad que le otorgó Urania, la musa de la astronomía, lo condujo a otro mundo poblado de estrellas cercanas y rutilantes: la historia de la ciencia en Colombia. Cuando incursionó en este tema descubrió que sabios como Francisco José de Caldas, José Celestino Mutis, Alexander von Humboldt, por citar sólo algunos, eran vistos casi como beatos.

Inspirado por Clío, la musa de la historia, tumbó la estantería en la que habían sido montadas estas figuras al presentar puntos de vista novedosos, desacralizadores y atrevidos sobre estos personajes y otros próceres patrios. La pasión por la música, la ciencia y la historia bastaría para colmar las expectativas de cualquier persona. Sin embargo para Jorge Arias de Greiff no son suficientes. A los 80 años quiere tener más tiempo para seguir descubriendo cosas de esa aventura prodigiosa que es la vida.