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El desarma-corazones

El padre Alirio López, una verdadera locomotora de la convivencia, el diálogo y la paz, es el consejero para la Vida Sagrada del alcalde Antanas Mockus.

19 de febrero de 2001

La politica y el amor no suelen ir de la mano. Los funcionarios públicos hablan con más soltura de impuestos, de penas y de ampliar coberturas que de perdonar, de quererse y de acariciar. Y sin embargo para el padre Alirio López es quizá lo segundo lo que más necesitan los colombianos. Por eso el sacerdote bogotano de 47 años, consejero del alcalde Antanas Mockus para la Vida Sagrada, está empeñado en sacar del clóset las palabras ternura, esperanza y libertad. “Quiero rescatar el verbo creer”, afirma López, quien ha creído en aquellos en los que casi nadie cree.

En noviembre de 1997 lideró, junto con el coronel Jaime A. Leal, comandante de la Policía en Ciudad Bolívar, el primer plan de desarme en el sur de Bogotá. A punta de darles una oportunidad de trabajar 250 pandilleros entregaron más de 1.200 armas para fundirlas en cucharas y palomas.

El proceso no fue fácil. Pero un día, cerca a donde se encontraban el padre y el coronel, se produjo un enfrentamiento entre pandillas que, irónicamente, les abrió la puerta hacia esos jóvenes que cometían el 85 por ciento de los delitos en Ciudad Bolívar. Dos integrantes de las bandas habían resultado muertos y otros cuatro heridos en la pelea. El coronel Leal y el padre Alirio los llevaron al hospital y le donaron sangre a uno de ellos, con lo que le salvaron la vida. Tras el incidente los pandilleros poco a poco fueron confiando en el sacerdote.

El siguiente paso corrió por cuenta del Instituto Tecnológico de Electrónica y Comunicaciones de Telecom, que capacitó a los muchachos en mantenimiento e instalación de redes telefónicas. Ante la oportunidad de ser útiles muchos dejaron sus bandas, aunque no sin esfuerzo. Cuenta el padre Alirio que un ex pandillero que terminó su capacitación y que, sin embargo, se demoraba en encontrar empleo, llegó un día a buscarlo llorando. Acababan de matar a su papá, les iban a quitar la casa porque no tenían con qué pagar el arriendo y su mamá lo presionaba porque ya no traía la misma plata que antes. “El Señor no te va a dejar solo”, lo consoló el padre Alirio, temeroso de que el joven regresara a la violencia. Pero el muchacho lo miró a los ojos y le dijo: “Di mi promesa de que no caería de nuevo. Además, después de encontrar la luz, ¿cómo volver a la oscuridad?”.

“A los jóvenes hay que creerles cuando dicen que van a cambiar”, dice López. También a los delincuentes. El sacerdote lideró el pacto de no agresión firmado en La Modelo en marzo del año pasado, que logró que durante dos meses y medio los presos convivieran en paz. “Se trata de acompañar al otro, esperando un cambio”, afirma con una vitalidad contagiosa. De ahí que hubiera lanzado el programa bandera de Mockus de la Vida Sagrada desde la Cárcel Distrital, donde él confía que el afecto y el rescate de la dignidad logren hacer lo que la militarización del sitio no ha logrado en el pasado.

Alirio López se ordenó como sacerdote hace 18 años pero ya desde pequeño, cuando era acólito de los padres Camilo Torres y Domingo Laín, tenía inquietudes sociales y religiosas. Enseñar el “evangelio de la vida” es su obsesión y para lograrlo recurre a todos los medios a su alcance. A las 5:58 a.m. despierta a los oyentes de Radio Super con dos minutos de espiritualidad. De 6:30 a.m. a 6:40 a.m. participa en el Programa Mariano. Y los jueves de 1 a 2 p.m., en su programa de televisión En Familia, habla de relaciones prematrimoniales, satanismo y hasta cursos sicoprofilácticos. Esto, sin contar con el seriado Pandillas, guerra y paz, en el que actuaron el año pasado muchos de los ex pandilleros de Ciudad Bolívar representando su propia realidad. “Si Jesucristo viviera hoy aprovecharía todos los medios para su Evangelio”, dice el consejero de Mockus, quien destinará su energía —que es mucha— a que los habitantes de Bogotá entiendan que la vida es para vivirla.