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El pintor de los Andes

El maestro pastuso Manuel Guerrero, con 30 años en el arte, confirma que nadie es profeta en su tierra.

18 de junio de 2001

Desde que tiene uso de razón y memoria ha pintado. Comenzó por cambiarles el color a los muebles de la casa paterna, pintó en unas vacaciones la casa de su hermana y en los diciembres de su niñez diseñó fondos para pesebres. A regañadientes, y movido seguramente por la contundencia de esta cualidad innata, su padre lo matriculó en la Universidad de Nariño para realizar un curso de extensión dirigido a profesores de dibujo; tenía 11 años y se convirtió en un aprendiz aventajado de sus compañeros mayores. Nacido en 1947 y con exposiciones permanentes en varias galerías de Francia, Holanda y Colombia, Manuel Guerrero Mora siente que su obra está consolidada pero quiere continuar su aventura diaria. Dedicarle la vida al arte no fue una decisión fácil para este pintor: “Siempre tuve el mismo impulso por pintar, pero la constante lucha por resolver la vida desde las necesidades básicas muchas veces interrumpió mi dedicación”.

A los 18 años salió de Pasto, su ciudad natal. En Bogotá esperaba encontrar un ambiente propicio para continuar su aprendizaje y se desempeñó como dibujante publicitario en el almacén Sears. Luego recibió una beca del Sena para capacitarse en pedagogía del arte y posteriormente se vinculó como profesor en la misma institución, trasladándose a Medellín donde realizó su primera exposición de acuarelas en 1969. Desencantado por los cambios que en la década de los 70 afectaron al Sena, se fue a Cali y en 1975, recién casado, regresó a Pasto donde abrió su propio taller.

Una mirada a la obra del maestro Guerrero Mora permite reconocer algunas obsesiones: las alturas, las nubes, los cielos, las montañas y los abismos. “Quisiera que quien mire mi pintura sienta que está hecha de emociones de la vida que vivo”.

En algún tiempo se consideró un pintor al margen de la actividad cultural del país, pero a mediados de la década del 90 encontró el apoyo de Camilo Gaviria, galerista caleño quien, a través de diferentes exposiciones en su Galería Gesto del Arte, le brindó el impulso necesario para abrir fronteras no sólo en el ámbito nacional, sino también para convertirse en un mito en la ciudad de Cali. La obra del maestro Guerrero Mora se puede apreciar de forma permanente en la galería Wind en Soest, Holanda. También ha sido exhibida en la galería Arver Space, en el Salón Event Internacional, en el Salón de Fresnes, en Le Comptoir des Arts, en la Biennale Pleins Feux sur Ivry, y en otros salones en París. En el verano de 2000 fue invitado a Le Coche d’Eau, del Museo de Arte e Historia en Auxerre, Francia. Próximamente estará en Internet en el sitio web que le está construyendo su galerista.

El poeta Juan Gustavo Cobo Borda, después de conocer su obra, lo llamó “un pintor del sur”; pero tal vez la importancia de Guerrero Mora radique en su capacidad para sobreponerse, a pesar de su notoria timidez, a las vicisitudes del trayecto que supone para un colombiano del común reconocer y afrontar la vocación artística.

Una de sus más recientes series, Laberintos, es un recorrido por un mundo contradictorio de espacios y caminos virtuales que al verlos la razón y el sentido tienden a extraviarse. Actualmente el maestro Guerrero Mora trabaja en Exodo, una serie que representa de manera dramática el desplazamiento al que está sometida la población colombiana.