Home

Perfil

Artículo

El rebelde con causa

Guillermo Alfonso Jaramillo, gobernador del Tolima, anuncia que peleará contra el ‘virreinato’ de Bogotá e insiste en los diálogos regionales de paz.

2 de abril de 2001

“Uy, Dios mío, era lo único que nos faltaba ver”. Eso exclaman las matronas del exclusivo barrio Cádiz de Ibagué, cuando comentan que Guillermo Alfonso Jaramillo, uno de los otrora niños bien de la ciudad, ahora es socialista, enarbola las banderas de la igualdad, la fraternidad, habla mal del Partido Liberal y se va lanza en ristre contra el Plan Colombia que, según él, tiene mal hasta el nombre, pues más bien debería llamarse Plan Estados Unidos.

Las señoras se mecen bajo la sombra de los ocobos y confiesan que jamás se imaginaron que el mismísimo hijo de doña Hilda Martínez, una cacica liberal bogotana, y de Alfonso Jaramillo Salazar, un barón electoral del Tolima, decidiera seguir semejante camino.

“Es sencillo, dice él en su despacho de luz tenue para apaciguar el bochorno y con flores rojas siempre frescas, estoy siendo leal a mis promesas”. En efecto, fue electo a nombre del Partido del Socialismo Democrático, con un programa que prometía convertir al departamento del Tolima en “territorio y laboratorio de paz”. Por eso desde el día de su posesión ha sido noticia. Habló con Carlos Castaño, en Córdoba; con las Farc, en el Caguán; organizó para este lunes 5 de marzo la primera cumbre Por la Paz y los Derechos Humanos en Ibagué con presencia de embajadores europeos y alista maletas para ir a Estados Unidos. “Para que nos escuchen y sepan que no estamos de acuerdo con la fumigación de los cultivos ilícitos y se enteren que la única ayuda es la inversión social porque el componente militar del Plan Colombia es leña para este incendio”.

Lo dice el mismo hombre nacido hace 50 años en Líbano, Tolima, que aprendió a gatear en amplias haciendas y que se educó en Europa, donde cultivó los suficientes contactos para haberse ido por un camino sin nubarrones en el horizonte. “Con tanta hambre que aguanta mi gente era imposible optar por la vida fácil”, dice. Su conciencia social empezó a germinar en la vieja Europa. “Ese es el socialismo que quiero para mi país, con educación y las mismas oportunidades para todos”. Lo palpó en la Universidad de Viena, donde se diplomó en cirugía especializada abdominal; en el Hospital Universitario de Lund, Suecia, donde se especializó en cirugía cardiovascular y torácica, y en el Hospital Universitario de Uppsala, Suecia, donde hizo un posgrado en cirugía cardíaca pediátrica.

Dejó los claustros para viajar por los lugares de Colombia donde abunda la pobreza. Allí operó del corazón a 1.200 niñas y niños de escasos recursos. Hizo a un lado la medicina y se enrumbó por la política. En este proceso se ha ganado el afecto de los gobernadores del Cauca, Nariño, Putumayo, Caquetá y Huila, quienes también se oponen a la fumigación de los cultivos ilícitos y simultáneamente el rechazo del gobierno central. “Es lógico, el virreinato está vivo, se ejerce desde Bogotá y yo tiré hace mucho tiempo las rodilleras si piensan que voy a rogarles”. Lo vital para él es el afecto de su esposa, la arquitecta Vilma Gómez, sus dos hijos, y todos los pobres, por los que él dice que hay que pelear.