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El rey de las noticias

Al cumplir 50 años en ‘El Tiempo’ se retira Enrique Santos Castillo, considerado por muchos el mejor periodista de Colombia.

30 de abril de 2001

Años atras Enrique Santos Castillo se encontró en un pasillo a un joven redactor del diario El Tiempo que leía un fax. “Don Enrique, le dijo sorprendido el periodista, mire este fax. Era para los Cano pero se equivocaron de destinatario”. El editor del periódico de mayor circulación del país tomó el papel, le echó un vistazo y ordenó sin dudarlo: “Mijito, mándelo a ‘El Espectador’ pero antes haga una noticia con esta información, que está buenísima”. Había hablado el periodista nato, para quien la ‘chiva’ es una forma de vida.

Y es que para quien ha sido uno de los hombres más discretamente poderosos del país esa expresión coloquial lo es todo: “chiva”. Una palabra exclusiva de la jerga periodística nacional que no es otra cosa que una noticia que no tengan los demás. “¿Qué sería de mi vida sin las chivas? No puedo ni imaginarlo”, respondió en alguna tarde lejana cuando hizo una pausa a su ritmo irrefrenable de trabajo. Eso lo saben bien muchos de los mejores periodistas colombianos, que más que sus subalternos han sido sus alumnos, como Daniel Samper, Germán Castro o Germán Santamaría. Ante ellos siempre ha exhibido dos de sus mejores virtudes: una capacidad de trabajo a toda prueba y una posición ideológica de una sola pieza. “Yo siempre he sido un tipo de derecha”, dice sin importar el escenario.

Este podría ser Madrid en medio de la Guerra Civil o Bogotá en la mañana en que llegó al periódico el comandante Carlos Pizarro Leongómez recién desmovilizado del M-19. Su postura ideológica se mantuvo invariable a pesar de las consecuencias: “Nos llevábamos regular”, dice él para calificar la relación con su tío el presidente Eduardo Santos, quien fue propietario y director del periódico. “El era sumamente republicano y en cambio yo fui franquista furioso”, sostiene. Tal vez por eso a don Enrique, como lo llama todo el mundo, no le dejaron espacio en las páginas editoriales. Cosa que él no tomó como un llamado de atención sino como un espléndido regalo del destino. Porque asumió las riendas de las noticias y sin redactar una sola de ellas, ponía la agenda del país en los titulares de primera página o en el resto de la información. Para él tiene tanta importancia una elección presidencial como una foto social.

Pocos saben a qué horas lee tanta información. Bien sea de libros, periódicos y revistas. Como tampoco se sabe cómo hizo para ser el único hincha de fútbol que ha tenido la osadía de ser primero presidente de Santa Fe y luego de Millonarios. Es coqueto, galante con las mujeres, exigente, maniático de la puntualidad, impulsivo, polémico, profundamente honesto y también solía ser muy cariñoso con quienes le llevaban en bandeja una buena noticia pero duro con los demás. “Reconozco que tenía el defecto terrible de regañar pero ya no lo hago”, dice.

A El Tiempo llegó en una lejana mañana de la década de los 40 después de estudiar derecho. Pero sólo este jueves 5 de abril recibirá oficialmente el escudo de la Casa Editorial El Tiempo, el emporio de noticias del cual él llegó a ser el verdadero rey. Luego se retirará del periódico, una verdadera noticia, la primera ‘chiva’ que él ya no escribirá.