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El visionario

Adolfo Carvajal Quelquejeu, un hombre de pocas palabras, muchas obras y un compromiso cívico ejemplar, fue uno de los grandes forjadores de empresa en Colombia.

9 de septiembre de 2002

Como en un libro abierto, escrito en una prosa sencilla, bien ilustrado y perfectamente impreso, se podría leer la vida de Adolfo Carvajal Quelquejeu. Nacido en Cali en 1931, desde muy joven siguió la tradición familiar en el negocio de la impresión y la edición de libros. Después de estudiar en el colegio Berchmans y graduarse de bachiller en el San Bartolomé en Bogotá, obtuvo el título de ingeniero en artes gráficas en el Rochester Institute of Technology en Nueva York. En 1954 regresó a Cali y se vinculó a la empresa que, 50 años antes, en 1904, había iniciado su abuelo Manuel Carvajal Valencia como un pequeño taller de litografía en su propia casa.

Cuando Adolfo ingresó a Carvajal y Compañía ésta apenas estaba consolidándose en el mercado nacional. Ocho años más tarde la empresa emprendió su primer proyecto en el exterior con la creación de la Corporación Gráfica de Puerto Rico en 1962. El primer designado para presidirla fue precisamente Don Adolfo, como lo llamaban sus colaboradores. Esta temprana experiencia internacional le serviría 17 años después, en 1979, cuando fue nombrado presidente de Carvajal S.A. Bajo su liderazgo la compañía aceleró la conquista del mercado internacional mucho antes de que en el país se hablara de apertura. Le rindió tanto a Adolfo Carvajal que cuando se retiró, en junio de 1999, para ocupar la embajada de Colombia en Francia, había convertido a la empresa en la compañía nacional con mayor presencia en el exterior. Cuando le preguntaron alguna vez por las razones de su éxito contestó sin dudarlo: "Son décadas de trabajo de muchas personas que afortunadamente se han interesado en la empresa".

Además de haber sido un empresario innovador encontró el tiempo para trabajar por su comunidad. En compañía de su esposa, Amparo Sinisterra, con quien tuvo tres hijos, fundó Proartes, que promueve la cultura en Cali, y creó una emisora de música clásica. Su afición por el deporte lo llevó a poner en marcha a Coldeportes, en 1968, por invitación del presidente Carlos Lleras Restrepo, y a participar activamente en la organización en Cali de los Juegos Panamericanos de 1971. Heredó de su padre, Mario Carvajal, un pedagogo muy recordado que fue rector del Colegio Santa Librada y de la Universidad del Valle, una preocupación constante por la enseñanza. "Sin educación no habrá paz", solía decir Adolfo Carvajal, quien también fue cofundador de la Universidad Icesi. Su sensibilidad se extendió a otras áreas del bienestar social y se materializó a través de su apoyo a la Fundación Carvajal, entidad creada con su familia en 1961. Esta entidad sin ánimo de lucro recibe cerca del 40 por ciento de las utilidades de la empresa, con las que financia programas de desarrollo social en los barrios marginados de Cali.

Quienes conocieron a Adolfo Carvajal lo recuerdan como un hombre discreto y trabajador, aficionado al Deportivo Cali y amante del buen tabaco. Murió el 3 de septiembre pasado, cuatro días después que su hermano Juan Pablo. El doble golpe dejó a su familia apesadumbrada. Su muerte deja un vacío que seguramente será difícil de llenar en la empresa, la comunidad y el país.