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ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

Jorge Raúl Ossa, director científico del hospital de Armenia, se volvió un símbolo de dedicación <BR>y coraje en medio de la tragedia.

1 de marzo de 1999

La tragedia de Armenia tiene mil rostros y un sinnúmero de dramas difíciles de imaginar. En
medio de la desolación, el caos y el dolor del episodio apocalíptico que sacudió al eje cafetero, Jorge Raúl
Ossa pasó de ser una de las miles de historias desgarradoras para convertirse en uno de los símbolos del
heroísmo y la dedicación en medio de la catástrofe. Con la incertidumbre de desconocer la suerte de sus
familiares el día del terremoto, y con la sola certeza de haber visto reducido a escombros el edificio de cinco
pisos en donde vivía su madre, este médico de 42 años debió dejar a un lado la búsqueda y rescate de sus
parientes para salir rumbo al hospital San Juan de Dios a salvar cientos de vidas. Su labor como director
científico de esta entidad fue fundamental para coordinar los operativos de emergencia que evitaron que la
cifra de muertos fuera mayor. El arduo trabajo en las salas de urgencias hizo que tan sólo 24 horas después
pudiera dedicar unas pocas horas a recuperar y sepultar el cuerpo de su madre, para luego regresar a su
labor. El de Ossa no sólo fue un acto de dedicación y cumplimiento al juramento hipocrático sino que
se constituyó, además, en una verdadera muestra de valor, responsabilidad y coraje.