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Pionera en ala giratoria

La teniente Janeth García está a punto de convertirse en la primera mujer piloto de helicópteros de la Policía Nacional.

30 de octubre de 2000

La fumigación de cultivos ilícitos que realizan los pilotos de la Policía Nacional es una operación de alto riesgo, que parece sacada de una película de acción. Primero ingresan a la zona dos helicópteros Black Hawk. Volando a ras de las copas de los árboles, protegidos por su blindaje y aprovechando su gran velocidad, ametrallan el área que se debe fumigar para dispersar a eventuales focos de resistencia que intenten impedir la misión de fumigación.

Luego entran los ‘mosquitos’, las veloces avionetas turbotrosh de fumigación, a hacer su trabajo. Mientras tanto arriba sobrevuelan vigilantes, a una altura de entre 1.500 y 2.500 pies, ocho helicópteros UH1-H. En el caso de que sus compañeros sean atacados, estos aparatos repelen el fuego enemigo por medio de dos ametralladoras calibre punto 50. Una misión riesgosa puesto que estos aparatos no tienen el blindaje ni la rapidez de los Black Hawk.

La teniente Janeth García, de 25 años, es consciente de este riesgo y de otros similares que va a encontrar cuando apoye a sus compañeros que combaten en tierra o cuando enfrente condiciones atmosféricas difíciles durante el traslado de personal o en misiones de patrullaje aéreo.

A todas estas situaciones, en las cuales su adrenalina se disparará como un cohete y pondrá a prueba sus nervios de acero, estará expuesta dentro de muy poco tiempo luego de que se convierta en la primera mujer piloto de helicópteros de la Policía Nacional. Aunque hay cinco mujeres pilotos de aviones, ella será la primera de ala giratoria, una labor peligrosa y a la que tradicionalmente se dedicaban los hombres.

La teniente García, como la llaman sus compañeros de la Escuela de Aviación de Mariquita, Tolima, es la mayor de cuatro hermanas en una familia de sólo mujeres. Su padre fue sargento del Ejército y murió hace varios años en una emboscada de la guerrilla. Ella nunca pensó en dedicarse a ser piloto de guerra, pero, cuando tuvo la oportunidad de estudiar para serlo, no dudó en aceptar el difícil reto. Ya completó los siete meses de estudio en tierra.

Durante todo este tiempo estuvo desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la tarde en clases de motores, inglés, navegación y aerodinámica, entre otras. Ahora, para hacer realidad su sueño, necesita completar 120 horas de instrucción de vuelo en un helicóptero Bell 206.

En Mariquita la teniente García permanece enfundada siempre en el overol verde oliva propio de los pilotos, que hace juego con el color de sus ojos.

Es vanidosa, extrovertida y la consentida de sus 20 compañeros de curso. No tiene distracciones, salvo el deporte que practica entre 4 y 6 de la tarde, porque su novio, quien también es piloto militar, está volando en algún lugar del sur de Colombia. Su objetivo inmediato es graduarse y pasar por el bautizo al que se someten todos los nuevos pilotos: son rapados y bañados en agua, harina y aceite.

Cuando piensa en este día se emociona. Después vendrán dos o tres años como copiloto de UH1-H hasta que tenga la experiencia suficiente para ser piloto comandante.