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Rebelde con causa

Liberal de izquierda, irreverente, de buen humor y soñadora, la economista y abogada Clara López Obregón asumió como auditora general de la República.

28 de abril de 2003

Clara Lopez Obregón recuerda con extraordinaria nitidez las dos últimas veces que lloró. El 17 de diciembre de 2000, un día plomizo, frío y tenso, cuando sintió que el corazón se le arrugaba de puro dolor porque se iban de nuevo para el exilio con su esposo, el ex presidente de la Unión Patriótica Carlos Romero. Salían con las maletas a medio hacer por el miedo y la prisa, huyéndoles a las amenazas de muerte que les pisaban los talones. "Era tan duro que sentía que hasta las lágrimas me dolían", rememora. Volvió a llorar el pasado sábado 22 de marzo cuando retornaron a Colombia. Fue en el instante en que vieron desde el avión la sabana de Bogotá bañada por el sol, más verde, más viva, más esperanzadora. "Regresábamos, nos tomamos de las manos y lloramos de felicidad. Hicimos un pacto: volvíamos para siempre. Jamás, nunca jamás, nos volveremos a ir del país".

Ella es así. Típica aries: apasionada, fuego vivo. Una economista a quien los números la hacen sufrir. "Porque sé que detrás de cada cifra hay un drama humano". De ahí que, pese a haber tenido el privilegio de nacer en el seno de una de las familias más conocidas del país, no haya estudiado economía y derecho para hacer dinero sino para poner sus conocimientos al servicio de la gente. Así ha sido siempre. Desde que era una inquieta estudiante en Los Andes o cuando se preparaba en Harvard.

Naturalmente que cuando se hizo profesional se movía como pez en el agua en los círculos de izquierda. Hace 20 años empezó su relación con Romero, de quien dice es su complemento ideal.

Mientras construía el amor luchaba por edificar un nuevo país. Ha estado cerca de hacerlo pues fue la asistente personal de Horacio Serpa Uribe en la Asamblea Nacional Constituyente que le dio vida a la Constitución de 1991. Primero de Luis Carlos Galán, también de Jaime Pardo Leal, luego de Serpa y siempre de su tío Alfonso López Michelsen ha sacado enseñanzas que le permiten definirse como liberal de izquierda. Esta es la ideología que ella cree necesita el país. Porque mientras muchos tecnócratas ven cifras ella ve desempleo, mientras otros ven índices ella ve rostros que viven por debajo de la pobreza absoluta. "Y son millones, millones de colombianos los que sufren día a día". A los que no los mata la indiferencia y la ausencia de programas estatales los mata la violencia. Como cada uno de los 3.800 militantes de la Unión Patriótica por los que ella guarda un duelo eterno.

Lo cual no significa que sea triste. Al contrario. Es feliz. Muy feliz. Vive siempre de buen humor, encantada de saberse de una comunidad que baila vallenatos, que se goza a Gabriel García Márquez y que tiene en la risa el mejor antídoto contra los males de pobreza. En público, además, le encanta compartir con los amigos. En privado, nada mejor que leer. En especial libros de economía, que ella disfruta como si fuera literatura.

Y hoy, a sus 53 años, se siente llena de color, no 'la sobrinita pálida', como la llamaba Klim cuando ejercía como secretaria privada de la presidencia de López Michelsen. Con ese entusiasmo dice que este país saldrá adelante siempre y cuando cada colombiano aporte su granito de arena. "Yo, por mi parte, voy a poner todas mis energías para que los dineros públicos sean correctamente gastados". Eso hará desde su nuevo cargo de auditora general de la República, que asumió el 3 de abril.