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| Foto: Karen Salamanca

GOBIERNO

Así gobernará el nuevo Presidente

Juan Manuel Santos dará continuidad a las políticas de Álvaro Uribe, pero lo que sí se advierte es un cambio de estilo en el Gobierno. Santos se ha caracterizado por su talante conciliador. Sin embargo, hay muchas inquietudes que su próximo gobierno tendrá que resolver.

20 de junio de 2010

Si hay un rasgo que ha caracterizado al ‘santismo’ ha sido el carácter conciliador. A su tío abuelo Eduardo Santos, el primer Presidente de la familia, lo recuerdan los libros de historia como el gran conciliador de su generación. Y quizás ese sello familiar sea el que predomine en el nuevo estilo de gobierno, que a partir del próximo 7 de agosto aplique Juan Manuel Santos, elegido presidente este 20 de junio.

El ‘santismo’ también ha sido sinónimo de pactos entre las elites. Y Juan Manuel puede seguir esa constante, a la luz de una de sus principales estrategias en campaña, de cara a la segunda vuelta, la de un acuerdo de unidad nacional.

Una prueba de ese carácter, el de conciliador, la ha repetido Santos en campaña, al recordar que cuando fue ministro de Hacienda en el gobierno de Andrés Pastrana, pudo acordar con el entonces ministro del Trabajo, Angelino Garzón, el nuevo vicepresidente de la República, el ajuste del salario mínimo al llegar a un acuerdo entre las partes, sin necesidad de acudir al decreto.

Algunos de los altos mandos militares con quienes trabajó en el gobierno de Álvaro Uribe han señalado que una de sus principales virtudes es la de “saber escuchar”, y también reconocen que, bajo su mando como Ministro de Defensa, todas las Fuerzas Armadas del Estado alcanzaron su más alto nivel de sincronización y coordinación.

Sin embargo, Santos ha demostrado, en su vida pública, como ministro de los gobiernos de César Gaviria, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, que sabe conciliar, pero también recurrir a la confrontación cuando las circunstancias lo obligan a ello. Incluso, asumir posturas impopulares cuando estuvo obligado a ello, por ejemplo en épocas de crisis económica, también en su período como Ministro de Hacienda.

A partir de sus numerosos pronunciamientos durante la campaña, se puede advertir algunos rasgos que marcarán el próximo estilo de gobierno. El de Juan Manuel Santos partirá del consenso con la clase política y con las élites, pero también, al menos así lo ha prometido, podría estar dispuesto a retornar al respeto y a la independencia de los otros poderes del Estado, la rama judicial y la legislativa.

Eso lo garantizó en varias entrevistas, en las que expuso como uno de sus principales objetivos reestablecer la armonía con las altas Cortes y respetar la independencia y la autonomía del Congreso, a pesar de contar con un aparente respaldo de casi el 87 por ciento.

Sobre el papel, Santos ampliará sus políticas con varias propuestas recogidas en campaña y originadas de los grupos políticos que tenían aspiración de poder, pero que en la segunda vuelta se congregaron en torno a la invitación del hoy Presidente electo.


“La mayoría se construyó bajo unas bases coherentes (...) las negociaciones para las adhesiones sobre la base de esos 10 puntos del proyecto de Unidad Nacional. Quienes lo han respaldado apoyaron un programa y lo han enriquecido. Por ejemplo Germán Vargas Lleras, de quien hemos recogido su propuesta de reforma judicial, de vivienda. Del Partido Liberal, nos ha servido la propuesta del primer empleo”.

Quienes conocen a Juan Manuel Santos dicen de él que es “pragmático, buen gerente, flexible, ambicioso” y hasta “camaleónico”, como lo definió en campaña su más fuerte contendor, Antanas Mockus, por las diversas posturas que ha asumido en su vida pública. El propio Santos ha dicho que “los únicos que no son capaces de rectificar son los imbéciles”.

Como buen gerente, Juan Manuel Santos ha demostrado que es capaz de rodearse de personas con muchas calidades. En campaña lo repitió mucho y recordó que sus ministerios aplicó parámetros de meritocracia, e incluso sus más duros críticos reconocen que no ha nombrado cuotas políticas y ha escogido profesionales de alto nivel.

Juan Manuel Santos dice que uno de sus principales rasgos, que quizá lo diferencian del presidente saliente, es su capacidad de delegar. “El trabajo en equipo, para mí, es fundamental”, ha reiterado Santos. Y ha advertido que confiará en las personas que desarrollen las políticas diseñadas por el “máximo gerente del país”, que es, como muchos han señalado, el estilo de gobierno de Juan Manuel.

“Los ministros son, y deben ser, fusibles. Los que no den resultados tienen que irse, por norma. Sí me gusta tener ministros que duren un tiempo prudente, si hay algo que hace mucho daño a las políticas es el cambio permanente. Cada ministro quiere llegar con sus políticas, yo no voy a permitir eso. Trazaremos las políticas y serán las personas designadas las que las ejecuten, pero aquí no vendrán las personas a inventarse las políticas, porque el Gobierno pierde su coherencia”, dijo Santos en una reciente entrevista a Caracol Radio.

Las inquietudes

Santos, como exponente de la continuidad del Gobierno, tendrá como reto desprenderse de muchos de los estigmas de los ocho años de presidencia de Álvaro Uribe. Temas como la corrupción, los derechos humanos, el empleo, las relaciones internacionales y las garantías de la oposición son algunas inquietudes a las que Juan Manuel Santos tendrá que dar respuesta.

El gobierno de Uribe, aparte de sus éxitos, tuvo escándalos que tuvieron impacto en la opinión pública. Hechos de corrupción como la ‘yidispolítica’ y abusos de poder como lo que se ha destapado al interior del DAS obligan al nuevo Presidente a marcar una diferencia y a luchar contra cualquier brote de irregularidades.

Durante la campaña, y ante las insistencias de su contendor Antanas Mockus, Santos no tomó partido en el caso de la ‘yidispolítica’, al señalar que será la justicia la que determine si funcionarios del Gobierno compraron conciencias para conseguir la primera reelección, y recordó que en ese entonces, cuando la primera reelección se aprobó en el Congreso, Santos no hacía parte del Gobierno.

En el escándalo del DAS y en el de los falsos positivos, Santos ha advertido que se tomaron las medidas pertinentes y que hasta organismos como Naciones Unidas lo han reconocido. Pero varios dirigentes políticos cuestionaron el hecho que cuando fue Ministro de Defensa, no asumió responsabilidades políticas al respecto.

Por eso, cualquier escándalo de su próximo gobierno en este sentido tendrá mayor repercusión, sobre todo cuando la recta final de la campaña estuvo casi polarizada por el Partido Verde, que empuñó las banderas más fuertes de la lucha contra la corrupción.

El senador del Polo Jorge Enrique Robledo, entre otros dirigentes, le dijo a Semana.com que más allá de una nueva era, con Juan Manuel Santos se marcará el “noveno año del gobierno Uribe”. Hace esta reflexión en materia de garantías a la oposición, pues llegará a gobernar con una maquinaria parlamentaria que se advierte mayor de la que rodeó a Uribe en ocho años.

“Santos es una caricatura de Uribe y tiene todos los defectos del Presidente. Ya vimos qué garantías tuvo la oposición en ocho años de gobierno de Álvaro Uribe: persecución política por parte de organismos del Estado”, dice Robledo.

El politólogo Alejo Vargas ha señalado que Juan Manuel Santos debe pensar en un estatuto de la oposición que le dé garantías plenas al ejercicio de control político que debe haber en cualquier democracia. Una reflexión que el propio Vargas le hizo a Santos y que el hoy Presidente electo “vio con buenos ojos”, según le dijo el analista a Semana.com

Juan Manuel Santos tendrá como reto la normalización de las relacion es con los países vecinos, y su tarea no será fácil, pues Ecuador tiene un proceso judicial que lo ha intentado vincular, mientras que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no se ha referido en los mejores términos. Santos ha dicho que la diplomacia será su estrategia.

Cambio de estilo


El próximo estilo de gobierno probablemente mantendrá su carácter participativo, pero quizá, el mecanismo de los consejos comunales, impuestos por Álvaro Uribe, puede tener variaciones.

“Los consejos comunales son una forma de poner en práctica un gobierno participativo, que es algo irreversible. El principio de discutir con la gente es sano para un gobierno. La forma de hacerlo no necesariamente son los consejos comunales, puede ser a través de otro tipo de reuniones”, explicó Santos en la misma entrevista.

Juan Manuel Santos teme que la soledad del poder lo aísle. “Es un peligro permanente, uno puede caer en manos de una guardia pretoriana –dice Santos–, hay que mantener canales con otras personas que le digan a uno la verdad, porque un mandatario no puede perder su polo a tierra”. Santos ya tiene su estrategia para evitarlo. Y recuerda que los presidentes Truman y Roosevelt, según sus biografías, “jugaban póker todas las semanas, porque era la única forma de mantenerse informado por fuera de esa guardia pretoriana”. Y como buen jugador de cartas, Santos tendrá algunas bajo la manga para cumplir con el objetivo que ser ha trazado: “No quiero generar demasiadas expectativas, sólo espero que, después de cuatro años, me recuerden como un buen Presidente”.