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El nombre de Armando Benedetti no produjo ningún tipo de resistencia entre los miembros de la nueva coalición de gobierno. Será el próximo presidente del Congreso | Foto: Guillermo Torres

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Benedetti: una propuesta de transición para la Presidencia del Congreso

Luego del respaldo de los senadores del Partido Liberal, es prácticamente un hecho que, a partir del 20 de julio, el barranquillero Armando Benedetti, uno de los bastiones del uribismo, se convierta en el nuevo presidente del Congreso.

30 de junio de 2010

En la tarde de este martes, los senadores que hacen parte del grupo de compromisarios del Partido Liberal definieron su respaldo a la candidatura de Armando Benedetti para la Presidencia del Senado.
 
El acuerdo, el primero de la coalición de la ‘unidad nacional’, prácticamente inviste al senador barranquillero para dirigir la Cámara Alta del Legislativo en el primer año del gobierno de Juan Manuel Santos.

Era un escenario previsible, pues la lucha por la mesa directiva del Senado no había despertado mayores inquietudes, a diferencia de lo que sucede en la Cámara de Representantes, donde aún no hay ningún acuerdo oficial.

Si este pacto de palabra se sella con la votación del próximo 20 de julio en el Senado, Benedetti contaría, de momento, con el respaldo de 67 de los 102 senadores, a los cuales deberán sumarse los nueve del PIN y los ocho de Cambio Radical. Es decir, 84 senadores.

Los liberales aseguraron que la única petición que le hicieron al Partido de La U fue “plenas garantías para ejercer la actividad parlamentaria, especialmente en el manejo de los debates”, según explicó el senador Honorio Galvis, quien además se mostró confiado en que Benedetti lo haga. “Ha mostrado respeto hacia la bancada liberal, ha sido solidario con muchas de sus causas y genera confianza”.

Pero más allá de esta decisión lo que ha marcado la puja por las presidencias en el Legislativo ha sido la forma como se moverán los partidos que han venido de ocho años de ‘uribismo’, para la transición al gobierno de la ‘unidad nacional’.

Y en ese sentido, la elección de Armando Benedetti podría dejar contentos a quienes han representado el uribismo radical y quienes apuestan por desmarcarse del mandatario saliente.

Por eso, el encargado de imponerle la banda presidencial a Juan Manuel Santos, el próximo 7 de agosto, es uno de los principales escuderos del presidente electo, pero a la vez, uno de los bastiones del presidente Álvaro Uribe en el Legislativo. Muchos advierten que con Benedetti podría empezar la transición entre la era Uribe y la era Santos.

Barranquillero de 42 años, la carrera de Benedetti empezó como periodista, antes de dedicarse a las labores legislativas. Primero fue concejal de Bogotá y luego dio el paso al Congreso. Obtuvo en 2002 una curul en la Cámara de Representantes y en el 2006 fue elegido senador, esta vez avalado por el Partido de La U.

En el Congreso, Benedetti fue uno de los principales alfiles del presidente Álvaro Uribe. En la Cámara defendió la primera reelección presidencial, la Ley de Justicia y Paz e hizo parte de las negociaciones institucionales para que los paramilitares se desmovilizaran.

En el Senado, fue ponente del referendo para la segunda reelección presidencial y lideró la batalla legislativa para cambiar la pregunta del proyecto y aclarar que la segunda reelección presidencial sería para 2010 y no 2014, como estaba originalmente.

En 2007, fue clave en el hundimiento de la reforma política que establecía, de forma inmediata, la sanción de la silla vacía. Al declararse impedido para la votación, en el penúltimo debate, por tener una investigación preliminar en la Corte Suprema de Justicia, fue uno de los senadores que permitieron que ese proyecto no saliera adelante, como era el objetivo del gobierno.

Esas decisiones, muy cuestionadas por la opinión pública en su momento, lo acercaron mucho a los afectos del presidente Uribe, y ocupó un lugar de privilegio en los desayunos en Palacio que el jefe de Estado tenía semanalmente con los miembros de su bancada.

Si hubo algo que lo separó del Ejecutivo, fue la postura frente al proyecto que establecía sanciones al consumo de drogas, pues siempre advirtió que el problema de la drogadicción debería ser de salud pública y no contrarrestado con disposiciones penales.

Pero hundido el referendo en la Corte Constitucional, Benedetti fue de los primeros en la fila durante la campaña de Juan Manuel Santos. Aceitó sus cuadros políticos para fortalecer la campaña del ex ministro de Defensa, algo que lo ha convertido en uno de los hombres de confianza del presidente electo.

Su relación con los otros partidos políticos ha sido cordial y ha tenido mucha afinidad con iniciativas de los liberales, especialmente en temas de víctimas de la violencia. Como ponente de la reforma política que sí pasó en el Congreso, la de 2009, Benedetti enmendó una iniciativa que podría impedir la participación en política de ex miembros de grupos ilegales, un artículo propuesto en silencio y que podría afectar, por ejemplo, al senador Gustavo Petro.

Los retos

Como presidente del Congreso, el principal reto de Benedetti será mantener la armonía de la coalición de Juan Manuel Santos y de brindarle todas las garantías a la oposición, que en este periodo se advierte minoritaria e inferior.

También tendrá que darle agilidad al Senado, en un periodo donde se prevén numerosas iniciativas como la reforma judicial y la ‘resurrección’ de varios ministerios, trámites que podrían dilatar la agenda legislativa. Por eso en sus manos estará la fórmula para su celeridad.

Luego de un cuatrienio, donde el Congreso se vio afectado por escándalos como la parapolítica, que involucró a 107 congresistas (según información de Verdad Abierta), el desafío para el Legislativo será recuperar su credibilidad, lo cual se conseguiría con el acelerador a las principales reformas de orden social y político, que el nuevo gobierno pretenda impulsar.

Benedetti sería en el Congreso el líder de la coalición del nuevo gobierno, por lo que podría convertirse en la mano derecha de Juan Manuel Santos, al menos, en su primer año de gobierno.