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ALIANZA RADIO NACIONAL.

¡Damas al poder!

¿Por qué Colombia sigue teniendo poca participación de las mujeres en altos cargos públicos comparada con otros países de América Latina? Cinco destacadas mujeres, entre ellas una ex ministra de defensa, una ex canciller y una investigadora, hablan sobre las razones y las acciones a tomar.

30 de octubre de 2008

Mientras las mujeres colombianas aún llevan la batuta en el hogar, su voz de mando en los espacios públicos de poder como el gobierno o el congreso aún se escucha muy poco. La razón es que la mayoría de los partidos y movimientos políticos, que son la vía directa para ser elegido y ocupar los cargos de poder, no está garantizando que ellas participen activamente en sus filas y mucho menos que figuren en sus barajas electorales, según una investigación reciente de las Naciones Unidas y otras instituciones académicas y sociales.

Algunas cifras son contundentes. Sólo el 14 por ciento de los colombianos que participan en política son mujeres, mientras que en otros países latinoamericanos como Costa Rica, Perú y Argentina –donde el jefe de Estado es una mujer- su cuota supera el 30 por ciento.

Más aun, de las que están en los partidos, en promedio, sólo el 25 por ciento hace parte de sus órganos directivos. Por ejemplo en la consulta interna del partido Conservador que se hizo el 26 de octubre, cuando por primera vez se votó cómo se conformaría el directorio nacional, resultaron elegidas tres mujeres y ocho hombres.

Para Diana Espinosa la directora de este estudio titulado Ranking de igualdad de mujeres y hombres en los partidos y movimientos políticos colombianos, el rezago del género femenino en estos espacios es evidente. En parte, “porque culturalmente a la mujer se le responsabilizó más de los asuntos de la vida privada, como la familia, que de la pública”, explicó en la Radio Nacional de Colombia. (Escuche el audio completo de la RNC, en que Espinosa también justifica que haya un trato diferencial para las mujeres en los partidos).

Quizás lo que le preocupa más a Espinosa es que los partidos nuevos que vociferan políticas de inclusión no sean coherentes con la participación de la mujer. Por ejemplo, el Polo Democrático no postuló mujeres entre los cinco primeros renglones de sus listas para las elecciones del Congreso, en el 2006, a la vez que Cambio Radical sólo presentó a una candidata en toda su lista para el Senado.

“Es un mal comienzo para estos partidos”, admitió Maria Emma Mejía, militante del Polo y una con un largo recorrido en la política colombiana. Para ella, el gran reto de las mujeres es en hacerse elegir en los cargos de elección popular más que en cargos de designación. Por esta vía, en efecto, llegaron las ministras de educación, cultura y de comunicaciones, siendo minoría frente a los 10 ministros que completan el gabinete de Uribe (Escuche el audio completo de la RNC, en que Mejía también comparte su experiencia personal del trajín político y cómo influye en la vida familiar).

Colombia cuenta con una de las más bajas representaciones de mujeres en el Congreso: 36 entre 267 parlamentarios, según muestra el estudio. En este escenario, el partido de La U lideró el ranking con once mujeres, y le siguieron el Liberal con siete y el Conservador con cuatro. Muchas de ellas, sin embargo, han llegado a la curul por ser reemplazo de colegas investigados por la parapolítica.

Córdoba es, de los 32 departamentos, el único que tiene una mujer por gobernadora. Marta Sáenz, sin mayor trayectoria política que la de trabajar en la parte administrativa de las anteriores gobernaciones, según lo contó en la RNC, compitió con otra mujer por el primer cargo de poder en su departamento. Lo que más le sorprendió, durante su campaña electoral, fue que el 80 por ciento de la gente que iba a las reuniones políticas eran mujeres. A pesar de esto, “los protagonistas de novela siguen siendo los hombres”. (Escuche el audio completo de la RNC, en que Sáenz narra cómo logró llegar a la gobernación sin ser una política reconocida).

Qué se ha hecho contra la desigualdad

Hace ocho años se creó la llamada Ley de cuotas para que las mujeres pudieran acceder a los ámbitos públicos de poder y decisión. Para algunos y algunas este era un gran paso contra la discriminación, mientras que los partidos alegaron que violaba su autonomía y libre constitución.

“Una democracia no solamente debe encargarse de tratar a todos sus ciudadanos por igual, sino también de manera diferenciada para que realmente los pueda estar tratando por igual, pues sabe que algunos están en condiciones distintas”, explicó Espinosa que cree que esta Ley ha sido efectiva para que las mujeres participen en política, a pesar de las cifras desalentadoras.

“Los partidos políticos son muy cerrados, desconociendo que las mujeres tomamos el ejercicio político con mucha seriedad”, indicó Martha Lucía Ramírez, senadora de La U y ex ministra de Defensa y de Comercio. Por esto, la bancada femenina del Congreso presentó un proyecto para obligar a los partidos a que el 50 por ciento de sus listas para los cargos de elección popular las integren con mujeres. (Escuche audio completo de la RNC, en que Ramírez también opina sobre los resultados del ranking).

Y si la vía de la Ley no ha funcionado como debiera, tampoco lo ha hecho la del mutuo acuerdo. En el 2005, los partidos políticos firmaron el Pacto de Octubre con el que se comprometieron a promover la participación de las mujeres en sus filas. Sin embargo, “vemos que los dirigentes no están cumpliendo las estrategias que acordaron y por eso las mujeres se desmotivan y pierden el sentido de pertenencia con sus colectividades”, dijo Martha Lucía Vásquez, Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer. (Escuche audio completo de la RNC, en que Vásquez da su visión frente a las causas de las cifras de la investigación y hace el recuento de otras acciones tomadas para enfrentar esta situación).

Es en este panorama cuando toma importancia la campaña “Más Mujeres, Más políticas”, promotora del ranking, y que anunció futuras investigaciones que tendrán que atender los partidos. Su objetivo es ambicioso: que ellas no le sean atractivas por los votos que puedan poner, que son muchos si se tiene en cuenta que son más de la mitad de la población colombiana, sino por las decisiones que puedan tomar como dirigentes de las colectividades, concejalas, alcaldesas, diputadas, gobernadoras, congresistas o por qué no, como presidentas de la república.