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En reiteradas ocasiones los familiares de los secuestrados han marchado a favor del acuerdo humanitario. No obstante, su clamor no ha sido escuchado.

ANÁLISIS

¿Es viable un acuerdo humanitario en este momento?

El anuncio de Uribe de su no oposición al acuerdo humanitario fue recibido con moderado optimismo por las víctimas e interpretado como un cambio por los analistas.

29 de marzo de 2010

“El Gobierno ha facilitado liberaciones, ha hecho rescates y no se opone al acuerdo humanitario, siempre y cuando el acuerdo humanitario no sea para devolverles delincuentes a las Farc”. Con estas palabras, el Presidente Álvaro Uribe abrió nuevamente el debate sobre la posibilidad de permitir la salida de guerrilleros de las cárceles a cambio de la liberación de los secuestrados.

Sin embargo, el Primer Mandatario agregó que la condición para hacer efectivo ese acuerdo era que “aquellos integrantes de las Farc que lleguen a salir de la cárcel, no regresen a delinquir”. La propuesta de Uribe se da tras la liberación unilateral del soldado profesional Josué Daniel Calvo y ad portas de la liberación del sargento Pablo Emilio Moncayo.

Esta no es la primera vez que Uribe se muestra flexible ante la posibilidad de hacer un acuerdo humanitario con las Farc para lograr la liberación de los secuestrados. A lo largo de su mandato, el Jefe de Estado ha hecho propuestas parecidas que hacen parte de su estrategia de mostrar su “corazón grande”, sin abandonar su “mano dura” frente a las Farc.

En el documento ‘Iniciativas del Gobierno Nacional para alcanzar un Acuerdo Humanitario con las Farc’ (publicado por la Oficina del Alto Comisionado por la Paz) está toda la cronología de hechos que dan cuenta de que la postura del Gobierno frente al acuerdo ha sido de mostrar algo de laxitud ante un eventual acuerdo humanitario, a pesar de momentos de endurecimiento.

Consulte el documento aquí:

¿Qué significa la propuesta de Uribe?

Para algunos analistas, la propuesta del Gobierno es una reacción lógica al gesto de las Farc de liberar a dos secuestrados de manera unilateral, que no tiene nada de nuevo. Para otros, sin embargo se trata de un cambio de posición frente a la posibilidad de un acercamiento con la guerrilla.

Son al menos cinco los factores que favorecen los acercamientos entre las Farc y el Gobierno, que eventualmente podrían desembocar en el acuerdo humanitario y, por qué no, en un acuerdo para lograr la paz.

Primero: el hecho de que el Gobierno esté terminando su período. “El Presidente ya no está en campaña y por eso nadie puede reclamarle blandura”, explicó a Semana.com el analista y director de la Fundación Nuevo Arco Iris, León Valencia.

“El Gobierno ha mostrado voluntad de querer despedir su mandato facilitando las liberaciones, y así darle esa alegría a los familiares de los cautivos”, agregó el investigador del conflicto armado colombiano.

En su criterio, tanto las Farc como el Gobierno han cambiado de posiciones frente a la posibilidad de un acuerdo humanitario.

Como muestra de esa nueva posición, por ejemplo, el Gobierno decidió no suspender las liberaciones a pesar de los atentados de la guerrilla en El Charco (Nariño) y Buenaventura (Valle).

Segundo: Aparentemente, ya no hay inamovibles. Desde hace varios meses las Farc han dejado de reclamar como condición sine qua non la inclusión de los guerrilleros extraditados, Nayibe Rojas Cabrera, alias ‘Sonia’ y Ricardo Palmera Pineda alias ‘Simón Trinidad’ en el acuerdo humanitario. Así mismo, las Farc no han vuelto a mencionar la obligatoriedad del despeje de territorios como Florida y Pradera para hacerlo efectivo.

Tercero: El protocolo de seguridad, la participación de los facilitadores internacionales y la logística de las recientes liberaciones han demostrado que si hay voluntad, es posible que los secuestrados vuelvan a sus hogares sin mayores contratiempos.

Por esta razón, para Valencia, la reciente experiencia de las liberaciones sienta un precedente en la hoja de ruta que debería seguirse para un acuerdo humanitario. La participación de la Cruz Roja Internacional, del Gobierno de Brasil y los Colombianos y Colombianas por la Paz, en su criterio, demuestran que es posible la liberación de todos los secuestrados y las liberaciones de los guerrilleros presos.

Cuarto: La presión internacional. El desbordamiento del conflicto colombiano a otros países exige una salida para la paz. “A pesar de la presión militar, la extinción completa de las Farc, a mediano plazo, no parece viable. Yo creo que el Gobierno entrante deberá buscar una salida al conflicto negociada pues hay una fuerte presión de otros países”, dijo a Semana.com el ex asesor de Paz, Carlos Eduardo Jaramillo.

Obviamente, aclaró Jaramillo, la guerrilla ya no podrá imponer sus condiciones como lo intentó en el Caguán, salvo algunas contraprestaciones jurídicas y políticas.

Quinto: el presupuesto para la guerra se acaba. “Hay que ser realista: no se puede seguir gastando tanto dinero, más de 6 puntos del PIB, en defensa. Hay que formular salidas más prácticas”, dijo Valencia.

En su criterio, el recorte al Plan Colombia y la necesidad de un cambio en la asignación del presupuesto nacional conducen, inevitablemente a buscar otras salidas al conflicto. “Hay que combinar la política con la presión militar”, sintetizó.

Las cortapisas

“En la medida que la voluntad humanitaria se imponga sobre la voluntad política se puede lograr el acuerdo humanitario”. Con estas palabras, la presidenta de la Asociación de Familiares de Militares y Policías secuestrados, Marleny Orjuela, sintetizó la viabilidad de la propuesta de Uribe.

Aunque Orjuela reconoció la labor del Gobierno para facilitar las recientes liberaciones, indicó que a Uribe le queda muy poco tiempo para terminar su período. A esto se suma el anuncio de la guerrilla de que no liberará de manera unilateral a más secuestrados. Por esta razón, los familiares de los secuestrados recibieron con “moderado optimismo” la propuesta del Mandatario.

A esto se suma que el acuerdo humanitario estaba por fuera del debate político, hasta antes de la liberación de Calvo y de las declaraciones de Uribe. Los candidatos presidenciales, sin excepción, habían hecho poca o ninguna mención a esta figura utilizada en los conflictos.

Algunos, por convicción o por conveniencia, han defendido la política de seguridad del Presidente, y esta supone no ceder ni un ápice de espacio político, ni mediático, ni de territorio a las Farc.

Con las declaraciones del Mandatario y la próxima liberación de Pablo Moncayo, seguramente, el acuerdo estará en la lista de temas por discutir, aunque nadie sabe si con mucha o poca importancia.

“Duele ver que los candidatos presidenciales no tienen una propuesta de paz, mucho menos una de acuerdo humanitario, porque eso no significan votos”, dijo Orjuela apesadumbrada.

Pero el factor más contrario a la posibilidad de un acuerdo humanitario y un eventual acercamiento de la guerrilla es que los secuestrados que quedan en la selva no tienen un doliente, alguien que los haga visibles.

Ya fueron liberados los políticos, Íngrid Betancurt, y próximamente el hijo del profesor Gustavo Moncayo, quienes se habían convertido en símbolos del secuestro y provocaron movilizaciones. Pero los que siguen en la selva, infortunadamente, tienen un valor político distinto.

Falta ver de qué manera el Gobierno, las Farc y los candidatos mueven las fichas del ajedrez político. Mientras tanto, las familias de los 21 integrantes de la Fuerza Pública secuestrados y de los que fueron asesinados en poder de las Farc, deberán seguir esperando el regreso de sus seres queridos.