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Hugo Chávez y Lula da Silva, las dos caras de la participación internacional en las liberaciones. Venezuela con mayores pretensiones y Brasil, ejemplo de prudencia, según expertos.

Garantes: entre la prudencia y los excesos

Más allá de los gestos de las FARC, la liberación de todos los secuestrados políticos desde el 2008 tuvo éxito gracias a la labor de varios países. España, Francia, Suiza, Venezuela, y sobre todo Brasil, fueron determinantes en estos procesos.

2 de abril de 2012

Después de las heridas del frustrado proceso de paz del Caguán (1998 – 2001), la desconfianza recíproca entre el gobierno colombiano y las FARC creció a tal punto que los diálogos entre las partes eran casi imposibles.

Y en la mitad de esa desconexión, más de una veintena de secuestrados, entre miembros de la fuerza pública y dirigentes políticos, seguían padeciendo el calvario de ver pasar los días "pudriéndose en lo profundo de la selva", como alguna vez lo dijo Alan Jara.

Hoy, cuando las FARC ya no tienen bajo su poder a ninguno de los 'secuestrados políticos', aquellos que hacían parte de la lista de los canjeables en un eventual intercambio humanitario, hay un actor fundamental: los garantes. Gobiernos de otros países que pusieron de su parte para poner fin a un drama que se extendió por más de diez años, al tratar de mediar entre el gobierno colombiano y la guerrilla.

Hay quienes como el congresista Iván Cepeda (Polo) califica la labor de quienes han oficiado como garantes como "invaluable" y "determinante", al punto que afirma que sin esa participación hoy sería imposible pensar en que los secuestrados políticos estuviesen en sus hogares.

Jaime Bernal Cuellar, exprocurador y exintegrante de la llamada ‘Comisión Facilitadora’ de la sociedad civil con el ELN, es más mesurado al evaluar esa misión, pues considera que la función de los garantes solo fue determinante para "verificar y constatar" los acuerdos de las partes para proceder a las liberaciones.

Por ejemplo, dice Bernal Cuellar, vigilar que la Fuerza Pública no adelantara operativos militares durante las liberaciones; que ambas partes cumplieran las reglas en el marco del conflicto para este tipo de misiones humanitarias; que se respetara el Derecho Internacional Humanitario; y comprobar las condiciones en que los secuestrados regresaban a la libertad.

El porqué los garantes

Durante el gobierno de Álvaro Uribe, la labor del comisionado de paz se concentró en el proceso de paz con las Autodefensas. Era el primer punto de su agenda, mientras los acercamientos con las FARC parecían olvidados.

Eran momentos en que los secuestros de Ingrid Betancourt y los tres contratistas norteamericanos -Keith Stansell, Marc Gonsalves y Thomas Howes- eran la circunstancia para que la Comunidad Internacional ejerciera presión al gobierno colombiano para lograr las liberaciones a toda costa. Con ellos secuestrados, el asunto tenía mayor interés de países extranjeros.

En principio, tres países mantenían su papel de "facilitadores". Francia, España y Suiza eran conocidos como los tres "países amigos" que propusieron desde una zona desmilitarizada en el Valle del Cauca, cuyo epicentro sería El Bolo Azul, hasta la liberación de Rodrigo Granda (el canciller de las FARC) y un grupo de guerrilleros detenidos en Cómbita, la cual se produjo en 2007 y tiempo después se conoció que había sido una petición del presidente Nicolás Sarkozy a la cual accedió el presidente Uribe.

Mientras tanto el gobierno colombiano priorizaba la mediación de la Iglesia Católica a la hora de acercarse a las FARC, pero el secretariado de esa guerrilla nunca aceptó al Clero como interlocutor.

La entonces senadora Piedad Córdoba, respaldada por muchos colectivos sociales, entre ellos las familias de los secuestrados, emergía como la abanderada de las liberaciones y de una salida política y negociada al conflicto, cuando ese escenario parecía un 'tabú' pues el gobierno de mano dura de Uribe tenía contento a una mayoría del país.

Córdoba, en el segundo semestre de 2007, adelantó sus propias gestiones. Incluyeron desde visitas a alias 'Simón Trinidad' y alias 'Sonia', detenidos en cárceles de Estados Unidos, quienes siempre habían encabezado la lista de guerrilleros canjeables por secuestrados. Piedada buscaba "mover los inamovibles” que siempre habían obstaculizado las posibilidades de libertad de los secuestrados: el mencionado canje de "prisioneros", una zona desmilitarizada, y la renuncia de la guerrilla a las prácticas de terror, como el secuestro.

Unos inamovibles que se hicieron más rígidos desde junio de ese año, cuando el país conoció la noticia de la masacre de once de los doce diputados del Valle a manos de las FARC.

Los excesos de Chávez

Piedad Córdoba consiguió que el presidente Álvaro Uribe la autorizara como facilitadora para las liberaciones de los secuestrados. Una labor que tuvo el acompañamiento de un actor extranjero, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

La labor de Chávez fue muy polémica, pues además de las buenas intenciones y del carácter humanitario de la gestión, tuvo sus excesos.

A finales del 2007 Chávez apareció en el palacio Miraflores junto a Piedad Córdoba y un miembro del secretariado de las FARC, Iván Márquez. El presidente venezolano empezó a ir más allá y hasta ofrecer sus buenos oficios para la paz definitiva, mientras el gobierno colombiano, que lo había autorizado, empezaba a sentir mayor desconfianza.

Sin embargo, la logística de esas liberaciones contó con el liderazgo y la condición de garantes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), cuya misión siempre ha sido la de ofrecer imparcialidad en todos los procesos en el mundo.

Fue en enero de 2008 que sucedieron las primeras liberaciones unilaterales de las FARC. Se anunció el regreso de Clara Rojas y su hijo Emmanuel (nacido en cautiverio), y la congresista Consuelo González de Perdomo.

Un proceso que tuvo muchas dificultades. El 28 de diciembre del 2007, y como si se tratara de una inocentada, se conoció la noticia de que el niño Emmanuel no estaba en poder de las FARC. Luego apareció bajo la custodia de una familia campesina y luego en poder del Bienestar Familiar. A pesar de la desconfianza el proceso siguió adelante y culminó con éxito.

Pero días después de lo que Uribe calificó de ‘show mediático’, cuando Chávez recibió a Piedad Córdoba y a los secuestrados, el presidente de Venezuela sorprendió cuando, en plena Asamblea de los Diputados (el Congreso venezolano), abogó porque las FARC  dejarán de ser consideradas terroristas.

Tal anunció motivó a que Uribe, en medio de una presión política interna, diera por concluida la facilitación de Piedad y Chávez.

Posterior a esa decisión, el Ejército y la Policía colombiana asestan el mayor golpe a un miembro del secretariado de las FARC. El 2 de marzo del 2008, en la provincia de Sucumbíos (Ecuador) dan de baja a alias 'Raúl Reyes' en un operativo que minó las relaciones de ambos países al ser considerado por el presidente Rafael Correa como violación a la soberanía.

El gobierno reveló el contenido de uno de los computadores de Reyes, en los que había correos electrónicos que probaban supuestamente las relaciones de Chávez con las FARC.

La guerrilla, en un gesto de respaldo al presidente venezolano, anunció la entrega de otros cuatro secuestrados políticos. Los excongresistas Jorge Eduardo Géchem, Luis Eladio Pérez, Gloria Polanco y Orlando Beltrán fueron liberados y entregados a Piedad y Chávez.

Iván Cepeda admite que la labor de Chávez "pudo tener sus excesos", pero advierte que en ese momento la situación de los secuestrados estaba en una "sin salida" porque Uribe se había negado a la mediación de España, Francia y Suiza, mientras que las FARC se oponían a que fuera la Iglesia.

Por eso, dice Cepeda, la participación de Venezuela fue decisiva porque "descongeló unos procesos humanitarios que parecían imposibles, y que permitieron la libertad de todos los secuestrados políticos".

Jaime Bernal Cuellar dice que la mediación de Venezuela sobrepasó los límites. Porque no se conformó con su papel de ofrecer garantías y mantener neutralidad, sino que "tomó partido" al respaldar a las FARC. "En ese momento Venezuela quiso tomar parte en el conflicto interno colombiano".

La aparición de Brasil

Finalizada la mediación de Venezuela, y tras el congelamiento de las relaciones entre los gobiernos de Chávez y Uribe, Piedad Córdoba sigue trabajando por las liberaciones. Cruza cartas al secretariado de las FARC y ambienta la plataforma de Colombianos y Colombianos por la paz, que en principio buscaba las firmas de ilustres personalidades en el mundo para presionar las liberaciones de todos los secuestrados.

En eso andaba Piedad cuando entre junio y julio del 2008 el Ejército colombiano dispuso una operación de inteligencia militar que culmina con el rescate de Ingrid Betancourt, los tres contratistas estadounidenses y once uniformados.

La operación de inteligencia fue muy controvertida, pues el Ejército colombiano acondicionó helicópteros y hasta utilizó los símbolos de la Cruz Roja para encubrir una operación militar detrás de una operación humanitaria, que en principio tenía el objetivo de trasladar a los secuestrados de un campamento de las FARC a otro.

La llamada Operación Jaque, aplaudida por todo el planeta, generó mayor desconfianza de las FARC, incluso con la Cruz Roja.

Por eso durante ese año no se volvió a hablar de liberaciones hasta que en diciembre Piedad Córdoba reveló un anuncio de las FARC de liberar al exgobernador del Meta Alan Jara, al exdiputado del Valle Sigifredo López, y a cuatro uniformados.

Las FARC condicionaban la liberación a la participación de Venezuela. El gobierno Uribe rechazó la exigencia. Pero se insistió en el papel de algún país para ser garante de este nuevo proceso.

Brasil y Argentina (que en ese momento era interlocutor entre Colombia y los gobiernos de Venezuela y Ecuador) aparecían entre las posibilidades. El gobierno Lula da Silva se ofreció para participar en la operación humanitaria.

Brasil dispuso de helicópteros y pilotos que sólo se encargaron de ir a las coordenadas que las FARC entregaron a la Cruz Roja y a Piedad Córdoba. Y así, en enero del 2009, se produjeron, en varias etapas, las liberaciones de los soldados Walter José Lozano Guarnizo, Juan Fernando Galicia , Alexis Torres Zapata y William Domínguez.

Con la participación de Brasil como garante, recuperaron la libertad el soldado Josué Calvo (28 de marzo del 2010), Pablo Emilio Moncayo (31 de marzo del 2010) y las FARC entregaron los restos del mayor Julián Ernesto Guevara (1 de abril del 2010). El concejal de Garzón Armando Acuña (10 de febrero del 2011) y los policías Guillermo Solórzano y Salín Antonio Sanmiguel, también volvieron a sus hogares.

Estas últimas liberaciones se produjeron como un gesto de las FARC en reconocimiento a Piedad Córdoba, que en septiembre del 2010 recibía su mayor golpe político. La procuraduría la inhabilitaba por 18 años al señalar que sus gestiones como facilitadora entre el gobierno y las FARC trascendieron los límites de la función humanitaria.

'Colombianos y colombianas por la paz' se convirtió en la única plataforma de Piedad Córdoba para seguir su trabajo por la libertad de los secuestrados, pero nunca obtuvo el aval del presidente Juan Manuel Santos.

Este lunes 2 de abril, y con la participación de Brasil como garante, fueron liberados los últimos 10 uniformados que las FARC mantenían en cautiverio.

Iván Cepeda, al calificar la función de Brasil, dice que se limitó al asunto logístico, pero que su concurso fue determinante para el desarrollo de estas misiones humanitarias. "Sin Brasil hubiera sido imposible", dice al recordar que las FARC no aceptaron el concurso de funcionarios colombianos ni la única garantía de la Cruz Roja. Sino que la presencia de un país extranjero permitió que este tipo de operaciones pudiera realizarse.

Bernal Cuellar califica la función de Brasil como "ejemplar" porque siempre fue neutra y no tomó parte de ninguna de las posiciones del conflicto. "Brasil entendió que su misión era la de ser testigo, de que las partes cumplieran las reglas, y esa función la hicieron a cabalidad".