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| Foto: Archivo SEMANA

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La estrategia de Uribe

Visitar a las regiones, trinar, hablar con medios locales y reparar en la seguridad son partes de una estrategia con la que el exmandatario busca recuperar el poder. Por: César Paredes.

César Paredes, periodista de Semana.com
30 de mayo de 2012

El expresidente Álvaro Uribe no ha abandonado la campaña. Disfruta, como si fuera una estrella pop, de los reflectores y la romería que se hace con sus visitas. No le importa qué tan grande es el auditorio, ni el tema. Un día puede dar una charla a empresarios sobre liderazgo y al otro puede hablar en una universidad sobre política internacional.
 
Cuando quiere entablar un debate político en la agenda, usa el Twitter, pero si se trata de hablar con una población llama a una emisora de algún rincón del país. Casi nunca está en el domicilio policial en Suba (Bogotá), al que tuvo que irse a vivir por razones de seguridad. Por eso a los periodistas que quieren entrevistarlo les toca cogerlo en los aeropuertos.

Mantiene su estilo microgerencial y de contacto directo con la gente al que el país se acostumbró en ocho años de consejos comunitarios. No es para menos. Así consiguió su capital político, no sólo en las grandes urbes donde también tiene seguidores –según la encuesta de abril hecha por Gallup Poll en las cinco principales ciudades, el 65 por ciento de los colombianos tiene una opinión favorable de él¬ sino en las regiones donde lo recuerdan por sus visitas.

En los últimos meses Uribe no ha parado. "A él le gusta moverse", dicen sus más cercanos colaboradores. Se ha gastado en los últimos meses más de tres talonarios del pasaporte. Pero sus afectos están, como todo zorro político, en el nivel local. Por esta razón, en los dos últimos meses ha recorrido varias regiones del país.
 
Ni siquiera lo detuvo una caída de caballo que sufrió, a comienzos de abril, en Montería, y le lastimó la espalda. El 16 de ese mes estuvo en Buga. Allá lo recibió el alcalde John Harold Suárez con quien compartió el micrófono en la emisora Voces de Occidente. Los dos expresaron su preocupación por los costos que tiene la aplicación de la Ley de Víctimas para las alcaldías.
 
Suárez se quejó de que esos costos los deba asumir el gobierno local y Uribe lo secundó: "Me parece inmensamente grave. Ese resarcimiento lo debe pagar el gobierno nacional. Allí ha habido una desorientación al país. Ahora posan como que con esta Ley hubieran sido los redentores de las víctimas", dijo.

Un día después el mandatario se reunió con los senadores de La U que pertenecen a la Comisión Primera de Senado. Su objetivo era exponerles por qué no estaba de acuerdo con retirar el artículo que le permitía a la justicia militar dirimir la competencia en las investigaciones contra militares. Esta reunión le sirvió para probar la fidelidad de sus escuderos. En el debate, siete senadores hicieron eco de su llamado: Juan Carlos Vélez, Manuel Enríquez Rosero y Carlos Soto, de la U, y los cuatro del Partido Conservador que pertenecen a esa comisión.

El fin de semana siguiente estuvo en Barranquilla en el matrimonio de su hijo Jerónimo. Allá pasó revista a algunas obras de la ciudad en compañía de la alcaldesa Elsa Noguera y del exalcalde Alejandro Char. También defendió a la ciudad de Cartagena en medio del escándalo por los desafueros del servicio secreto de Barack Obama.
 
A finales de mayo volvió a Buga y en la Cámara de Comercio de esa ciudad repitió su estribillo con el que pretende calar en la opinión: "el deterioro de la seguridad nos puede llevar al país que teníamos en el año 2002". Y en la noche sacó unos minutos par reunirse con el vicepresidente Angelino Garzón.

El día universal del Trabajo fue a Manizales en compañía del exministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga. Para ese momento ya había sido retenido por las FARC el periodista francés Roméo Langlois. Para él, se trató de otro papayazo que le dio el Gobierno: "Cada vez que haya una rendija de inseguridad en la geografía nacional, hay que protestar para que el estado actúe”, dijo.
 
A la semana siguiente viajó a Popayán, donde atizó a los caucanos a quejarse por la seguridad. "(Debe ser un reclamo) de todos los días, de manera permanente objetiva y constructiva, no puede ser una queja ocasional, sin pasiones, basado en los hechos, buscando soluciones, hay que dar una gran reacción ciudadana". Según dijo después, en esa ciudad se quejaron las autoridades porque la intranquilidad ha espantado la inversión.

El pasado 15 de mayo, desde la clínica El Country, mientras visitaba a su amigo y exministro Fernando Londoño, quien fue víctima de un atentado con explosivos, enviaba mensajes de BlackBerry y hacía llamadas a los representantes a la Cámara para que votaran en contra del marco legal para la paz. No logró imponer su voluntad.
 
Pero 37 representantes votaron a favor de una proposición que él mismo redactó para evitar que desmovilizados lleguen a los cargos de poder. En varias votaciones como esta se ha demostrado que su potencial no está en el Congreso, sin embargo los congresistas lo escuchan y él intenta imponer sus tesis.

Muestra de ello fue que esta semana se reunió, otra vez, con los congresistas de La U para hablar sobre el marco legal para la paz. Uribe expresó su desacuerdo con abrirles espacios políticos a los guerrilleros y alentó a los congresistas a meter en la iniciativa legislativa el beneficio de excarcelación a los militares involucrados en las desapariciones del Palacio de Justicia. Con razón, el presidente Juan Manuel Santos dijo en una entrevista a CNN "opina de lo divino y de lo humano". La confrontación está casada.

Los medios

El medio que más le gusta después de Twitter es la radio. "Mientras a los periodistas de las radios locales los llama con nombre propio, a los de los medios nacionales les pone cita", contó un amigo cercano. En las últimas semanas ha dado entrevistas a Todelar y Colmundo Radio en Bogotá; Ecos de Combeima, en Ibagué; Radio Viva de Pasto; ABC de Barranquilla. Y en todas ha aprovechado para quejarse de que "sus tres huevitos" (la seguridad, la inversión extranjera y la cohesión social) están descuidados.

Una vez en las encuestas el presidente Santos apareció con una baja en la popularidad, hubo quién pensó que era la oportunidad de que Santos y Uribe se reconciliarían. Pero no fue así. Por el contrario, la guerra fría se calentó. Desde todos los flancos líderes de opinión, nacionales y regionales, llamaron a la reconfiguración del uribismo y al retorno de Uribe.
 
Entre sus áulicos están conocidos líderes de opinión como Francisco Santos, José Obdulio Gaviria, Fernando Londoño, Rafael Nieto, Alfredo Rangel, entre otros. Pero también hay un grupo de mosqueteros que escriben en diarios regionales y consideran al exmandatario su faro ideológico. Entre ellos están Paloma Valencia y Diego Martínez Lloreda, que escriben en El País de Cali; Alfonso Monsalve Solórzano, en El Mundo de Medellín; Cristian Mejía, en La Patria de Manizales; Tatiana Cabello Flórez, en El Heraldo; Rafael Mestra y Ramiro Vélez Toro, en El Meridiano y una larga lista de El Colombiano que comprometió abiertamente sus páginas editoriales en la defensa del legado del expresidente. Eso sin contar con la estrategia en las redes sociales que reproducen sus discursos, acopian los escritos que lo defienden y difunden sus trinos.

El futuro

Al mismo tiempo que sus áulicos reclaman su retorno, aumentan las especulaciones sobre cuál será su próximo paso de cara a las elecciones del 2014. Analistas políticos y estrategas coinciden en que su capacidad de convocatoria en las urnas es inmensa, pero que endosarle sus votos a otro es muy difícil. "Aunque su imagen favorable es alta, eso no significa que podría trasladarle a otro candidato su capacidad de arrastre como quedó demostrado en las elecciones locales del 2010", dijo el experto en marketing político Carlos Andrés Pérez.

Es mucho más rentable que su nombre esté en el tarjetón. Por eso hay quienes le han sugerido que sea candidato a la vicepresidencia. Pero imaginarse a un Uribe hiperactivo resignado a ser el segundo de un gobierno es muy difícil.

De lo que no hay duda es que el uribismo tendrá candidato propio. Uribe ha mencionado ocho nombres, por ahora: en representación del Eje cafetero, el exministro Óscar Iván Zuluaga y el exconsejero de Paz Luis Carlos Restrepo; del Valle, el vicepresidente Angelino Garzón; de la Costa Caribe, el exalcalde Álex Char, y de Bogotá, el exvicepresidente Francisco Santos, la exministra Martha Lucía Ramírez, el presidente de La U, Juan Lozano, y el director del BID, Luis Alberto Moreno. Todos, dice el expresidente, "son apreciados amigos".

"Son globos que Uribe tira al aire pare ver en dónde caen. Pero que tienen por objetivo medir el ambiente político”, explicó Camilo Rojas, asesor de campañas. Cuando algún político se acerca al exmandatario para pedirle su bendición, él les dice "hombre, trabaje", pero no se compromete.
 
Su estrategia es como la de las pasadas elecciones presidenciales: aguantarse el gustico de mostrar su favoritismo, y ahora lo tiene que hacer, dicen sus colaboradores, "con mayor razón, no vaya y nos equivoquemos como la vez pasada".

La idea que más le suena es la de ser la cabeza de una lista al Senado. La pregunta que sigue sin resolverse es en qué partido. Las opciones se reducen a dos: La U o un movimiento de firmas. La U está dividida entre santistas y uribistas que en la medida que pasa el tiempo han tenido que definir de qué lado están.
 
Muestra de cómo ha sido esa pelea lo que sucedió hace tres semanas, al término de una reunión con Uribe a la que asistieron 57 congresistas de esa bancada. Cuentan que el senador Roy Barreras le preguntó: "Sé que a usted no le gusta hablar de mecánica política, pero dígame solo una cosa: ¿usted va a encabezar una lista de La U?" Uribe le respondió: "Esa es una opción". No faltó quien hizo mofa de la cara de sorpresa de Barreras, quien pasó de ser ferviente defensor de la relección de Uribe a vocero de primera línea del santismo.

La opción de encabezar un movimiento de firmas no sólo le permitiría recibir a los uribistas de La U, sino a los de otros partidos, como el Conservador que le ha demostrado mucha más fidelidad. Por firmas fue elegido presidente en dos ocasiones y por eso hay quienes calculan que su votación podría conquistar un tercio del electorado. Los cálculos aún son prematuros, lo cierto es que el uribismo está en posición de arranque.