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Los fundadores del Partido Cambio Radical reconocen que la llegada de Vargas Lleras le dio un impulso a la colectividad.

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Ni tan cambio, ni tan radical

La historia de este partido muestra su rápido crecimiento y sus lunares.

César Paredes, periodista de Semana.com
28 de enero de 2009

Cambio Radical se formó como resultado de una disidencia del Partido Liberal. Varios líderes políticos se reunieron a principios de 1998 para crear un nuevo movimiento “con ideología liberal, pero distinto al de la continuidad de las viejas costumbres políticas, que habían permitido la infiltración de los corruptos y del narcotráfico”, reza en su historia oficial. En su primera convención logró la asistencia de cerca de 1.200 personas.

Este movimiento apoyó la campaña de Andrés Pastrana, tras la renuncia a la candidatura de Alfonso Valdivieso. En esas elecciones logró conquistar cinco curules en el Senado y nueve en la Cámara, al igual que varios puestos burocráticos en el gobierno.

Para las elecciones de 2002, el movimiento hizo una consulta interna que resultó en el apoyo al entonces candidato Álvaro Uribe. En esas elecciones logró conservar los cinco escaños en el Senado y aumentó a 10 la representación en la Cámara. En 2003 el movimiento se convirtió en partido, pues logró el mínimo de representación necesaria.

A mediados de 2003 entraron a integrar el partido, Germán Varón, el actual presidente de la Cámara, y el ex senador Germán Vargas Lleras. Un año más tarde, Vargas Lleras fue elegido como Presidente de la colectividad.

En 2006 los movimientos políticos Colombia Siempre, Renovador de Acción Laboral Moral, Nuevo Liberalismo, Voluntad Popular Pas y los partidos Nacional Cristiano y Voluntad Popular, que no alcanzaron la cantidad de votos necesaria para continuar con personería jurídica, se adhirieron a Cambio Radical. Esta adhesión junto a la llegada de Vargas Lleras significó el fortalecimiento del partido.

En las elecciones al Congreso de 2006 Vargas Lleras fue el congresista con mayor respaldo en las urnas con 223.330 sufragios. El partido logró obtener 15 curules en el Senado y 21 en la Cámara. No obstante, el apoyo reflejado en las urnas quedó en entredicho con el escándalo de la parapolítica.

Uno de los implicados en el escándalo es el ex gobernador de Arauca Julio Acosta Bernal, prófugo de la justicia, quien enfrenta un proceso penal por su presunta relación con paramilitares. Uno de los testimonios que pesan en contra de Acosta es el del Manuel Mejía Múnera, alias el Mellizo, quien afirmó que el ex gobernador “tenía mando sobre el bloque Vencedores de Arauca de las Autodefensas" y reveló detalles del supuesto apoyo este grupo paramilitar. Según Múnera, los paramilitares le prestaron 500 millones de pesos para financiar su campaña. Uno de los hijos de Acosta, Julio César, es concejal de Bogotá por el partido que lidera Vargas Lleras.

Además, seis de los 15 senadores de Cambio Radical que logaron conquistar una curul en 2006 están salpicados por sus presuntas relaciones con paramilitares: Reginaldo Montes fue condenado por la Corte Suprema de Justicia. En su lugar entró Humberto Builes quien está detenido por los mismos hechos. Rubén Darío Quintero, Miguel Pinedo y Luis Carlos Torres, renunciaron a su fuero parlamentario para ser procesados por la justicia ordinaria. Los dos primeros están detenidos. Y Antonio Guerra de la Espriella, Nancy Patricia Gutiérrez y David Char tienen abierta una investigación preliminar.

De la Cámara fueron detenidos los representantes de Cambio Radical, Óscar Wilches, Karelly Patricia Lara Vence y Alonso de Jesús Ramírez quien reemplazó a esta última. También están implicados en las investigaciones dos alcaldes de Casanare. En 2006 ya había sido condenada la representante Muriel Benito Rebollo, quien fue congresista en la legislatura pasada.

De esta manera, Cambio Radical el partido que surgió como disidencia del Partido Liberal y en reacción al proceso 8 mil, llegó a ser cuestionado por avalar a políticos que le pusieran votos, sin mayor investigación sobre sus posibles nexos con el paramilitarismo. Así desvirtuó su intención de apartarse de las prácticas que enlodaron la política en el pasado.