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Mujeres

Carrera de obstáculos

Las ejecutivas que llegan a puestos de liderazgo son muy bien preparadas, dedicadas y flexibles. Pero aún deben afrontar toda suerte de dificultades para alcanzar la cima, y muchas mujeres sucumben en el intento.

26 de abril de 2008

Desde cuando ocupa la presidencia del Banco de Crédito, Carmiña Ferro ha vivido situaciones que la han hecho sentir como un bicho raro por el simple hecho de ser mujer. Una de ellas fue en China, un país donde la presencia de las mujeres en las cúspides de las compañías es poco frecuente. Ese hecho llevó a una confusión cuando ella llegó puntual a la cita en la presidencia de una de las entidades financieras de ese país. Había viajado con su equipo de gerentes, todos hombres. Cuando el presidente de la compañía china vio al grupo de colombianos, mandó seguir primero a los varones de la comitiva, pues asumió que estos eran los jefes. Avergonzados con Carmiña, éstos le explicaron al chino que ellos eran los gerentes de las divisiones, pero que la mandamás era la mujer. Más sorprendido que apenado, el financiero chino presentó excusas y mandó seguir a la presidenta a su despacho.

La anécdota muestra que la hazaña de una mujer por conquistar la cima de una corporación sorprende todavía aquí y en la China. Si no fuera así, investigadores, economistas ni periodistas discutirían el tema. A pesar de todos los pasos hacia adelante, en países desarrollados como Estados Unidos, el Congreso y la Cámara sólo incluyen un 17 por ciento de cuota femenina, y del 46 por ciento de la fuerza laboral de la potencia mundial, según la experta Alice Eagly, apenas el 23 por ciento de mujeres tienen cargos gerenciales. En el listado de las 500 empresas más grandes de la revista Fortune, sólo en el 1 por ciento es una mujer presidenta. La situación en Colombia, es similar pero más compleja. Carmiña es una de las pocas mujeres presidentas entre un total de 60 entidades bancarias en Colombia. En la lista de las 1.000 empresas de Colombia la presencia femenina en los cargos directivos sigue siendo muy reducida y esto es más visible en el sector real, donde hay que buscarlas como aguja en un pajar. Sin embargo, cuando se compara con América Latina, el caso de la mujer colombiana sorprende. Según la Organización Internacional del Trabajo, el porcentaje total de participación de la mujer en Colombia para 2001 en organizaciones públicas y privadas era del 38 por ciento, por encima del de México, Chile y Venezuela, y apenas detrás del de Estados Unidos, que tiene un 46 por ciento. "No sólo hay más participación femenina respecto del hombre, sino también mayor índice de mujeres en puestos ejecutivos y administrativos", dice Connie Cárdenas de Santamaría, coeditora del libro Mujeres y vida corporativa en América Latina.

La mayor parte de las altas ejecutivas se encuentra en las empresas del sector de servicios, sobre todo en financieras nacionales e internacionales. Muchas de ellas reportan que su caso es raro en Latinoamérica y que el país tiene fama de haber logrado una mayor participación femenina en el campo laboral, como de hecho lo confirman las cifras. Pero todavía son pocas las que asoman la cabeza en los puestos de liderazgo. Y ciertos cargos parecieran no ser aptos para mujeres: directora de orquesta sinfónica, presidenta de Ecopetrol, técnica de un equipo de fútbol, presidenta del sindicato de taxistas... en fin. ¿Es posible que el techo de cristal se rompa más fácil en Colombia que en México? ¿Por qué las mujeres que han logrado quebrarlo y ascender a la cúspide en este país pertenecen a organizaciones del sector bancario y de servicios?

No hay una sola respuesta a estos interrogantes. Lo que es cierto es que ellas no están en los bancos porque sean más honestas o porque estas actividades les permitan tener más tiempo libre, como algunos han tratado de explicar a la ligera. Según Eulalia Arboleda, presidenta de la Caja Social, llegar a ese cargo le ha implicado a ella el mismo esfuerzo que le habría tocado a un hombre y el tiempo que ella le dedica a su trabajo es igual al que le dedican los hombres líderes de las compañías del sector real. La diferencia está en cómo afectan esos sacrificios a cada género. "Si el que viaja es el hombre, no hay problema; si la que sale es la mujer, el impacto es diferente", afirma Fabiola Sojet, vicepresidenta para América Latina de General Electric.

Para las ejecutivas encuestadas, entre los factores que más han incidido a llegar al puesto que hoy ocupan se encuentra un fuerte estímulo familiar desde la infancia para que fueran independientes y no sintieran que por ser mujeres eran menos capaces. "Mi mamá nos decía a mí y a mis hermanas que el límite de a donde podíamos llegar lo establecíamos nosotras mismas", dice Martha Juliana Silva, presidenta de Fidubogotá. Tal vez esta formación las ha llevado a tener una actitud diferente frente a los obstáculos, pues ellas, en lugar de quejarse, han decidido solucionar esas dificultades de diversas maneras: sacrificando los hobbies, teniendo claras las prioridades, organizando el tiempo de trabajo y de vacaciones, y acallando los dilemas internos y los complejos de culpa. "Yo no me quejo, soluciono los problemas y sigo adelante, dice Carmiña Ferro. He tenido los dilemas de todas las mujeres trabajadoras, de querer pasar más tiempo con los hijos, pero me sentí capaz de manejarlos", agrega. Por lo tanto, los obstáculos para ellas son más internos que externos. "La mujer se frenó ella misma al buscar el equilibrio", dice Yolanda Guerra, presidente de Aon.

A su favor también se ha sumado que, por las condiciones del país, tienen una red de apoyo que les ayuda a cumplir con esas tareas domésticas que todavía la sociedad le impone a la mujer. Para algunas, las personas más importantes son el chofer y la empleada doméstica. Tambien sus padres y sus suegros. Esa ayuda les facilita la logística en la vida diaria sin tener que hacer cambios en los roles tradicionales de hombre y mujer. Y esto marca una gran diferencia con los países desarrollados, donde las mujeres no cuentan con servicio doméstico porque es muy costoso. Fabiola Sojet vivió en Estados Unidos, separada, con sus dos hijos adolescentes y "para mí fue la experiencia más difícil porque no tenía este tipo de soporte. Yo me iba al trabajo y me echaba la bendición de Dios para que nada le pasara a mi hijo", recuerda.

El apoyo de la pareja también es importante, pero hay que contar con suerte. Para las ejecutivas hay dos maneras de llegar a la cima. Una es siendo soltera o divorciada, para no tener que incluir en la ecuación de su vida a un hombre, y la otra es tener un marido que entienda lo importante que es para ellas su carrera, las apoye en esa búsqueda personal y esté dispuesto a salir del país si ellas reciben una buena oferta de trabajo. Son hombres todavía muy escasos, pero los hay. De hecho, ellas los han encontrado.

También dicen que su ascenso en la escalera corporativa se ha debido a que son más flexibles que los hombres, son más leales a la compañía y no sólo las motiva el factor dinero. De hecho, aunque saben que ganan menos que los hombres por el mismo trabajo, piensan que hay otras motivaciones importantes en sus vidas que el poder, el estatus y la plata, como por ejemplo, tener un manejo del tiempo más elástico. A pesar de esto, algunas han hecho valer el derecho a la equidad, pero esta actitud es todavía la excepción de la regla. Lo cierto es que algunas ejecutivas creen que el ser mano de obra buena, bonita y barata es lo que ha fomentado los ascensos en las compañías.

Curiosamente, ninguna de las entrevistadas siente que haya sido discriminada en algún momento de sus carreras. Marie-Claude Joachim, vicepresidenta jurídica de Carrefour, cuenta como anécdota que en una reunión con abogados "me miraban extrañados cada vez que exponía mis ideas. Se quedaban mudos. Pero cuando otro abogado decía lo mismo que yo en otras palabras, todos le decían en coro: 'excelente doctor, maravilloso'", recuerda. Además, es consciente de que la mujer tiene que sortear más obstáculos que el hombre. Aunque su esposo la apoya incondicionalmente, para acceder al cargo de presidenta, que en una multinacional implica disponibilidad para ser expatriada, muchas mujeres deben pensar en sus maridos, que tambien tienen una carrera. "Un hombre no se plantearía ese dilema", admite. Joachim cree que las empresas, en general, siguen trabajando sin tener en cuenta el papel especial de la mujer, ni que necesita tiempos y espacios diferentes a los del hombre, aunque ella sea igual de eficiente a ellos.

Para adaptarse mejor a las condiciones de la empresa, muchas se han visto tentadas entre seguir siendo femeninas o adoptar un estilo que ellas consideran más masculino, como ser rudas, agresivas, hoscas, e incluso, a veces traducen esa actitud en su vestir. Marie Claude prefirió resaltar lo que ella considera la mayor ventaja del cerebro de la mujer: su capacidad para hacer más de tres cosas al mismo tiempo.

Si bien todo lo anterior ha sido importante, el factor clave para la mayor incursión de las mujeres en la fuerza laboral ha sido la educación. Según Cárdenas de Santamaría, las cifras indican que las mujeres han mejorado su condición educativa incluso hasta llegar a tener más años de estudio que los hombres. Eso es evidente cuando estas ejecutivas tiene que escoger un candidato. "la mitad de las hojas de vida son de mujeres y uno nota en el proceso de selección que son muy buenas y muy bien preparadas", dice Sojet. Una tesis de doctorado sobre la feminización de la educación superior muestra que, además, las mujeres están ampliando su campo de interés. Según María Eugenia Correa Olarte, autora del estudio, aunque ellas continúan teniendo mayor participación que el hombre en ciencias de la salud, educación y ciencias sociales, han ganado participación en ingenierías, matemáticas, arquitectura, agronomía, veterinaria, carreras que eran típicamente masculinas. En el mismo estudio, Correa señala que ha perdido terreno en el total de solicitudes a bellas artes, educación, humanidades y ciencias religiosas. Para Martha Juliana Silva, el hecho de que las mujeres hayan conquistado el sector financiero se debe a que fue el primero en el que incursionaron porque "estudiaron derecho, economía o administración de empresas, que son carreras muy afines a este sector", explica. Por eso confía que en la medida en que las mujeres estudien otras carreras, podrán lograr llegar a la cima de empresas especializadas en otras áreas.

Sin embargo, otras, como Connie Cárdenas de Santamaría, consideran que no por tener más educación se llega a las altas esferas. "Si así fuera, el 50 por ciento de los presidentes de empresa deberían ser mujeres y en la práctica lo que se ve es que éste sigue siendo aún un territorio de hombres", agrega. Por eso piensa que más que un techo de cristal, lo que las mujeres experimentan en su vida laboral es una serie de obstáculos a lo largo de su carrera que a muchas las sacan de la competencia desde muy temprano. Su tesis está alineada con la de Alice Eagly, coautora del libro El laberinto, en el que describe los obstáculos que las mujeres deben vencer para llegar arriba. El más importante es la responsabilidad del hogar y de los hijos, lo que lleva a que se ausenten más, se les den oficios menos demandantes, o a que ellas mismas busquen trabajos de medio tiempo.

Para Isabel Londoño, la discriminación existe aunque la mayoría de ejecutivas quiera negarlo o no lo vea. "No quieren que les enreden la cabeza, pues parte de ser exitosa es que una mujer no sea conflictiva y no pelee y mucho menos que sea feminista". Según Londoño, en Colombia la diferencia salarial para cargos iguales es del 30 por ciento. "El 15 por ciento de tutelas es de mujeres a las que no les quieren pagar su licencia de maternidad", añade. Y hay otro obstáculo que para ella es la mayor forma de discriminación en el país: la de clase social. "Si uno analiza a las ejecutivas de Colombia, todas son de estratos 5 y 6". Reitera que aunque todas ellas tienen méritos propios, el 'aceite' de la clase alta les dio acceso a las mejores posiciones.

Lo más probable, entonces, es que las mujeres colombianas que lo han logrado tuvieron sobradas cualidades para hacerlo, por supuesto, pero también contaron con una serie de factores a su favor que les permitieron sortear de la mejor manera todos esos obstáculos. Y también algo de suerte. Pero el hecho de que su número sea tan reducido deja ver que aún existe un problema estructural en las empresas, que están diseñadas de acuerdo con las necesidades masculinas. Por ejemplo, las reuniones suelen ser al final de la tarde y al comienzo de la noche, cuando las madres ejecutivas necesitan estar con sus hijos pequeños. Son estos obstáculos los que obligan a muchas a rendirse antes de terminar la competencia. Por eso, no es raro que algunas de las presidentas digan que las mujeres más inteligentes fueron las que, en vez de someterse a esas condiciones del juego, prefirieron quedarse en casa: mientras ellas viven al borde de un ataque de nervios porque la junta directiva se les cruza con una reunión de padres de familia en el colegio, sus congéneres juegan tenis plácidamente en el club.

Las siguientes páginas registran la historia de varias de las mujeres ejecutivas más exitosas del país. n