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La sangre de Juanes

Los colombianos reciben como a un héroe al cantante paisa que acaba de conquistar al mundo. Crónica de Armando Neira.

2 de octubre de 2005

A las 7:45 minutos de la noche del jueves de la semana pasada, se escuchó la voz de Juanes en el estadio El Campín de Bogotá cantando sobre uno de los hechos más dolorosos que ha dejado el conflicto armado en Colombia: "Sueño libertad para todos los que están / secuestrados hoy en medio de la selva / y sueño con la paz de mi pueblo desangrado / y con el final de esta injusta guerra". Frente a él, 40.000 personas -niños, viejos, ricos, humildes, mujeres y hombres- empezaban a oír un concierto de dos horas en las que este juglar del siglo XXI tuvo que hacer uno de los esfuerzos más grandes de su carrera musical que comenzó en 1988 cuando apenas tenía 15 años: "Me acerqué al micrófono y miré en la distancia al público y sentí que no iba a poder cantar porque lo que tenía era ganas de llorar", dice. ¿Por qué la voz de un cantante tan experimentando y que sólo en la gira de 'Mi sangre tour 2005' ha hecho más de 100 conciertos en 80 ciudades pasando por Los Ángeles, Madrid y Berlín iba a quebrarse aquella noche? "Por una mezcla muy fuerte de una doble emoción: una personal y otra colectiva. La mía y la de Colombia", explica. Y ambas están atravesadas por el mismo logro: "El de la lucha de salir adelante". En efecto, cuando Juan Esteban Aristizábal Vásquez dio su primer concierto en Medellín, en marzo de 1988, con su banda de rock Ekhymosis, la ciudad y el país estaban en llamas. 'El cura terrorista' y 'La masacre de Urabá', eran las dos portadas de la revista SEMANA de la quincena en que el adolescente Juanes tocó sus primeros conciertos ante un puñado de muchachos que se refugiaban en la música. "Es duro estar en soledad / es deprimir el corazón / es caminar sin libertad / es destruir lo que no está", decía la letra de una canción suya en aquella época en la que apenas sabían de su talento tres o cuatro amigos y su familia. Desde entonces, Juanes y su generación han sido testigos de excepción de todas las clases de violencia en Colombia: la de la guerrilla, la de los paramilitares y la del narcotráfico. "Es difícil hallar una familia que no haya sido tocada por esta maldita guerra que nos desangra, argumenta. Yo mismo he visto morir a gente muy joven, a primos y amigos míos muy cercanos, a todos se los llevó la época dura de Medellín". Con el inició de la década del 90, la situación empeoró y el país entró en una caída frenética camino a su fragmentación, por lo que los analistas llegaron incluso a discutir en foros internacionales sobre la inviabilidad del Estado colombiano. "En este mundo, en este país, fue donde yo crecí y eso está en las letras de mis canciones". El cantante afirma que no ha habido un día en que un periódico, un noticiero o la radio hayan podido hacer su trabajo sin registrar un hecho violento. "Para nosotros, la muerte violenta era cotidiana y salir a las calles era como salir a una guerra, crecimos entre muertos". Pero Juanes, como la mayoría, no se dejó hundir. Evolucionó hasta convertirse en un artista que escribe con un compromiso que ha mantenido intacto a lo largo de su carrera. Es un narrador de los problemas de su país. Su mérito está en que no cayó en el panfleto rudimentario ni en los clichés de las proclamas, sino que elaboró una propuesta estética tallada con preciosismo, que responde a la época que le ha tocado vivir. Así como en su momento Gabriel García Márquez describió en toda su dimensión el dolor, con altísimo nivel estético, la masacre de las bananeras, y Alejandro Obregón pintó conmovedoramente el horror de a La Violencia, Juanes sabe que él es la conciencia social contemporánea. Con la guerra de fondo, él cree haberse identificado con toda una generación de colombianos que si bien no tienen la militancia política de otras décadas, se esfuerza por sacar a sus familias y al país adelante. Y dice que sintetiza eso en su propuesta musical. "Yo lo único que le canto es al amor. Lo que ocurre es que en mi momento histórico el amor se ha escrito con sangre". Con dolores y sufrimientos que en otros escenarios los artistas ni siquiera se imaginan. Por ejemplo, ¿quién puede concebir a un cantante español o a un argentino preocupado por las minas antipersona? Juanes, que es un amante de irse a los pueblos antioqueños más tradicionales a comer fríjoles y a escuchar la música guasca, recuerda que esos placeres son teñidos por la violencia. Él los ha escuchado en testimonios de personas que han perdido su vida o han sido mutilados por estos artefactos sembrados entre la tierra, y en la mayoría de los casos se trata de gente que además ha iniciado un éxodo sin destino y forzados por los violentos. En este caso, Juanes dice que él tuvo la obligación de retratar con su voz este hecho. Su relato es espléndido: "Te han quitado lo que tienes/ te han robado el pan del día / te han sacado de tus tierras / y no parece que termina aquí / despojado de tu casa / vas sin rumbo en la ciudad...". Son los versos de la primera canción con la que además se hizo conocer en el exterior y con la que ganó siete nominaciones al premio Grammy, en 2001. Ese día, por primera vez en su vida, iba a cantarle al mundo, pero no pudo hacerlo porque ocurrieron los atentados del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington. Acciones que él define como "una de las peores masacres". Otra vez la violencia cruzaba junto a él. Fernán Martínez Mahecha, su mánager, considera que el mérito de Juanes está precisamente en que canciones como ésta son comprendidas en otras partes del mundo porque el tratamiento literario que él les da es tan cuidadoso y rítmico, que el oyente la toma como una canción de amor. Para Juanes el concepto del amor es trascendental. Lo que ocurre es que él ha aprendido de los ejemplos de fortaleza de los colombianos para dejar atrás el horror y seguir la vida adelante. "¿Qué más prueba de amor que esa?", pregunta. Y recuerda, por ejemplo, lo que le ocurrió hace tres años en Manizales cuando fue a esta ciudad a un concierto y aprovechó para visitar a los soldados heridos en el hospital. Entonces vio a un muchacho con una sonrisa enorme, inmensamente feliz y optimista, a pesar de que le faltaba una pierna que había perdido en combate. "¿Qu'hubo parce, cómo le va?", le preguntó Juanes. "Muy bien, le contestó el soldado. Muy bien porque hoy la he vuelto a ver, ella me ayuda a reponer". Le hablaba de su novia. De ese ejemplo de tenacidad surgió: "Volverte a ver". Una canción que Juanes además convirtió en un himno de los soldados colombianos porque para él son héroes. Les valora como pocos el hecho de que vayan a lo profundo de la selva o a pelear en los páramos para defender el país y a su gente. Por eso en el concierto del jueves en Bogotá, una de las dos dedicatorias fue hecha para los soldados del Batallón de Sanidad. Precisamente, uno de ellos lo llamó para que lo invitara con sus compañeros el mismo jueves. "¿Cuántos son?", preguntó. "Trescientos cincuenta", le respondieron. Y, sin dudarlo, él mismo ordenó que dieran 700 boletas porque ellos no podían ir solos: están mutilados o en muletas. Llegaron en 25 buses y se sentaron en una tribuna especial. "Al igual que pasa con U2 en el 'rock' anglosajón, Juanes mezcla el amor romántico con la compasión social, y sus seguidores responden a ambas cosas. Las letras románticas hacen que Juanes sea un artista al que es fácil acceder; la compasión le da profundidad", escribió Joan Pareles, periodista del The New York Times en la reseña sobre el concierto de Juanes en el Madison Square Garden de Nueva York el 4 de marzo de 2005, en el que el tema de los soldados fue cantado por todo el público. Que un roquero de pelo largo y tatuajes les dedique su música a los soldados tiene una enorme influencia sobre una sociedad donde las estigmatizaciones son un riesgo altísimo por la misma guerra. Eso lo sabe él y por eso no vacila en influir tanto en la juventud como en las Fuerzas Militares para tender puentes de convivencia. "La posición de Juanes ante la realidad del país no es una postura. Él tiene una historia larga dentro del 'rock', viene de Ekhymosis de una época muy dura en Medellín. Conoce muy bien el mundo de los jóvenes y sus frustraciones. Y no olvida aquellas épocas, a pesar de que logró salir adelante, dice la antropóloga y comunicadora Lavinia Fiori. El carisma de Juanes se debe a que él es él, es sincero y la gente lo siente cercano", agrega. Y su voz tiene un peso cada vez mayor. Al punto que la revista Time lo declaró como una de las 100 personalidades más influyentes del mundo. Y como a pesar de la violencia dice que hay que ser optimista, se ha empeñado en cantar en español en una época y en un medio en que el inglés es casi una obligación. "Es una de las cosas en las que no hago concesiones. Sueño y siento mi música en español. No podría cantarla en otro idioma". Como tampoco el hecho de expresar en público el amor por su familia. Lo cual, al contrario de lo que se pudiera creer, no le quita fans entre el universo femenino, sino que las aumenta. El jueves, por ejemplo, cuando decidió espontanéame sacar en brazos a su niña Luna para cantarle Tu Guardián, la canción de cuna que él le escribió, el público lo ovacionó con mayor intensidad. "Aquí están tus 40.000 tíos, salúdalos, mi amor", le dijo a la pequeña. Y el estadio otra vez se derrumbó de la emoción. Y es que Juanes cree en la familia y lo grita a los cuatro vientos. Dice que es vital porque así se teje una cadena de afectos y de solidaridad. Elementos fundamentales para hacer una sociedad mejor. Por eso, aunque para muchos jóvenes suena cursi cantarle al papá o a la mamá, para él es una bandera. "Que mi madre no se muera / y que mi padre me recuerde / a Dios le pido". Por eso fue que el jueves casi no pudo cantar, porque sintió que la voz se le iba a quebrar. Después de haber partido hace seis años en la búsqueda de un sueño, regresaba para iniciar una gira que lo llevará a todos los extremos de Colombia. Una de sus citas es en las calles del centro de Medellín, donde él vivió durante su niñez y su juventud. Allí va a cantar como cuando lo hacía en una época en que nadie lo conocía e iba solo por el mundo con su guitarra. Y vuelve por la puerta grande y ante un país que él cree que está mucho mejor que cuando se fue. Retorna como una estrella mundial. Pero ¿cuáles son las claves para haber tocado el cielo fuera del país? Estas están en una maravillosa y poderosa mezcla de originalidad, talento, trabajo e imagen. La originalidad tiene sus raíces en su infancia. Su padre era el dueño de la tienda de la esquina de la plaza del poblado antioqueño La Carolina del Príncipe. Por aquel entonces, Juanes vivía en los altos de la cantina del pueblo y desde allí escuchaba guasca y tangos día y noche, de los hombres que tomaban cerveza sobre los bultos de papa. Esa música vestida hoy con las guitarras metaleras es lo que lo hace original. Sus ritmos están ahí. El talento es la capacidad natural que tiene para tocar. "Yo ni siquiera me acuerdo cuándo aprendí a tocar guitarra", dice. Algunos dicen que fue a los 7 años. Lo cierto es que ha logrado fusionar sus virtudes de guitarrista con sus dotes de compositor. "A mí personalmente Juanes me parece un compositor extraordinario. Ha hecho unas canciones realmente grandes que le han abierto el camino en el mundo", opina el crítico musical del diario madrileño El País, Fernando Martín. Aunque tiene una facilidad sin igual para crear melodías, siente que las letras le cuestan mucho más trabajo. Es en este momento de la producción cuando más sufre, cuando debe esforzarse más. Lo cual no es un problema porque es un trabajador a toda prueba. No hay un solo día de su vida que no toque la guitarra. Para llegar a donde está ha dado más de 3.000 entrevistas y ha acumulado más de 4.000 horas de avión. Algo nada fácil porque en el aire siempre vive momentos de angustia. Se le alborota ese terrible temor que le tiene a la muerte. Sin embargo, al llegar se pone a trabajar con disciplina y además, finalmente, cuenta con imagen. Posee un físico atractivo, con una personalidad tranquila y sincera. Lo que en Colombia se resume como un bacán. Ahora anda en una onda optimista por el país y sus perspectivas. Él considera que lo peor de la guerra ya pasó y que ahora Colombia va enrumbada hacia un futuro más tranquilo a pesar de las dificultades. Para él, las épocas más sangrientas están en el pasado. Por eso, dice que hizo La camisa negra. "Una canción de humor, como él la define, para estos tiempos". Éxito que luego se extendió hasta llegar a ser la número uno en países tan remotos y con idiomas tan distintos al español como el alemán o el japonés. Esa dosis inmensa de optimismo fue lo que él sintió cuando salió al escenario en Bogotá, y que él prevé será el mismo de las otras ciudades del país. Él la define como una fuerza positiva que viene de un público compuesto por ricos, pobres, jóvenes y viejos. Todos tan disímiles, tan distintos, pero tan convencidos de que hay que dejar atrás la guerra. Eso, dice Juanes, es lo que siente en su sangre. La sangre de Colombia. Por eso, iba a llorar de felicidad. "Esta noche me puedo morir tranquilo", dijo en el concierto.